"Si la ciudad progresa, progresamos todos, pero aquí hace falta educación"

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Ramón González de la Peña (Jerez, 1956) terminó sus estudios de Arquitectura, en Sevilla, en 1981, en la misma promoción que Manuel González Fustegueras, con quien compartió sus primeros años de trayectoria profesional, en un pequeño estudio de la calle Caballeros. “En 1982 asistimos a una charla del Plan General (PGOU) para arquitectos y tras una entrevista con Pacheco nos contrataron a los dos”, dice González de la Peña en el inmueble del centro histórico en el que ahora tiene su despacho, aunque cuenta que se trasladará pronto. El que fuera arquitecto municipal relata que, tras realizar el proyecto del pabellón Tierras de Jerez de la Expo92, decidió hacer un paréntesis en su carrera profesional. “Dije que me lo iba a pensar… y así llevo 25 años”, apunta quién tras estar durante un década “bailando con la más fea” —le tocó ordenar muchas demoliciones ilegales en los 80, entre ellas la del chalé de Bertín Osborne—, ahora anuncia que ha solicitado su vuelta al Ayuntamiento. “Siempre he tenido en la cabeza la función pública, porque tengo una voluntad inquebrantable de que esta ciudad progrese, que mejore, que mire al futuro, que se modernice”.

¿Por qué ahora?

La crisis me ha hecho pensar mucho. Llevamos diez años pasándolo fatal, no hay trabajo, y la posibilidad de trabajar en la arquitectura de la manera que sé hacerlo, porque vengo de un tiempo que no existe ni va a existir, me ha hecho pensar que este ya no es mi mundo. He pensado que tengo la opción de poder continuar con mi idea sobre la ciudad, porque además el Ayuntamiento necesita arquitectos funcionarios.

La situación no tendría, evidentemente, nada que ver con la que dejó en 1990…

Nada. Es otro Ayuntamiento…

¿Otra ciudad también?

La ciudad es la misma prácticamente. Cambió lo que pudimos hacerla cambiar en aquellos años y después creo que se estancó. Hay otros ciudadanos, y se tienen que organizar, porque una cosa es la gestión de la ciudad desde la esfera política y otra es que la ciudad la tenemos que hacer los ciudadanos, en la medida en que proponemos, producimos, gestionamos y usamos la ciudad para el negocio, el ocio… La ciudad ahora mismo está como vacía. Hay mucha gente valiosísima, que quiere hacer cosas para que sea de otra manera, sumarle cosas que necesita. Si todos hacemos que la ciudad progrese, todos progresamos, funcionaremos mucho mejor. Ha sido una ciudad rica históricamente, no tiene por qué dejar de serlo.

"Llegó la democracia y pareció que solo nos implicaba en el voto cada cuatro años y que lo demás lo podíamos delegar en los políticos para que fueran decidiendo por nosotros. Eso no es así"

¿Qué porcentaje de culpa tienen los ciudadanos y qué parte los políticos que han gobernando de ese estancamiento del que habla?

Aquí ha habido una dejación por parte de los ciudadanos, pero ha sido en todo el país. Llegó la democracia y pareció que solo nos implicaba en el voto cada cuatro años y que lo demás lo podíamos delegar en los políticos para que fueran decidiendo por nosotros. Eso no es así, cada día tienes que estar implicado en tu entorno. Esa dejación, con el tiempo, se nos ha vuelto en contra, nos hemos quedado paralizados.

¿Estamos a tiempo de reaccionar?

Claro, empezamos de cero si hace falta. Yo ya estoy en una edad cercana a la retirada, pero no quiero que mis hijos tengan que irse de aquí. Tengo cuatro, dos en edad de trabajar y dos en edad de estudiar. Antes, los que estudiaban se iban fuera y luego volvían a la ciudad a trabajar. Ahora resulta que mis dos hijos están trabajando fuera porque no tienen posibilidad de hacerlo aquí, y los otros dos no se pueden ir fuera a estudiar porque no tenemos condiciones económicas para ello, y cuando acaben también se tendrán que ir. Quiero que eso sea voluntario, no obligatorio. Me gusta esta ciudad, y a mis hijos también, porque tiene un clima maravilloso, estamos en un lugar estratégico estupendo, tengo anclajes emocionales importantes, y aunque temporalmente a mi hijo le pueda encantar Florencia, que es donde está, sé que quizá querría trabajar en Jerez, o al menos en España, y no puede.

Teniendo esas potencialidades de las que habla, ¿por qué no terminamos de despegar?

La culpa la tenemos todos. No quiero cargar las tintas contra los políticos, pero sí que creo que la democracia nos ha confundido, pensamos: si no nos va bien votamos a otro. Esta ciudad necesita que la gente se moje, aunque si el único cauce es la política casi nadie quiere entrar ahí y dejar su trabajo por un puesto que es provisional. La gente que se dedica ahora mismo a la política es heroica. La gente que está jugándosela por poner un poco de orden, por ejemplo en el Ayuntamiento de Jerez, creo que tiene mucho mérito. Siempre he respetado mucho a los políticos, primero porque eran elegidos por un montón de votos, y si tienes el respaldo de tanta gente tienes que ser respetable, pero lo que me preocupa es cuando se demuestra que te has aprovechado de tu cargo.

¿Ha vivido de cerca algún caso de aprovechamiento de cargo público para intereses personales?

No, no conozco ninguno. He tratado a los políticos que conocemos todos. He trabajado de cerca con Pacheco, porque fue el alcalde que me tocó vivir, y teníamos cierta empatía. A mí me duele que esté donde está, sin duda, no es plato de buen gusto para los que lo hemos tratado.

¿También es de los que cree que está pagando haber pronunciado su famosa frase sobre la Justicia?

Creo que sí. En cierto modo hay un poco de influencia, no sé si llamarlo de otra manera, pero sí que le están limitando sus derechos, porque cumple una condena y parece ser que ya tendría derecho a ciertos permisos.

Fue testigo y parte de culpable del desarrollo urbanístico de Jerez en los 80. ¿Tiene la sensación de que se fue un poco la mano en esa época?

Se fue después. El primer PGOU, de 1984, era un Plan necesario, contenido, resolvía muchos problemas de todo tipo: el centro histórico sin pavimento, sin luz, sin agua… Eso no lo hizo el Plan, lo hizo la gestión municipal con una emisión de deuda pública, y se urbanizó la mayor parte de las calles del centro. Luego el PGOU protegió excesivamente el centro histórico, y cuando digo excesivamente, digo equivocadamente. En Jerez había diez o 12.000 viviendas ilegales y se legalizaron muchas gracias al Plan General. Toda la parte Este de la ciudad era un desastre urbanístico. Se hizo un estudio muy minucioso de esa zona y se convirtió en parte de la ciudad, se le dio un tejido urbano continuo que no había. Había calles que terminaban en tapias, calles estrechas… y se combinaron con solares que no habían sido construidos y donde se hicieron parques, plazas y avenidas. En aquella época se trabajó con mucho cuidado y buscando que la ciudad fuera toda una, articulada.

¿Cómo recuerda esa lucha?

Aquello era apasionante. El éxito de ese primer PGOU, que sale en un momento de crisis inmobiliaria, es que la ciudad mejoró mucho. Y luego, se quedó parada. Lo que vino después fue el descubrimiento de las unifamiliares, todos los promotores inmobiliarios empezaron a querer hacer casas en hilera, que era una tipología que aquí no se había visto, y de pronto causó furor, todo el mundo quería vivir en ellas. Ahí estuvo el error del siguiente Plan y de los sucesivos, parecía que la única manera de que esta ciudad funcionara era con unifamiliares. Se multiplicó la ciudad en esos años. El territorio ahora ocupa seis veces más que en 1956.

Ese dato lo aportó en el debate sobre el modelo de ciudad organizado por IU y apuntó, literalmente, que “en cuanto a crecimiento ha llegado a su límite, incluso diría que lo ha excedido, por lo que tiene que reorganizarse”. ¿Por dónde empezaría esa reorganización?

Hay mucho que hacer. De momento, por un lado, el centro histórico, que es un caso aparte. Ahí hay que meter gente, es la única solución, pero para eso tiene que tener los mismos o parecidos valores que cualquier zona de la ciudad donde te apetezca vivir. Yo vivo en un parque, es una casualidad, que además diseñé hace 25 años. Me compré esta casa —donde se realiza la entrevista, cerca de Porvera— con la intención de venirme al centro, pero cuando empecé a vivir allí vi que se estaba mejor que aquí. ¿Qué quiero tener aquí? Un parque cerca de mi casa, por ejemplo.

¿No es atractivo el centro histórico ahora mismo?

Claro, por eso no vive la gente ahí. ¿Qué hay que hacer? Tiene que tener equipamientos, como colegios, que algunos hay, pero pocos; zonas deportivas; aparcamiento… para los coches de los residentes, claro, porque tráfico no puede tener el centro histórico. El coche nació después que esas calles, no están preparadas para eso. El pavimento es erróneo, no se puede andar, en silla de ruedas ni te digo, un carrito de niño no puede ir por esas calles, ¿cómo va a querer la gente vivir en el centro si no les cabe el carrito del niño por las aceras? No se puede vivir así. Tienes que tener las cosas fáciles, por eso se va la gente a las unifamiliares. Porque, ¿qué hacen en el centro con los coches?

"A la gente le asustan los cambios, pero los urbanistas, la gente especializada, sabe que la peatonalización juega a favor de los ciudadanos"

El problema es que se quiere aparcar en la puerta…

No tiene por qué estar en la puerta, pero puede estar cerca. ¿Por qué no hay edificios de aparcamiento en el centro histórico? ¿Por qué todo tiene que ser subterráneo, que es más costoso? Hay muchas maneras de gestionar. Pero no me quiero centrar solo en el centro, si tenemos que crecer tenemos que hacerlo dentro de estos límites que tenemos, y hay un montón de espacios que se pueden reconstruir con mucha más densidad para aprovechar los servicios que ya tenemos. Y una cosa que se me ha olvidado antes: tenemos que andar. Andando solo produces buenos pensamientos, es súper saludable. Ningún mal pensamiento te acompaña durante un camino de más de media hora, se te quitan los malos rollos cuando andas. Lo sé por experiencia. Ando mucho. Comprendo que no todo el mundo puede, pero se puede ir andando a los sitios. Mi socio Estanislao Cabanillas, que es joven, me dice que no hay que hablar de ciudad peatonal, sino de ciudad caminable.

¿Cree que asusta hablar de peatonalizar? Hace poco se ha reabierto el debate, esta vez en Las Angustias, ¿por qué da tanto miedo esta posibilidad?

No lo sé. Conozco montones de ciudades europeas cuyo centro está peatonalizado. El centro histórico de Lucca (Italia) es peatonal, y no entra nadie con coche que no viva dentro. Hay que dejarlo fuera.

Un ejemplo cercano puede ser Sevilla y el cambio que ha experimentado los últimos años…

Y Cádiz, que es una ciudad peatonal sin serlo, porque a nadie se le ocurre coger el coche para intentar aparcar dentro de Cádiz, porque no hay aparcamiento.

¿Usted es partidario de peatonalizar más zonas del centro de Jerez?

Sí. A la gente le asustan los cambios, pero los urbanistas, la gente especializada, sabe que la peatonalización juega a favor de los ciudadanos. Te puedes equivocar, pero normalmente el rechazo es por egoísmo personal, porque los clientes de mi negocio paran el coche dos minutos, compran y se van, entonces ese no quiere que le hablen de peatonalización. Eso mismo es lo que le daba miedo a los comercios de la calle Larga y luego vieron que era mejor para ellos, pero claro, ¿quién se lo hacía ver por adelantado?

También ha pasado con el carril bici, que tuvo muchas críticas.

Hay gente a la que le dan miedo las bicicletas, pero el carril bici es cojonudo, aunque siempre haya uno que va muy rápido por donde no debe. Ahora, lo que han hecho aquí es quitarle acera al peatón, ese no es el objetivo, tendría que haberle quitado calzada a los coches. Los políticos no se la juegan, porque los tienen que votar para la siguiente.¿A qué ciudad le gustaría que se pareciera Jerez urbanísticamente hablando?

A Jerez, porque yo he vivido una Jerez peatonal. Cuando tenía diez o doce años no había coches, y era una ciudad maravillosa para ir andando a los sitios. Las conquistas se vuelven contra nosotros. En los años 60 la conquista era que todo el mundo pudiera tener un coche y no nos dimos cuenta de que si todos teníamos uno no habría dónde aparcarlos.

Hablaba del progreso de la ciudad en los últimos años, ¿pero cuál ha sido el mayor error de las tres últimas décadas?

El error ha sido esa expansión de los límites urbanos que ha condicionado que dejara de renovarse y de progresar el núcleo central.

¿Particularmente, se arrepiente de alguna decisión que tomara en su día?

Las decisiones las tomaban los políticos, yo proponía cosas. Seguro que me he equivocado en muchas propuestas, posiblemente, soy humano.

"La idea de decir que la ciudad del flamenco en Jerez me parece brillante, pero en mi opinión se dejaron a la aventura demasiadas condiciones"

Habló muy bien de la Ciudad del Flamenco en el debate de modelo de ciudad de IU. ¿Qué cree que podría haber supuesto para Jerez?

En Jerez tenemos una industria por desarrollar que es la del flamenco, que es un hecho cultural de esta ciudad, y tiene un potencial enorme. La idea de decir que la ciudad del flamenco es Jerez me parece brillante, pero en mi opinión se dejaron a la aventura demasiadas condiciones, entre otras cosas el presupuesto, nadie sabía cuánto iba a costar. ¿Cómo se puede convocar un concurso sin saber si tengo dinero para hacerlo o no? Habría que haber limitado el precio del edificio, haber sido más cautos en las funciones que tenía que albergar, y probablemente así se hubiera conseguido algo más modesto pero igualmente atractivo. Desde que se creó el Guggenheim, las ciudades se han nutrido de esa idea de tener un edificio moderno, construido por un arquitecto de lo que llaman el star system de la arquitectura, para que genere atractivo. Eso pasa. La gente va a Bilbao por el Guggenheim, y el contenido interesa menos que el propio edificio la mayoría de las veces. A lo mejor esta ciudad lo necesitaba, aunque tiene la Cartuja, el monumento más importante de la ciudad.

¿Cree entonces que fuimos demasiado ambiciosos con la Ciudad del Flamenco?

Sí. Sin embargo, la idea era buena, yo intenté primero reconducirla, hablando con los arquitectos para que se adaptaran al presupuesto e hicieran otra cosa, y hubiera sido suficiente. No lo hicieron, bueno vale, pero al menos que no se pierda la idea de la Ciudad del Flamenco. ¿Qué tenemos? El Teatro Villamarta; un espacio expositivo maravilloso como son los Claustros; los archivos del Centro Andaluz de Flamenco; el centro histórico lleno de peñas; y una plaza que queremos significar como el centro del flamenco, la plaza Belén, que ahora resulta que se dispone de unos cuantos millones para poder invertir ahí. Pues todo eso puede ser la Ciudad del Flamenco, solamente hay que articularlo y darle un contenido para que se pueda gestionar conjuntamente y que no vaya cada uno por su lado, que todo esté organizado.

¿Falta organización en este Ayuntamiento?

Muchísima. Porque no pueden, porque no tienen capacidad, porque no hay dinero, por muchas razones. Pero vamos a organizarnos bien. Hay capacidad de hacer muchas cosas, pero posiblemente siete concejales no puedan con todo eso.

¿Qué le parece entonces el proyecto que se realizará en la plaza Belén?

Supone bajar un gran escalón. Cuando vi el proyecto protesté, está dibujado con desgana. Se nota. No tiene pinta de que vaya a quedar bien. Pero claro, en cuanto dices algo que no le gusta a alguien ya creen que estás contra eso, nadie admite una queja. Hay que tener un poco más de humildad.

Es un gran defensor del Guadalete, ¿por qué seguimos dándole la espalda?

El Guadalete es lo mejor que hay. Creo que se entendió mal la propuesta que hice en 1991, a lo mejor se estaba pensando que había que llevar la construcción hasta el límite del río, pero no, se trata de llevar equipamientos, de hacer parques. El Ayuntamiento ya ha dado un paso con el Centro de Interpretación de Santa Teresa, pero hay que dar muchos más pasos. Hay que organizar eventos en torno al río, para los escolares, el Día del Árbol se puede hacer allí…

¿Cree que somos expertos en Jerez en desaprovechar nuestros recursos?

Ya lo creo. Al menos lo somos en no aprovecharlos. No hay que perder de vista el objetivo, que es que esta ciudad no empeore.

El arquitecto municipal Benito García Morán dijo en una entrevista en lavozdelsur.es: “Estamos aquí para intentar resolver los problemas pero no tenemos una varita mágica”. ¿Le han pedido alguna vez que haga de mago?

Yo no soy mago, lo que soy es un motivado, de siempre. En todo lo que me meto en la vida. Me meto a tener hijos y tengo cuatro (risas). Magos no hacen falta, hace falta gente motivada, comprometida, dispuesta a dejarse la piel por estas ideas. Quiero ver a la gente poderosa, que tiene en la cabeza una máquina de hacer billetes, implicada en el futuro de la ciudad. Si la ciudad progresa, progresamos todos. Cuanto mejor le vaya a la ciudad, mejor nos va a los ciudadanos, pero aquí hace falta educación, lo primero que tenemos que tener es salud y después la educación. Hay que enseñarles a los niños en los colegios a comportarse con los demás ciudadanos.

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