El precio del silencio

Ocho peticiones ignoradas por Montero, el sanchismo que castiga a Andalucía

María Jesús Montero en una imagen reciente.
20 de septiembre de 2025 a las 08:08h

La realidad que vive Andalucía parece sacada de un guion de cine, pero es demasiado real para ser ficción. La trama es sencilla y a la vez inquietante: una comunidad que exige justicia, una consejera que envía ocho cartas en tres años y una ministra que, pese a recibirlas, decide mirar hacia otro lado y no responder. Podría titularse El silencio de Montero, y en esta historia, Andalucía es la protagonista colectiva, ignorada y silenciada por quienes deberían defenderla.

La trama arranca en 2022, cuando la consejera andaluza de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, Carolina España (PP), remite la primera carta a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero (PSOE) para recordarle la urgencia de reformar el sistema de financiación autonómica. Desde entonces, han llegado otras siete misivas con el mismo mensaje: Andalucía pierde 1.500 millones de euros cada año por un modelo que penaliza sus servicios públicos esenciales. En cualquier guion, ocho intentos de contacto sin respuesta bastarían para que el espectador entendiera el conflicto.

El contraste añade dramatismo a la historia. María Jesús Montero, cuando era consejera de Hacienda en Andalucía, denunciaba con firmeza este mismo modelo. Lo llamaba “maltrato” y exigía una reforma inmediata. ¿Dónde quedó eso de “Vigilaremos que no se caiga en la tentación de paliar los problemas de Cataluña compensándola económicamente en detrimento de otros territorios como Andalucía” Sra. Montero? Hoy, desde el Ministerio, guarda silencio frente a las mismas reclamaciones que antes hacía suyas. Es como si un personaje cambiara de papel a mitad de la película: de defensora apasionada a espectadora indiferente. Donde dije digo, digo Diego.

Mientras tanto, el guion avanza en paralelo con escenas de otros territorios negociando fórmulas de financiación específicas, pactos singulares y privilegios que acentúan la desigualdad. Y Andalucía, que representa a millones de ciudadanos, sigue esperando un gesto, una palabra, una respuesta. El silencio se convierte así en el recurso narrativo central de la obra: un silencio incómodo, prolongado y cargado de indiferencia.

Un buen guion necesita un desenlace, una resolución que haga justicia. En esta película de la financiación autonómica, el final aún no está escrito. Pero hay algo claro: Andalucía no va a ser un figurante que se conforme con ver pasar las escenas sin intervenir. Los andaluces exigimos coherencia, exigimos respeto y exigimos que quienes conocen el problema —porque lo denunciaron en el pasado— no lo ignoren ahora desde la comodidad del poder.

Si esta historia fuese cine, tal vez acabaría con la ministra abriendo por fin una de esas cartas y respondiendo a la llamada de su tierra. Pero, mientras tanto, los andaluces asistimos a la proyección con la certeza de que el guion no es ficción: es la vida real de millones de ciudadanos que esperamos justicia, igualdad y respeto.