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Antes que símbolo y faro de la danza española Antonio Gades trabajó en un estudio fotográfico en Madrid. Quizás por eso le impactó tanto aquella imagen. Y eso que en aquella época el enjuto bailarín contaba con un póker de fotógrafos de primer nivel en el Ballet Nacional. Ninguno había logrado tras probar mil veces lo que Miguel Ángel González (Jerez, 1968) obtuvo a la primera. Festival de Jerez de 2002. Las cuatro lavanderas sacuden la sábana y forman un perfecto y estético globo aéreo en una instantánea con vida y movimiento. Todas a una. Quizás han visto antes esa misma imagen icónica, pero no la de Miguel Ángel González. “Llevo 20 años fotografiando Fuenteovejuna por el mundo, Nueva York, París, Tokio… Tengo que venir a Jerez para descubrir qué es Fuenteovejuna a través de la foto de un periódico de pueblo”, le espetó el maestro con la impertinencia de los genios tras pedir a una ayudante que se lo presentara.

A continuación dispuso mandón pero afable: “Quiero que me mandes dos copias de esa foto, una me la dedicas tú a mí y la otra te la devuelvo yo dedicada por mí”. "Me quedé paralizado”, confirma Miguel Ángel. Gades murió a los cuatro meses pero el fotógrafo de aquel periódico de provincias fue reclutado para inmortalizar al Ballet Nacional de España; como por otra parte había dejado ordenado el maestro alicantino. Antes de todo eso, este fotógrafo-fotógrafo jerezano estudió la técnica en Málaga, donde colaboró con la universidad, Diario 16, con El Observador... y hasta con las autoridades. Eso le valió incluso una amenaza de muerte ("salió publicado en el propio periódico") y "una temporadita de descanso". Se explica: "Estaba en el Diario 16. Entonces Pedro J. montó su equipo de investigación y me mandaron a Manilva a fotografiar a un mafioso español de la época que estaba en busca y captura por la Policía. Me fui, lo seguí y le hice la foto a unos metros de distancia, lo que sirvió para que lo pillaran y lo que a mí me costó amenazas posteriores y que la dirección me mandara a casa de vacaciones”.

Han pasado 26 años de aquello, algo más de dos décadas y media desde que empezó en el oficio, 23 de esos años dedicado al Grupo Joly, fundamentalmente a Diario de Jerez. No es que el reconocimiento le haya llegado ahora. No en vano, Miguel Ángel cuenta en su haber con el Premio de fotografía de la Cátedra de Flamencología y Lámpara minera de las Artes Plásticas en La Unión (Murcia), entre otros galardones. Pero éste ha sido probablemente su gran año. “No sé si he estado de moda este año pero estas cosas son así, o no te llaman, o te llaman todos a la vez. Ha sido apabullante y más para mí, que no soy de exposición pública. Pero me han llamado a la puerta y no puedo decir que no”.

Viene de siete exposiciones en menos de un año y de salir al fin a mostrar su talento por Europa. Primero han sido Marsella y Mont de Marsan (con un prestigioso festival de flamenco) con A compás del tiempo. Pronto llegará París. Fotos al natural, sin filtros ni photoshopeo, que muestran “el flamenco que yo entiendo. Veo el cante en blanco y negro”. Entre medias, una muestra al aire libre, En la gloria, Danza, Amor, Sometimiento. Con esta última, “pensé que me echaban de Jerez. Pero luego llegué a ver a gente salir llorando de la exposición. Estuve liado cuatro años para hacer este trabajo de locos, pero lo hice por una necesidad de reto personal, no para que gustara. Trabajo para mí”.

Rebobinemos otra vez. “Cuando estudiaba fotografía en Málaga no tenía ni un duro pero siempre había un ángel sobrevolando que hacía que en mis manos cayera una cámara y pudiera demostrar y expresar todo lo que llevaba dentro. Toda mi vida he querido ser reportero, aportar mi granito de arena para que el mundo fuera mejor, hasta que te das cuenta de que no puedes cambiar nada". Pero la vocación sigue intacta. A pesar de todo. "He querido ser cocinero, he querido ser músico... Pero cuando tengo la oportunidad de estudiar fotografía descubro lo que me gusta realmente. Veía Informe Semanal, La clave... Quería ser reportero de guerra pero me quedé aquí, aunque trabajar en Jerez en el fondo es una batalla diaria". Las referencias en su método de trabajo son Cartier Bresson y Eugene Smith: "Decía Bresson que la instantánea se forma ante ti durante milésimas de segundo: o la captas, o la pierdes para toda la vida. Me gustaba cómo trabajaban esos locos con sus cámaras, sobre la marcha, emocionándose y siempre tratando de sorprenderse. Cada día un reto, por eso me gusta tanto cubrir los 16 días seguidos de espectáculos del Festival de Jerez".

