A mí que me registren

Parece ser la expresión que mejor se ajusta a la reacción que tenemos los hombres, ante un nuevo asesinato machista, y ante la violencia de género en particular.

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

IMAGEN: PAUL LOWRY
IMAGEN: PAUL LOWRY

Parece ser la expresión que mejor se ajusta a la reacción que tenemos los hombres, ante un nuevo asesinato machista, y ante la violencia de género en particular. Es decir, seguimos sin ser capaces de dar un paso adelante, y tomar un compromiso activo para erradicar tanta violencia y sufrimiento.

La sociedad nos ha maleado de tal forma, que hemos hecho de lo violento algo habitual y normal, con lo que convivir, ignorando u obviando que es esa nuestra actitud, la de los hombres, la de mirar a otro lado, el justificar lo injustificable, y el preferir no pensar realmente en las causas de esta tragedia que sufren las mujeres, la que precisamente genera la cultura que permite que en nuestro país, haya 1.000 hombres asesinos de mujeres, y que la lista lejos de disminuir, siga aumentando.

Pero los 1.000 hombres asesinos de hoy, no son los de mañana, y pensar en ello aun provocando tanto terror, a nadie hace recapacitar como para entender que el foco, el punto de atención no podemos situarlo solo en las víctimas, y en su necesaria protección y empoderamiento. Porque si hay un colectivo que realmente debe de cambiar, si queremos parar este genocidio, este es el de los hombres. El de los asesinos actuales y potenciales.

Pero eso parece que solo lo ve el feminismo, y unos cuantos hombres, que claman en el desierto como lobos solitarios, procurando el necesario cambio de los hombres, y el abandono de una cultura, pensamientos, y comportamientos patriarcales, machistas, agresivos, y violentos, que engendra a los nuevos maltratadores y asesinos, ante la mirada indiferente, el desprecio, las bromas, y el rechazo del resto de hombres.

Cambiar la educación desde el origen, en la escuela, la familia, en la sociedad, y comenzar a contemplar y entender la vida no desde la perspectiva omnipresente del hombre, sino desde la de las mujeres y la igualdad, resulta del todo punto imprescindible para ir alterando las conciencias, cambiando las mentalidades, e instaurar nuevos modos de actuar en una sociedad que camina a pasos agigantados hacía su autodestrucción con humillaciones, violencias, y sufrimientos.

El capitalismo y el neoliberalismo, al los que tanto interesa el mantenimiento de este poder de los hombres, como fuerza productiva, sigue fomentando las jerarquías, el individualismo, la visión hetero de las relaciones, y la marginación de todo aquel que se salga de ese malévolo binomio que forman masculinidad y feminidad, donde una representa el poder y los privilegios, y otra la sumisión y la inexistencia, con un incesante caudal de mensajes para que no reaccionemos ante la brutalidad, no actuemos en los ámbitos colectivos, y nos mantengamos en la esfera de la defensa de nuestros privilegios individuales, contribuyendo a la existencia de este sistema tan dual, jerarquizado y violento, donde las mujeres son la carnaza necesaria para satisfacer su necesidad de poder y acumulación de riqueza.

Urge actuar a los poderes públicos, y a los hombres cambiar. Es necesario destinar fondos públicos a la reeducacion del hombre, a la construcción de nuevas formas de entender ser persona, por encima de géneros y categorías identitarias, que solo provocan exclusividad, marginación y discriminaciones.

No podemos seguir manteniendo esta estructura empeñada en diferenciarnos. Hombre y mujer no son más que otra construcción social creada para separarnos, establecer jerarquías y detentar el poder. La heterosexualidad impuesta como natural y dominante es una eficaz aliada para el establecimiento y mantenimiento de este objetivo. Nuestros genitales no son más que genitales, y no pueden ser la causa de ninguna otra razón, identidad, ni orientación sexual que nos separe y discrimine.

Es en esta división, en el reparto de roles que se efectúa a continuación, en la división sexual de trabajo, en el predominio de la heterosexualidad, es donde se sitúan muchas de las razones que conforman el pensamiento masculino, el comportamiento de los hombres, y la cultura de la violación, el abuso y los asesinatos machistas, y es precisamente donde es urgente actuar.

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