El Santo Crucifijo enmarcado en la puerta de San Miguel.
El Santo Crucifijo enmarcado en la puerta de San Miguel.
Petalada al Señor de la Sentencia, en La Plazuela, en la mañana de Viernes Santo.
Petalada al Señor de la Sentencia, en La Plazuela, en la mañana de Viernes Santo.
Un manto de pétalos desde una ventana de La Plazuela para Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.
Los casi 700 nazarenos de La Yedra recorren 5 kilómetros en más de diez horas de penitencia.
El palio de la Encarnación saliendo de San Miguel la pasada Madrugada.
El paso del Crucificado de San Miguel no solo recorre calles, también atraviesa generaciones.
Silencio y la luz la de los cirios en la salida de San Miguel.
El cortejo más silencioso, el más solemne: Jerez se detiene.
Atascos de público para no perderse ninguna hermandad de la madrugada jerezana.
Antonio, pala en mano, prepara los 400 kilos de masa para alimentar a una ciudad que no duerme.
Colas desde bien temprano para comer churros en el centro.
Una saeta con el crucificado de San Miguel y la única luz la de los cirios.
María enciende el fuego como cada Madrugada: su puesto de churros tiene 140 años de tradición.
Silencio y lágrimas contenidas: empieza la noche más sagrada.
Ntra. Madre y Sra. del Traspaso reflejada en la fuente del Mamelón.
Jerez contempla, enmudecido, cómo la tradición se abre paso con túnica blanca.
Cada paso del Nazareno sobre el adoquín es un acto de entrega.
Nazarenos de hasta 89 años desfilan con la misma devoción de toda una vida con la túnica.
Las Cinco Llagas por calle Honda.
Nazarenos de las Cinco Llagas en la Madrugada de Jerez.
Nazarenos de las Cinco Llagas en la Madrugada de Jerez.
Así cargan al Señor los hombres del Nazareno. Algunos llevan años, otros debutan este año, pero todos con la horquilla y el mismo corazón.
Silencio absoluto. El Cristo de La Buena Muerte avanza entre penumbras y respeto sobrecogedor.
Hermanas de la Yedra agotadas tras la estación de penitencia desde la madrugada.
Su rostro, sereno e implacable, atraviesa la calle Sol envuelto en incienso y saetas.
La Plazuela despierta para recoger a su cofradía: La Yedra ya vuelve a casa.
Una pequeña monaguilla entre capirotes de La Yedra.
Las primeras luces del día para La Virgen de la Piedad
El Cristo de la Buena Muerte en la amanecida del Viernes Santo.
El Cristo de la Buena Muerte en la amanecida del Viernes Santo.
El cortejo de la Buena Muerte de regreso a casa por Calle Tornería
A través del humo del incienso, Jerez despierta tras una larga madrugada
El Santo Crucifijo enmarcado en la puerta de San Miguel.
El Santo Crucifijo enmarcado en la puerta de San Miguel.
Petalada al Señor de la Sentencia, en La Plazuela, en la mañana de Viernes Santo.
Petalada al Señor de la Sentencia, en La Plazuela, en la mañana de Viernes Santo.
Un manto de pétalos desde una ventana de La Plazuela para Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.
Los casi 700 nazarenos de La Yedra recorren 5 kilómetros en más de diez horas de penitencia.
El palio de la Encarnación saliendo de San Miguel la pasada Madrugada.
El paso del Crucificado de San Miguel no solo recorre calles, también atraviesa generaciones.
Silencio y la luz la de los cirios en la salida de San Miguel.
El cortejo más silencioso, el más solemne: Jerez se detiene.
Atascos de público para no perderse ninguna hermandad de la madrugada jerezana.
Antonio, pala en mano, prepara los 400 kilos de masa para alimentar a una ciudad que no duerme.
Colas desde bien temprano para comer churros en el centro.
Una saeta con el crucificado de San Miguel y la única luz la de los cirios.
María enciende el fuego como cada Madrugada: su puesto de churros tiene 140 años de tradición.
Silencio y lágrimas contenidas: empieza la noche más sagrada.
Ntra. Madre y Sra. del Traspaso reflejada en la fuente del Mamelón.
Jerez contempla, enmudecido, cómo la tradición se abre paso con túnica blanca.
Cada paso del Nazareno sobre el adoquín es un acto de entrega.
Nazarenos de hasta 89 años desfilan con la misma devoción de toda una vida con la túnica.
Las Cinco Llagas por calle Honda.
Nazarenos de las Cinco Llagas en la Madrugada de Jerez.
Nazarenos de las Cinco Llagas en la Madrugada de Jerez.
Así cargan al Señor los hombres del Nazareno. Algunos llevan años, otros debutan este año, pero todos con la horquilla y el mismo corazón.
Silencio absoluto. El Cristo de La Buena Muerte avanza entre penumbras y respeto sobrecogedor.
Hermanas de la Yedra agotadas tras la estación de penitencia desde la madrugada.
Su rostro, sereno e implacable, atraviesa la calle Sol envuelto en incienso y saetas.
La Plazuela despierta para recoger a su cofradía: La Yedra ya vuelve a casa.
Una pequeña monaguilla entre capirotes de La Yedra.
Las primeras luces del día para La Virgen de la Piedad
El Cristo de la Buena Muerte en la amanecida del Viernes Santo.
El Cristo de la Buena Muerte en la amanecida del Viernes Santo.
El cortejo de la Buena Muerte de regreso a casa por Calle Tornería