Suele ocurrirme que cuando leo un buen libro o veo una película que me gusta mucho, en los días siguientes me vienen recuerdos de sus textos o imágenes. También me sucede cuando asisto a una conferencia o ponencia. He tenido la ocasión de asistir al encuentro con Yayo Herrero organizado por el área de Igualdad de Ganemos Jerez el pasado 22 de octubre.
El discurso de Yayo, además de inteligente, tiene la virtud de estar muy bien estructurado, de manera que las últimas palabras van reforzando y ampliando las anteriormente dichas.
Hay frases que me impresionan más, bien porque me enseñan palabras y conceptos que desconozco y por tanto aprendo, o porque relaciono sus ideas con las mías y me ayudan a comprender mejor este mundo en el que vivimos.
Me llamó la atención cuando habló del AMOR POLÍTICO, al que relacionó con la capacidad de ser solidarios con los demás. Si buscamos la definición de político en la RAE lo define como “la persona que rige o aspira a regir los asuntos públicos”.
Unir la palabra AMOR a POLÍTICO tiene muchas implicaciones, entre otras, una persona dedicada a la política tendría que AMAR lo COMÚN. Un buen hacer político tiene que basarse en sentir empatía por los que le rodean, conocer sus circunstancias y guiado por la solidaridad ejerce un trabajo para mejorar la situación.
Tuve la suerte de asistir hace pocos días a un estupendo concierto de Arpa Jonda. A mí el compás flamenco y el cante jondo me transmiten sentimientos imperecederos. No sé si reproduzco la letra exacta, pero recuerdo un cante de la cantaora que decía lo siguiente: “¿Por qué será que más que las penas mías, me duelen las de los demás?”. Yo creo que también hay que estar atentos a las propias penas, pero sin duda, el AMOR POLÍTICO tiene que ver con que al menos te duelan igual tus penas que las de los demás.
Lo triste es que en nuestra época actual hay un desencanto en la gente con respecto a la clase política. Han sido tantos los ejemplos de malas prácticas de la acción política, tantos los casos de políticos a los que movía su interés personal en lugar del interés común. El ruido que hacen tantos casos de corrupción y tantos casos de ineficacia ha alejado a la ciudadanía de sus representantes políticos, mientras se extiende la injusta creencia de que todos los políticos son iguales. Injusta porque no todos son iguales, algunas personas dedicadas a la acción política sienten y viven el AMOR POLÍTICO, y no son pocos, valga como ejemplo de este tipo de politic@s a José Mújica.
Volviendo a las palabras de Yayo, en un momento define el significado de la palabra responsabilidad y la aleja del concepto de culpa que inmoviliza y la asocia a la idea de tomar protagonismo. Es decir, una persona responsable adquiere un papel protagonista en sus decisiones y acciones. Podemos deducir que la gente tendría que ser protagonista de su opinión sobre la clase política, preocuparse de conocerla, distinguirla y ejercer RESPONSABLEMENTE su apoyo y su voto.
Y como Yayo tiene un discurso tan coherente, todas sus partes se refuerzan entre sí. Estas reflexiones me evocan a otras de sus frases en las que afirma que “quien quiera hacer políticas buenas, necesita buena gente detrás”.
Y las personas responsables no pueden dejar de luchar por lo que crean justo. La clase política no tiene sentido si no representa a sus colectivos y por otro lado, las personas necesitan que su voz se escuche en las instituciones.
Ahora, en esta época de crisis en la que las dificultades para subsistir de muchos se hacen más evidentes, en las que es más necesario encontrar soluciones comunes, se hace imprescindible que sea la práctica del AMOR POLÍTICO la que inspire la acción, tanto de los que ejercen los cargos públicos como de las personas que los eligen.
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