Adió so mamarracho

Las nacionalidades deben estar representadas políticamente, tanto en el Congreso como en el Senado, de manera fehaciente

Armengol tras ser nombrada presidenta del Congreso.
Armengol tras ser nombrada presidenta del Congreso.

El pasado 23 de julio, estando ejerciendo de apoderado en uno de los colegios electorales en mi localidad, me acerqué a una de las mesas de votación, cuando un numeroso grupo de personas esperaba a cumplir con su derecho al voto. En el final de la cola había un “tipo” que me miró con mucho detalle y señalando mi carpeta me espetó: “¿Eso está permitido y vota a Txapote, no?” “Pues sí”, le respondí, “eso ha determinado la Junta Electoral Central, la imagen de Yolanda Díaz es el logo de la candidatura Sumar”.

A partir de ese comentario, aquel ser, cabeza rapada y de una sola idea en ella, se dedicó a lanzar una serie de argumentos que por conocidos, ya daba claras muestras de su posición ¿ideológica? y con el mayor de los desprecios hacia los demás y para terminar su interminable retahíla me largó su sentencia, dirigiéndose de nuevo a la carpeta, “mamarracha comunista”. 

Hasta esta afirmación había tratado de minimizar todas las supuestas verdades del ciudadano que estaba a la espera de votar, todo había transcurrido dentro de una cierta normalidad, a pesar de que no estaba de acuerdo con ninguno de sus argumentos, pero ya no podía contemporizar y le dije, tajantemente, “hasta aquí hemos llegado, usted le falta el respeto a una persona diciéndole mamarracha y eso no lo se lo voy a consentir, ahí se queda usted” me dí la vuelta y me dirigí a la salida y en ese momento me dice, alzando la voz: “mamarracho comunista”, le respondo “miente e insulta” tocándole en el hombro con la carpeta, me amenaza con un “cuidado con tocarme” y se esconde en un rincón del pasillo. Me marcho con un regusto amargo y un cierto cabreo, porque debería haber sido más contundente con este tipo de personajes, que como dice un amigo mío “no tienen complejos”.

Este incidente no se me ha borrado de la memoria, a pesar de que ha pasado más de un mes. Y sobre todo, porque el único mamarracho de este asunto andará por ahí lamentándose de no haber alcanzado el objetivo marcado. Lo siento, caballero, vosotros sois los que habéis hecho un mamarracho para utilizar adecuadamente el diccionario de la lengua. Espero y deseo que lo alcanzado el 23 de julio se convierta en realidad con un gobierno de progreso y de camino las personas que han votado por otra opción entienda que no somos mamarrachos, sino sencillamente personas que queremos lo mejor para la gente, para toda la gente, no solo para los considerados “patriotas de banderita”. No confío mucho que ese deseo sea una realidad, porque, como estamos viendo en nuestro entorno, la derecha española está instalada en un peligroso camino de censura, homofobia y sectarismo. Ojalá me equivoque y en el estado español haya una fuerza conservadora más demócrata que la actual.

Y de manera más profunda, considero que estamos en un momento crucial de la historia del estado español. A pesar de la supuesta menor presencia de las posiciones plurinacionales, la realidad es otra muy distinta, la plurinacionalidad del estado está presente desde el primer momento en la Legislatura XV. Solo hay que mirar con una cierta amplitud lo ocurrido el día 17 de agosto en la constitución del Congreso y de la mesa del parlamento, para darse cuenta que el camino marcado está en los términos del reconocimiento de la diversidad de la realidad del estado español. 

La decisión de tener en cuenta en el Parlamento estatal, las lenguas oficiales del estado (hecho aprobado en la Constitución de 1978), es una muestra de lo que digo, aunque tengamos que decir que hay todavía un gran espacio entre el actual espacio político y la plurinacionalidad del propio estado. No podemos obviar que esa apuesta se queda corta, en tanto en cuanto confundir la plurinacionalidad con el uso de las lenguas oficiales es dar por bueno que el parlamento ya es plurinacional. 

Tenemos en el conjunto del estado español, nacionalidades que no tienen su hecho diferencial en la lengua, pero sí en diversidad de elementos patrimoniales, culturales y de otra índole que son necesarios tener en cuenta para alcanzar un avance consolidado. Hay varias reivindicaciones que determinarán si es cierto que la plurinacionalidad es un hecho consolidado.  

En primer lugar, las nacionalidades deben estar representadas políticamente, tanto en el Congreso como en el Senado, de manera fehaciente. En el primero, mediante la implementación de portavocías que den presencia a las agendas propias de cada nacionalidad. El caso más específico, sin lugar a dudas es Andalucía, Sumar con su denominación de Grupo Parlamentario Plurinacional avanza en ese objetivo, que se tiene que reflejar en que la presencia de seis escaños obtenidos en la comunidad, son más que suficientes para que haya una portavocía andaluza que mantenga la agenda andaluza como base de la misma. Eso llevará a conseguir una voz propia de Andalucía en el Congreso. 

Pero hay otro objetivo, no manifestado suficientemente, que sería determinante en el avance de la plurinacionalidad; se trata de la reforma del Senado como cámara de representación de las comunidades autónomas. La actual composición y objetivos del Senado no tiene en consideración la presencia determinante de las comunidades, la parte del mismo que se elige por los parlamentos autonómicos se queda imbuida en el conjunto de partidos que solo vuelven a repetir, de manera menos democrática, la representatividad  de los mismos. 

Y sin necesidad de llegar a un programa de máximos, en este sentido una de las cuestiones que ayudaría de manera evidente al avance de la plurinacionalidad en el conjunto del estado, sería la consecución de una financiación justa de las autonomías. Asunto complejo, sin duda, pero determinante del compromiso que se expresa por parte de la mayoría progresista.

Sin menosprecio de nada y en función de esa voluntad, los acuerdos que se alcancen para conseguir la viabilidad del gobierno de coalición deben tener en cuenta estas cuestiones al mismo nivel que las que particularmente puedan plantear otros partidos
Cuando el cabeza rapada insultaba a Yolanda Díaz y a mí mismo lo que estaba manifestando precisamente es que no quería que estos objetivos se alcanzaran. No hay mejor manera de responderle que haciendo crecer un estado diverso, más justo, mejor repartido y donde Andalucía ocupe el lugar que le corresponde.

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