¿Qué porcentaje de casualidad hay en una buena imagen? "La suerte es siempre importante pero no creo que haya casualidad en la fotografía, existe causalidad, sobre todo cuando mantienes una continuidad en un trabajo. Hay una búsqueda. Sientes como una derrota cuando la búsqueda no tiene recompensa pero en este oficio la gloria y el fracaso se miden día a día". ¿Y con los años en qué cliché se mueve mejor? ¿Fotoperiodista, artista plástico, fotógrafo de flamenco? "Es una pregunta de puta madre porque yo soy fotógrafo. Me considero fotógrafo. Cada uno que se ponga la etiqueta que quiera pero para mí la palabra fotógrafo es muy grande. Mi cámara es mi escudo, mi compañera de vida. Yo soy yo sin mi cámara pero mi cámara me permite romper barreras y poder expresarme. Soy un tímido excesivo, he perdido mucho con eso, pero la cámara siempre digo que ha sido la voz de mi silencio. Lo que no he podido explicar con palabras lo he contado a través de ella". 

"Estoy aquí para contar cosas, no tengo una cámara para apretar el botón, cuento historias, no disparo metralletas, tiro muy pocas fotos y estoy acostumbrado a eso..." Miguel Ángel González viene de las redacciones donde se revelaban los carretes en cuarto oscuro y donde los recursos eran más que limitados. Eso curte y proporciona otro valor al instante, claro. "En el 96 cubría las inundaciones en Jerez tan graves que hubo y tenía solo un carrete. Si me dejaba llevar por la emoción del momento me comía el carrete, así que había que seleccionar muy bien, había que templarse y tener una paciencia infinita, aguantar la respiración porque el miedo a perder la foto te atrapa".

¿Siente a menudo ese miedo, esa lucha interior por conseguir la foto perfecta? "Tengo claro el sentido fotográfico de las cosas pero hay veces que te da pánico porque mi cámara y las circunstancias son las que dominan. No es algo de decir 'he tenido un mal día', es como si la imagen quisiera brotar y eso es algo que no puedo controlar". ¿Aborrece la técnica, le gusta vivir en el filo de la navaja? "Yo siempre vivo en el abismo, no me considero un buen fotógrafo. La fotografía es una mezcla entre poesía y matemáticas, y a mí me gusta más la poesía. Siempre suspendía matemáticas. Hay un punto en el que me da igual que alguien me pueda decir que técnicamente mi foto es mala. Yo lo que busco es la emoción y la anticipación en milésimas de segundo de lo que va a ocurrir". ¿Qué pasa en tu cabeza entre que pones el ojo en el visor y disparas? "Eso son chispazos neuronales. Sabes perfectamente cuando tienes la foto y cuando no la tienes. Mis trabajos siempre han sido imperfectos y a veces me he visto defendiendo fotos que nadie ha entendido. Tengo gafas, pero cuando me las quito es cuando veo la luz. Cuando lo veo todo borroso es cuando lo veo todo más claro, por eso me gusta la imperfección y la inmediatez".

¿Y entonces todo eso de Miguel Ángel y el flamenco? "Del teatro llegue a la danza y de ahí al flamenco. Donde más cómodo me he movido siempre ha sido en la cuarta pared, en los espectáculos nadie te observa y me siento libre. Esa libertad me permite ser como realmente soy, por eso siempre me ha gustado tanto la escena". ¿Con qué flamenco identifica su fotografía? "No sería Agujetas. Sería una mezcla: tendría algo de El Torta, Luis de la Pica... Sería un Moraíto... Pero todo más ordenado. En el fondo soy un perfeccionista, soy un eterno insatisfecho. Siempre autodestruyo mi trabajo porque creo que siempre hay algo que puede ser mejorado". ¿Cómo se enfrenta al trabajo en el terreno jondo? "El flamenco en sí ya tiene una fuerza transgresora que no hay que forzar. Cuando empecé no tenía referencias, había fotos magníficas de Pepe Lamarca, Colita... pero, ¿en un escenario? ¿Contar una película en cuatro o cinco fotos? Se trata de dar estética y movimiento, que es donde está el duende, el pellizco... Luego hay que buscar una buena colocación, la geometría, imprimir un sello". La estampa del espectáculo flamenco, la silueta del artista, trasciende ya como imagen de marca, con la impronta que deja el sello de Miguel Ángel González: "Hay que crear una identidad en tu trabajo, defiendo la personalidad por encima de todo, no defiendo las influencias". 

