Nunca imaginé que escribiría algo sobre el Rey y menos sobre su abdicación, pero el titular del diario El País del 3 de junio, junto a un primer plano del Rey sonriendo, me ha dado las claves de esta renuncia al trono. Titula El País: "El Rey abdica para impulsar las reformas que pide el país".

Estas once palabras reflejan el papel que jugará la Corona en el futuro inmediato, como instrumento de la férrea alianza entre los grandes grupos económicos y el bipartidismo en decadencia, con la complicidad de los principales grupos de comunicación. El País se ha erigido en el "verdadero" diario al servicio de la transición en la Corona, no para ensalzar la tradición monárquica (para eso ya está el ABC titulando "La Corona: Tradición y renovación", junto a una foto con tres generaciones, padre, hijo y nieta), sino para vendernos la estabilidad de la Corona como clave para afrontar las difíciles etapas que nos quedan de esta eterna "crisis".

Ya sabemos qué quieren decir con "reformas". Reformas son "sacrificios": Recortes de derechos económicos y sociales, mayor deterioro de los derechos fundamentales y de la democracia, centralismo, etc. Pero esas son las reformas que pide la troika, y su vocero, El País. Porque "el país", lo que se dice "el país", lleva pidiendo tres años en las calles justo lo contrario, queremos servicios públicos, derechos sociales y más democracia.

¿Y por qué hay que "impulsar" esas reformas?, ¿es qué no se tiene suficiente impulso? Pues no, no se tiene suficiente impulso porque el bipartidismo PP-PSOE, instrumento esencial para llevar a cabo el plan del mundo financiero y de las grandes corporaciones internacionales, está en dramático declive y en progresiva deslegitimación (sin apenas un 50% de respaldo y con una abstención impresionante), por lo que necesitan de "algo" más, sobre todo en estos momentos en que tendrán que aparecer ante la sociedad con su gran pacto de Estado, porque ese pacto va camino de escenificarse más pronto que tarde.

¿Y por qué la abdicación del Rey iba a ser un "impulso" para esas "reformas"?, ¿cómo va a "impulsar" alguien que se va? Es un contrasentido ¿no? Pues precisamente porque está gastado, está amortizado y con una imagen pública cada vez más por los suelos. Y el impulso viene por dejar el hueco a alguien joven, "preparado", sin mancha, casado con una "mujer de hoy" y que puede encarnar la imagen de unidad y esperanza en el futuro que se requerirá para seguir vendiendo a los ciudadanos los continuos sacrificios, ataques y recortes como "imprescindibles".

Por eso El País subraya en su segundo titular una frase del propio Rey: "El Príncipe de Asturias tiene la madurez necesaria para asumir con garantías la Jefatura del Estado". Felipe no sólo está preparado para cumplir su función de apuntalamiento de la deslegitimación política y de soporte del pacto PP-PSOE, sino que lo hará "con garantías", las garantías que reclaman los poderes económicos internacionales cual hipoteca que constituimos al pedir un crédito para comprar nuestra casa.

¿Y qué papel juega en todo esto El País?, ¿por qué se presta a este juego y silencia cualquier opinión cualificada que hable de otra cosa que no sea ensalzar a la monarquía? Porque es el principal grupo de comunicación de España y porque tiene a muchos "republicanos pasivos" entre sus lectores, esos que no van a manifestaciones pidiendo un #ReferendumYA, pero votarían en secreto por la República si pudieran votarla, esos que ven en la monarquía algo retrógrado, pero un mal menor al fin y al cabo, que incluso puede tener algunos beneficios secundarios. A estos "republicanos blandos" hay que convencerlos de que se sumen, o al menos no pongan pegas, a la operación Segunda Transición, esa que conducirán de nuevo, desde el consenso, PP-PSOE, el entusiasta apoyo de UPyD y la reticencia con "precio" tasado de los nacionalismos históricos. Y en esa Segunda Transición también habrá una reforma constitucional, pero no la que reclamamos muchos, sino la que conducirá a mayor prioridad en el pago de la deuda y venta de la "soberanía" a los poderes financieros, recentralización "suave" del Estado, apuntalamiento del bipartidismo, etc.

Felipe será el nuevo "agente comercial" de la España democrática, aunque está vez se tendrá que emplear más a fondo, dentro que fuera, para "vender" el producto, y no lo olvidéis, lo veremos pronto hablando de la bondades del TIPP (Nuevo tratado de "libre" comercio de Europa con Estados Unidos). Para finalizar no nos equivoquemos, el capital no entiende de "formas de Estado" sino de beneficios y si la monarquía alguna vez es un obstáculo porque siga su deterioro y crezca su deslegitimación, los mismos que hoy nos cantan sus bondades nos venderán la República. Porque en realidad al Rey lo han echado (lleva dos años resistiéndose) porque ya no les sirve. Eso sí, no se va sin que se le hayan pagado religiosamente sus servicios (New York Times cifra en 2300 millones su fortuna, cuando accedió sin apenas dinero al trono en 1975).

Y mientras nosotros: ¿Qué hacemos? Pues seguir reclamando la Tercera, seguir luchando en la calle y en las urnas contra las políticas neoliberales y poner todo nuestro empeño en construir un frente amplio social, político, ciudadano y de izquierdas, con formaciones políticas, sindicatos, movimientos sociales y la RED, debatiendo hasta la extenuación, pero sin dejar de poner nuestro objetivo en construir la alternativa y claro está, eso es muchísimo más que acudir a manifestaciones con banderas tricolores.

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