Agrupémonos todos en la lucha final

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27 de septiembre de 2016 a las 06:18h

La campaña del “No es no” de Pedro Sánchez parece haber calado, pero ha sido claramente insuficiente.

Así comienza el famoso estribillo de La Internacional, el himno obrero por excelencia, centenario ya. El objetivo de esa lucha final no es otro que cambiar al mundo de base, hundiendo al imperio burgués. Para el PSOE, partido que se fundó antes incluso que La Internacional naciera, parece que esa lucha final está cerca, pero, paradójicamente, no será un combate épico contra la burguesía capitalista, sino contra ellos mismos.

Los resultados electorales del domingo en Galicia y País Vasco han sido malos para el PSOE. En general, lo vienen siendo desde 2009, cuando los efectos de la crisis económica empiezan a pasar factura al partido que en ese momento gobierna España, con el presidente Rodríguez Zapatero a la cabeza. La tendencia no ha hecho otra cosa que intensificarse, agravada por una serie de catastróficos errores de estrategia, de comunicación y, sobre todo, por la lucha por el poder desatada internamente.

Pero vayamos por partes. Los ciclos de estancia en el poder desde la restauración de la democracia son de dos legislaturas no fallidas, al menos. Es decir, el turno del PP en el gobierno aún no habría acabado. Todavía no habría transcurrido suficiente tiempo para que un cambio generacional provocase un cambio político. No obstante, las cosas no son ya como fueron antes de la llamada gran recesión. Ciertamente, la irrupción de los partidos emergentes parecería haber trastocado el sistema bipartidista imperante hasta 2014. Pero solo aparentemente. En el fondo, tanto Ciudadanos como Podemos y sus confluencias tienden a formar mayorías de derecha e izquierda respectivamente en los distintos niveles de gobierno. En este juego de sumas, la derecha, encabezada por el PP suma más que la izquierda en el ámbito estatal. La mejor estrategia, por tanto, es dejar gobernar al PP mientras se desgasta por la acción de gobierno y los escándalos de corrupción que empiezan a llegar a juicio. No obstante, un problema añadido para el PSOE son los escándalos, como el de las tarjetas “black”, que ponen a cuestión a todos los partidos, sindicatos y asociaciones empresariales, a todo un régimen, en definitiva, que habría que regenerar.

La campaña del “No es no” de Pedro Sánchez parece haber calado, pero ha sido claramente insuficiente. Son manifiestas las incoherencias de comunicación del líder socialista y su equipo afirmando algo que más adelante se tiene que negar.

Con todo, el error más grave ha sido abrir fuego de forma nada disimulada contra Pedro Sánchez antes y durante esta última campaña por parte de sus críticos. El electorado tiende a castigar a aquellas formaciones que se muestran abiertamente divididas. Sin duda, los críticos con Sánchez han contado con la inestimable ayuda del otrora periódico de referencia de la izquierda, El País. La tendenciosidad de este diario ha sido y es de las que provocan vergüenza ajena.

Pedro Sánchez es, hasta ahora, el único secretario general de los socialistas elegido directamente por los militantes. El presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, que abrió las hostilidades públicamente hace dos semanas al declarar que la comunicación entre ambos llevaba rota varios meses, llegó a decir antes de esta ruptura que, esta elección, no había sido la de un administrador de fincas. Es decir, se había elegido a un líder, no a un interino que guardase el puesto a otra persona. Esto parece no haber sido entendido por algunos.

Así pues, vieja guardia, baronías y El País por una parte, Sánchez y los suyos por otra, es muy probable que este sábado en el comité federal socialista entablen la primera (quizá también la última) batalla de la profetizada lucha final. A esta seguirá la del congreso de diciembre y, sobre todo, las primarias para la secretaría general del 23 de octubre. Habrá que ver quien queda en pié al final de tanto combate.