"En Francia me han pedido fotos que nunca me habían pedido: cante y bailaores. 'Estamos cansados de tanta bailaora, esto está saturado ya de mantones y de colores', me decían. He ido desnudo, con fotos de negativo y ha venido muchísima gente a felicitarme porque era flamenco de verdad, atemporal, ese que traspasa al artista y se queda en la forma, en la expresión. Lo plástico es un cuerpo de baile en color pero ahora llega el cateto éste de Jerez y dice: 'esto es flamenco al natural, sin retoque alguno y como me gusta el cante grande y lo veo así, lo presento en blanco y negro". ¿Tiene esto algo que ver con la guerra eterna entre la ortodoxia y la heteorodoxia? "La gente lo quiere es emocionarse. Y a mi me emociona escuchar al Viejo Agujetas y lo mismo salgo botando con Israel Galván. Estoy abierto a todo lo que me emociona, pero me opongo a todo lo que sea destruir bajo un halo de falsa modernidad. Desde luego al flamenco lo veo imperfecto porque puedo ver al mismo artista cuatro veces y que de esas cuatro veces solo una me provoque una sensación, pero eso ya te persigue. Por eso digo, el flamenco es imperfecto pero para las emociones no conozco otro arte que te pueda traspasar más que éste".

 

¿Instagram, fotos vía smartphone? "Nunca hago fotos con el móvil", replica Miguel Ángel, enfrascado aún en la reflexión anterior. "Sé que incluso hay fotógrafos que exponen trabajos hechos con Instagram pero todo esto nos hace mucho daño. Todo no ha servido para educar, se han creado de repente millones de fotógrafos-artistas que solo saben poner un filtro, y el trabajo de los profesionales no se valora. Estamos asfixiados porque el trabajo se ha depreciado, no ha servido para revalorizar lo que es un buen trabajo profesional. Al final acabaré llevándome la cámara a la playa y me haré unas fotos de los pies... Ya podían al menos subirse buenas fotos en las redes sociales".

Su vida profesional discurre en Jerez, con todo lo que supone vivir y trabajar en Jerez. También soporta los convulsos momentos que vive el país desde que hace seis años estalló la crisis-estafa: "Veo todo esto muy bien enfocado por los poderosos. ¿Más claro? ¿Más corrupción destapada que sigue impune? ¿Más miseria? ¿Más precariedad laboral? Otros podrán decir que han vivido por encima de sus posibilidades, pero yo no. La Justicia en este país no funciona, por mucho que quieran decirnos. Aquí hay que actuar. ¿Qué pasa con los ERE, qué pasa con la Gürtel? ¿Qué pasa aquí? Nadie pide responsabilidades, ni dimite".

Vale, ¿y Jerez, cuál es su foto actual y, sobre todo, su foto futura? "Personalmente la veo muy mal. Y si hablamos del futuro, la veo mucho peor. Deberían de cambiar mucho las cosas en esta ciudad para que avancemos realmente. Jerez tiene una sociedad dormida, aletargada tras muchos años y creo que se ha evolucionado bastante poco. Todos al final hacen las mismas cosas y lo que realmente más pena me da es que la buena gente, chavales jóvenes con talento, se tiene que marchar o malvivir. La turba y el populismo se quedan". Bajando a la actualidad local más inmediata, de 47 fiestas de la Bulería, "he podido cubrir al menos 18 ediciones". Nadie mejor que él para haber observado el declive de un tiempo a esta parte, pero, ¿qué le parece el desahucio exprés de la Plaza de Toros y el gratis total? "Creo que no es acertado. En principio, por el lugar y la seguridad del sitio, que no reúne las condiciones. Se podía haber hecho gratis en la Plaza de Toros pero a mi desde luego como jerezano me ofende que digan que lo hacen así por lo bien que se ha portado el pueblo de Jerez con el paso de la Vuelta Ciclista. Yo no voy a ir y espero que no pase nada porque me preocupa la seguridad. Las cosas hay que pagarlas para valorarlas, hay que pagar aunque sea poco. Eso dignifica. Hay que educar al público y tener respeto. A nadie se le ocurriría decir que ahora el fútbol es gratis".

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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