Lenguaje inclusivo usado por la izquierda.
Lenguaje inclusivo usado por la izquierda.

Una frase al uso como ‘tener una hija es un sufrimiento’ puede confundirse como un prejuicio de género. Y si se dijera el objeto en -o, teniendo el emisor una hija, igualmente por desconsideración. Probablemente el emisor sólo estaría intentando manifestar las dificultades de la crianza humana.

Señalar continuamente la diferencia de género, trabajadores y trabajadoras, ciudadanas y ciudadanos, andaluzas y andaluces, lectores y lectoras, es no sólo un problema de expresión, sino un generador de entuertos morales.

—Pero oiga, si lo tradicional no convence y lo que hacen los políticos y manuales institucionales tampoco ¿Qué hacemos? ¿Cambiamos las vocales finales por -e?—. Noooo, eso es tan impostado que también da la impresión de avería en la sala de máquinas, si no la imagen absurda de un gag de humor inglés.

Quizás una vía más natural sea aplicar una diversidad de recursos según el caso. Por ejemplo, a veces se puede decir ‘los trabajadores en general’, o ‘las personas que trabajan por cuenta ajena’ aunque se excluye a cualquier tipo de empresario y autónomo que como se sabe también trabaja, y a veces incluso más. Si eres comunista, lo tienes más fácil, di ‘la clase trabajadora’. En otras ocasiones, es posible recuperar algunos artículos determinados femeninos que pertenecen a nuestro castellano antiguo, como por ejemplo, ‘la puente’, o ‘la guardia’. También existe la posibilidad de hacer la distinción de género sólo en aquellos casos que impliquen un significado peyorativo (para que la maldad no deje de ser igualitaria). Pero no automáticamente y en todo momento.

Como señalaba Agustín García Calvo en la entrevista de Rosario González García en 2003, no todo lo que acaba en -a es femenino ni todo lo que acaba en -o es masculino. Charco y charca; pozo y poza; aspirador y aspiradora… el problema, decía el eminente lingüista, es que se pretende aplicar a la lengua, medio riquísimo y vivo, un criterio muy estrecho.

Lo que quiero decir es que la izquierda no debe perder su condición universalista. Denunciar las diferencias materiales encubiertas bajo la igualdad abstracta burguesa es necesario, pero debe remitirse sin distinción de ningún género, al servicio de todas las personas. Certera, que no sectaria.

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