2023, funcionar o existir

La trilogía casa, alimentos, energía debería ser nuestro propósito para mejorar nuestras vidas y las de las generaciones que nos siguen

2023, funcionar o existir, por Pablo Martínez-Calleja
2023, funcionar o existir, por Pablo Martínez-Calleja

En la conversación de todos nosotros aparecen el nuevo año, los buenos propósitos y las esperanzas o desesperanzas. La mayoría de las conversaciones no son siquiera un alto en el camino sino, sin detenernos en todos nuestros automatismos y necesidades de seguir funcionando, añadir una pincelada de color y alegría a una existencia gris que queremos que mejore. Dejar de fumar, encontrar por fin el amor, conseguir un trabajo mejor, dejar de vivir en la calle, que desaparezca la soledad.

Nos abruma lo poco que podemos hacer para que nuestras vidas sean mejores y es cuando aparecen las llamadas entusiastas a los cielos en busca de una solución mágica, porque las soluciones reales parecen pocas. A veces, sin embargo, nuestros problemas están mal planteados. Conseguir un trabajo mejor es harto difícil, por mucho que en nuestras cabezas siga sonando que la responsabilidad es nuestra propia y la culpa también. La realidad es terca, las condiciones draconianas de trabajo afectan a todos, el sistema está basado en que para que unos tengan mucho otros no tengan: ¿vamos a ser nosotros de los que tengan o de los que no? ¿Vamos a tener suficiente? ¿Cuánta vida personal vamos a sacrificar para tener lo necesario?

Cada vez más nuestra forma de vivir está dirigida a lograr objetivos y no al simple vivir. Hay, es evidente, objetivos que lograr para alcanzar una vida material suficiente, y a saber lo que pueda ser suficiente. Casa, alimento y la sensación de no estar preocupados por la casa y el alimento es el objetivo fundamental. Alcanzar estos dos objetivos se ha vuelto desesperante para la mayor parte de todos nosotros y de los que nos rodean, motivo por el cual aumenta, cada día, la reflexión sobre la necesidad de que la casa y los alimentos sean un derecho fundamental e intocable; accesible para todas las personas.

Hay medios materiales suficientes para lograrlo. La acumulación de fortunas incalculables es discutible; las leyes que permiten negocios especulativos con todo, con la casa y con los alimentos, son discutibles. Romper con este sistema es romper con la especulación sobre casa, alimentos y energía. La conversación sobre este tema es esencial. Si con estos tres bienes dejaran de especular mejoraríamos la situación terminal del planeta, de la vida en el planeta, de la vida de todos nosotros. Estos tres puntos concretos podrían ser esos famosos objetivos para este año, para que podamos empezar a vivir y no solo sigamos funcionando como si fuéramos máquinas: máquinas de trabajo, máquinas sociales, máquinas familiares, máquinas emocionales.

Nuestra independencia económica desataría muchos nudos que nos atan a determinadas personas o relaciones, a determinadas instituciones. La trilogía casa, alimentos, energía debería ser nuestro propósito para mejorar nuestras vidas y las de las generaciones que nos siguen. Podríamos dejar de pre-ocuparnos para simplemente ocuparnos de vivir, disfrutar de la existencia: conversar sin temor a nadie, conversar por el gusto de hacerlo; abrir y los ojos y ver los paisajes urbanos y los naturales; salir de paseo y sentarnos en un banco a mirar como nieva o como se mecen los árboles por la acción del viento. Dejarnos entusiasmar por personas que nos entusiasman. Escuchar músicas y canciones, y sentir el placer que nos producen. Volver a bailar y a jugar. Todo sin necesidad de hacerlo para anunciarlo a los demás sino para, simplemente, vivirlo. Y sí, lo que vivimos no tiene que tener el objetivo de contarlo. Basta con vivirlo. Claro que se puede compartir. La pregunta es si vamos de viaje porque queremos o porque deseamos exhibirlo. Si estamos con una persona porque nos gusta o para que nos vean con ella. O si no estamos con determinada persona, con la que nos gustaría estar, solo para que no nos vean con ella.

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