Llevo días recorriendo la ciudad de punta a punta, por sus más recónditos pasajes, por sus largas avenidas y sus callejones, subiendo y bajando cuestas. Pregunto en un sitio y en otro, pregunto al pescadero, a la frutera, pregunto al policía, a los niños sobre el balancín en el parque, a los camareros. Y nada. Todos se encogen de hombros. Unos se ríen y otros me toman por loco.
— ¿Ha visto usted al mestizo?
El hombre se rasca la mejilla y mira al suelo.
— Al mestizo… ¿no será al mellizo?
— ¿Al mellizo? Serán los mellizos ¿no? digo yo.
— Bueno, uno murió.
— Pero entonces ya no es mellizo ¿no?
— Nosotros lo seguimos llamando así.
— Pero, da igual señor, yo busco al “mes-ti-zo”.
— ¿Mestizo? No sé ¿Tú conoces al negro?
— ¡Mire, si no conoce al mestizo déjeme en paz!
— ¡Déjeme usted, que es quien me ha preguntado!
Explico a los ciudadanos que últimamente se dice de Algeciras “la ciudad mestiza” y se me quedan en suspenso, pero acaban negando, en castellano andaluz, ¿mestiza Algeciras? No mucho, la verdá. Pensaba que iba a hacer un cuaderno de expresiones mestizas, pero sólo he contado una decena como “pavana”, “revolear” o “merla”. Más mestiza puede ser Barcelona. También Gibraltar es candidata al mestizaje, porque al menos cuenta con la fusión del llanito. Aquí en Algeciras lo que hay son algecireños y un 20% de marroquíes, llegados en las dos últimas décadas, pero mestizos, lo que se dice mestizos…
Quizás la expresión se refiere a lo cultural. ¿Una iglesia-mezquita como la de Córdoba? En Algeciras queda un trocito de muralla meriní. ¡Tate, la música siempre es mestiza! He escuchado la discografía completa de los Brutal Thin’ y he ido a tres conciertos de Canelita, todo de primer nivel nacional. ¿Y Radio Tarifa que está cerca? El grupo se creó en Madrid, por un vallisoletano, un francés y un granaíno.
Concluyo que la ciudad mestiza de Algeciras es una ficción, un brochazo de colores pastel que pretende disolver las diferencias. Estamos es en una ciudad del extremo sur europeo, enclavada en un lugar estratégico. Aquí no se vive mal y sí, la convivencia es pacífica, aceptable, consentida. Negocios, trabajos y espacios se comparten sin mayores problemas. La plaza de Abastos, por ejemplo, un lugar boyante para todos. Si acaso Algeciras está un poco lejos de todo, le falta un tren y un paseo marítimo bonito como el malecón de Cádiz, para que vengan visitantes a pasear por sus calles y observar lo que realmente hay o no hay.
Comentarios