Una alcaldesa sorda y personas sin alma

Los ayuntamientos son los lugares donde se toman las decisiones más importantes de la vida pública

Una persona depositando su voto durante la jornada electoral.
Una persona depositando su voto durante la jornada electoral.

Este domingo se trata de si nuestras ciudades y pueblos serán más verdes para que la sequía la suframos menos y cuando caigan las lluvias torrenciales no lo arrastren todo.  Se trata de elegir a personas que sepan dialogar y, al mismo tiempo, a personas que sepan gestionar con honradez las ciudades y pueblos donde vivimos. Personas que proyecten para el futuro de nuestros hijøs y nietøs los transportes, las calles, los parques y jardines, los edificios escolares, los centros de salud y acuerden las decisiones de hasta dónde y por qué se pueden levantar nuevos edificios, abrir o cerrar tiendas y bares; dónde se puede circular con los coches, dónde se puede aparcar.

Si Gaudí recibiera hoy el encargo del conde Güell para levantar un parque en Barcelona, o en Madrid, mucho me temo que sería un problema más grande que en 1900. Un parque sostenible, para el que la plaza pensada para las danzas y verbenas no tiene ni un gramo de cemento, para que cuando la lluvia caiga se pueda filtrar por la tierra y, a través de las 86 columnas huecas, llegue a la cisterna subterránea que proveerá de agua al parque. Hoy habría gente, hay, que se negaría a aceptar la idea de tal construcción porque nos sobra el agua, según le parece a la Junta de Andalucía del PP, del señor Moreno, en relación con el Parque de Doñana: un parque que no construyó nadie sino la Naturaleza, y al que en lugar de llegarle agua de la lluvia a través de columnas huecas le sacan el agua con motobombas de debajo de la tierra aunque no sea legal ni moral.

Pablo Motos y Miguel Lago son algunas de esas motobombas que le extraen inmoralmente los principios éticos a nuestra sociedad, con sus ataques de deshumanización contra una candidata a la alcaldía de Valencia. A veces la solución son las Leyes, pero la mayor parte de la veces la solución es la conversación y darle la espalda a quien usa su poder en el espacio público para hacer daño a løs otrøs, que es hacernos daño a todos. Seguir votando a candidatøs incapaces, en nombre de “pero son de los nuestros”, demuestra quiénes somos nosotros y quiénes son “los nuestros”.

El voto es secreto, y lo es para que nadie tenga que dar cuenta de a quién votó. Para que nuestro voto sea un acto íntimo y solo ante nosotros mismos tengamos que dar cuenta de nuestro voto. Cuán alguien pregunte a quién votamos, la respuesta deberá ser siempre la que queramos, pero sin ninguna obligación de decir la verdad.

Los problemas de presente y de futuro ante los que todos los pueblos y ciudades se enfrentan son enormes: incendios terribles, sequía, lluvias torrenciales. Estamos a tiempo de dar una solución con futuro a nuestras vidas: planificar nuestros pueblos y ciudades como lugares verdes, amigos de la naturaleza. Esta amistad con la naturaleza va a crear incluso puestos de trabajo que antes no existían y vamos a estar en paz con nuestros hijos y nuestros nietos.

En ninguna otra parte es más importe votar a las personas concretas que en los ayuntamientos, a løs candidatøs que son vecinos nuestros, a los que conocemos y en quienes podamos depositar nuestra confianza. Los ayuntamientos son los lugares donde se toman las decisiones más importantes de la vida pública: donde se decide construir viviendas municipales, abrir una fábrica de gas, de luz, mantener pública el agua, gestionar bien las basuras, mantener los edificios de las escuelas, favorecer centros de salud. Si hay algo fundamental en la vida social de una sociedad democrática son los ayuntamientos. Y nuestra actitud en las elecciones municipales es también nuestra actitud hacia nuestrøs vecinøs y la decisión de cómo queremos vivir en nuestros barrios, pueblos y ciudades. Ningún candidato tiene ninguna varita mágica, ni todos son iguales. Importa lo que proponen como una vida mejor para todos.

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