María Romay.
María Romay.

El disfraz de diosa Gades que lució María Romay en la final del COAC está dando mucho de sí. Cuando la concejala acudió al Falla con este atuendo decidí no escribir sobre el tema porque me parecía evidente que una mujer se puede disfrazar como le dé la gana en la noche grande del Carnaval. En ese momento poco tenía que decir al respecto. Pero el tema no se quedó ahí y eso es lo que me resulta grave. En las últimas semanas ha habido quien ha comparado que Romay lleve este disfraz con la vestimenta que lucían las azafatas en los circuitos de Fórmula 1. Un puesto que hace unos meses se suprimió por la imagen que ofrecía de la mujer. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? María Romay decidió acudir así vestida al evento gaditano porque quiso. Las azafatas acudían así vestidas a su trabajo porque si querían optar al puesto no tenían más remedio que sucumbir. No es comparable y poner al mismo nivel ambas situaciones es pura demagogia. Y como esta, ha habido otras comparaciones sin sentido.

Pero sin duda la peor de las reacciones, la que me ha hecho sentir la necesidad de escribir unas líneas sobre esta polémica, ha sido la de Faly Pastrana. Aprovechar la situación de la destacada presencia de Romay en la final del COAC para acusarla de coaccionar al jurado a la hora de decidir qué coro ganaba el primer premio es una clara muestra de su mal perder. ¿Habría actuado Pastrana de la misma forma si el disfraz no se hubiese vuelto tan viral? Quizá pensaba que como muchos han criticado el atuendo, iba a contar con más apoyo e iba a hundir —o al menos intentarlo— la imagen de María. Era el blanco fácil. Porque claro, en su alegato no dejó pasar la oportunidad de hacer referencia al atuendo de la discordia. Y de nuevo, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Si según él en un primer momento era cierto que la concejala había estado en el palco del jurado, ¿no bastaba con denunciar esto sin tener que hablar con actitud machista de su ropa?

Menos mal que ella supo reaccionar. Aseguró que iba a denunciar a Pastrana por las acusaciones sobre su coacción al jurado. Fue entonces cuando él reculó y desmintió tales acusaciones. Y ella dejó a un lado lo de la denuncia. Da rabia que haya personas que hasta que no le ven las orejas al lobo, que hasta que no ven una denuncia de cerca, no sean capaces de rectificar y reconocer sus mentiras. Y esto es a lo que hay que dar visibilidad. Al hecho de aprovechar situaciones que van en contra de la imagen de la mujer para hundirla aún más aunque las verdades brillen por su ausencia. Menos mal que en este caso María, como mujer, ha estado por encima. Los carnavaleros se jactan de que el Carnaval es la fiesta de la libertad de expresión por excelencia. Algunos en sus coros, chirigotas, comparsas y cuartetos se creen con la libertad de escribir y cantar letras sobre cualquier tema, piensan que en Carnaval todo vale y que pueden atacar de forma gratuita a todos. Y después son los primeros que fuera de las tablas critican que una mujer vista como le dé la gana.

Si ella ha sido capaz de eclipsar con su disfraz, si ha sido capaz de que Jordi Évole haya dado más visibilidad a que una mujer pasee su libertad de expresión que a lo que cantan las agrupaciones, que se planteen por qué ha sido. Mirar alrededor y adaptarse a los nuevos tiempos a algunos no les vendría mal. Además me pregunto, los que participan y se lamentan de que la opinión del pueblo no cuente a la hora de decidir las agrupaciones ganadoras, ¿por qué se siguen presentando si saben que la mecánica es que un jurado decida? Aunque este es otro debate…

Volviendo a la cuestión. La intención que tenía la concejala a la hora de lucir este disfraz es lo de menos. Si lo llevaba para llamar la atención, para hacer campaña o para defender a las mujeres ella sabrá. Estaba en todo su derecho de hacerlo con cualquiera de esas intenciones. Y si alguien tiene algo que decir sobre su trabajo que lo haga sin hacer referencia a cómo iba vestida aquella noche. Muchas mujeres no se atreven a lucir según qué prendas por comentarios como el que hizo Pastrana en un medio de comunicación. Porque se sienten juzgadas si llevan una falda o un vestido corto, un escote, encajes o trasparencias. Es de agradecer que María Romay, al igual que hacen Pedroche y otras tantas mujeres que cuentan con el poder de dar visibilidad, abra el camino para que las mujeres se sientan seguras y valientes llevando la ropa que les apetezca.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído