Alcalá de Guadaíra, lugar de panaderos y también de molinos: "Es un tesoro que se está revalorizando"

Este municipio sevillano cuenta con actividad molinera desde el s. XII debido a la calidad del agua y de la fuerza motriz de su río

Interior del molino del Algarrobo (s.XIV) en Alcalá de Guadaíra.
Interior del molino del Algarrobo (s.XIV) en Alcalá de Guadaíra. JUAN CARLOS TORO

De Alcalá de Guadaíra el pan y sus tomates, pero también sus molinos. Este municipio sevillano de 75.500 habitantes, según datos de 2021 recogidos por el INE, se encuentra atravesado por el río que le da su apellido, uno de los principales afluentes del Guadalquivir, con 120 kilómetros de distancia desde su nacimiento en Fuentamarga, en la Sierra de Morón, hasta su desembocadura, que dota de una gran fertilidad a su campo y de fuerza motriz a sus harineros. 

Tanta actividad molinera desde el s. XII dejaba entrever que algo pasaba en esta zona. Y hasta se han encontrado vestigios molineros de vasijas de la época neolítica. "Alcalá es rica en agua, ríos, arroyos, fuentes y manantiales, además cuenta con un nivel freático muy interesante, que hace que la producción molinera sea efectiva y contundente en este tramo urbano", explica Juan Hurtado Lissén, patrón de la Fundación Savia y parte de su Junta Directiva. 

El poder del agua en este pueblo explicaría la razón de vida y comercio alrededor del río. "El eje transversal del Guadaíra podemos considerarlo como el inicio de los polígonos industriales a partir del s.XII", opina Hurtado, experto en molinología. "Los molinos tienen un encanto muy especial y este tesoro que aquí tenemos se está poniendo en valor ahora, ya que han estado mucho tiempo abandonados", aclara. 

Vistas de algunos molinos de Alcalá de Guadaíra.
Vistas de algunos molinos de Alcalá de Guadaíra.    JUAN CARLOS TORO

En Alcalá de Guadaíra son numerosos los molinos de época árabe y medieval, divididos en dos tipos: de ribera o azúa (fuerza motriz de la corriente del río) o de cubo (fuerza motríz arroyos o manantiales). Destacan el de la Aceña, Benarosa, San Juan, del Algarrobo –en funcionamiento desde el s. XIV hasta los años 60–, la Tapada, del Arrabal –con una alta rentabilidad y que fue dinamitado en los 60 por situarse a las faldas del castillo– y del Realaje. "Muchas personas han solicitado los molinos para hacer actividades (museos, restaurantes, talleres de pintura...) el problema es que están a orillas del Guadaíra y cuando sube el nivel, corren el riesgo de inundarse", advierte Juan. Ahora el Ayuntamiento de Alcalá se está quedando con la titularidad de todos. 

Las crecidas en épocas de lluvia ascienden los tres y cuatro metros, eso impide tener una actividad fija en uno de estos molinos. Desde hace unos años, con motivo de las sequías no se viven estas crecidas en el pueblo, pero la amenaza es tal, que las casas de las familias de los molineros históricamente se construyeron alejadas del nivel de la subida del río para evitar así más de un disgusto cuando llegaban las lluvias. 

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El molino de la Tapada es de los de tipo "de cubo", que se nutren de la fuerza de los arroyos.    JUAN CARLOS TORO
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Molino de Benarosa, de época árabe, es el más antiguo de todos.   JUAN CARLOS TORO

Anatomía de un molino alcalareño: agua, piedra y harina 

Un molino de azúa o ribera funciona con la fuerza mostriz de la corriente del río. Para ello cuenta con tres puntos de acceso de agua y uno o varios tablones para bloquear su acceso si se desea o contener la fuerza motriz. Estos accesos van conectados por un cárcavo hacia un juego de piedras llamadas paradas, encargadas de moler el trigo: la solera (piedra fija en el suelo) y las volanteras (piedras que se mueven con un sistema de cuerdas y poleas). Dichas paradas se encontraban en la sala de molienda, que en determinadas circunstancias de lluvia, con la subida del nivel del agua entre dos y tres metros, cubría en algunos casos parte de la misma.

En el interior del molino del Algarrobo, Juan diferencia las diferentes áreas de las que constan estas construcciones harineras. La zona de la entrada era donde llegaban las bestias para descargar el trigo o llevarse la harina recién molida. También podía encontrarse el silo, donde guardaban o sacaban la harina. Su suelo estaba hecho de guijarro y trozos de piedra para crear un efecto antideslizante. Las paredes encaladas mantienen un frescor perfecto y su construcción está hecha de ladrillo, piedra de albero y, en muchos casos, de tapiales (cal y albero pisonado). "Fíjate los siglos que lleva embistiendo el agua aquí y el estado del molino", agrega Juan.

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Molino del Algarrobo, el único visitable en el Parque de Oromana.    JUAN CARLOS TORO
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Juan Hurtado en la segunda planta del molino del Algarrobo.   JUAN CARLOS TORO
Las paradas del molino del Algarrobo conservan las firmas de su picapedrero, que data de 1937. Concretamente esta construcción cuenta con doble planta y una torre mirador. "Sirvió de refugio cuando subía el nivel del agua", apunta el experto durante la visita. En la estructura también se encontraba la "sala del infierno" o sala de máquinas, donde se situaban todos los rodeznos. "Algunos tenían granero y vivienda arriba, pero normalmente la familia que explotaba el molino tenía una casa cercana con huerta autosuficiente, ya que contaban con árboles frutales: naranjos, manzanos, nísperos...", informa Juan.
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Restos de casas de familias molineras en el Parque de Oramana en Alcalá de Guadaíra.   JUAN CARLOS TORO
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El Parque de Oromana de Alcalá de Guadaíra.   JUAN CARLOS TORO

Durante el paseo por el Parque de Oromana, donde en su tramo urbano se localizan la mayoría de los molinos de Alcalá, todavía pueden verse algunas de las casas y albercas pertenecientes a estas familias molineras, así como sus árboles y arbustos. Vestigios patrimoniales y naturales de un modus vivendi que sigue en la esencia de los alcalareños y que, a su vez, funciona de pulmón verde y refugio contra las altas temperaturas durante los meses de verano. Paisajistas quedan impresionados por su belleza, pues su historia ha hecho de este lugar, un bien de interés turístico y medioambiental.

 

 

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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