Manolo Corona, el torero que salió de las drogas gracias a su "apoderado terapéutico"

Juan Marco es el coordinador terapéutico de Adyfa, un centro de rehabilitación de drogodependientes recién instalado en Jerez donde la "terapia grupal es el motor de nuestro tratamiento"

Juan Marco y Manolo Corona, de Adyfa, en la sede de la asociación.

Manuel Cantón, más conocido como Manolo Corona, nació en Suiza en septiembre de 1971, porque sus padres fueron emigrantes, pero llegó siendo muy pequeño al municipio sevillano de La Puebla del Río. Allí, “impregnado del aroma de la marisma”, como él mismo cuenta, su padre le fue inculcando su amor por el toreo. Él fue novillero, toreó más de una veintena de tardes en La Maestranza de Sevilla. Manolo pronto cogió el testigo de su padre y desde que tiene uso de razón tuvo claro a lo que quería dedicarse.

Manolo fue novillero durante unos años, y con 21 tomó la alternativa en la plaza de toros sevillana. Luego fue banderillero de Morante de la Puebla, hasta que unos problemas cardiacos lo apartó de los ruedos. En el origen del problema estaba el consumo de drogas. “Empecé muy joven el consumo”, recuerda. A los diez años probó el alcohol y eso le fue llevando por un callejón que tuvo salida más de tres décadas después. “La droga siempre estaba rondando, poco a poco fue comiéndome terreno y me apartó de todo”, explica Manolo, que sufrió un infarto de miocardio con 35 años. Perdió su profesión, su gran pasión.

Corona consumía alcohol, cocaína y pastillas para dormir. En esa espiral estuvo 33 años, manteniendo una “gran guerra” consigo mismo. “Había una segunda voz que me trastornaba, tu segundo yo malo, pero afortunadamente llega a desaparecer”, relata. Ahora hace dos años que no consume y, de hecho, ayuda a otros adictos a dejar las drogas. El punto de inflexión fue la pérdida de su hijo. José María perdió la vida con apenas 17 años, tras sufrir un paro cardiaco durante un entrenamiento con el equipo de fútbol en el que jugaba.

Manolo Corona, durante una corrida, en una foto cedida.

 

Manolo Corona: "Empecé muy joven el consumo de droga; poco a poco fue comiéndome terreno y me apartó de todo"

“La vida te manda señales y algunas veces uno no las ve”, expresa Manolo. A él, la marcha de su hijo le abrió los ojos. “Había luchado mucho para ser torero, lo había tenido todo, pero no había apreciado lo más grande de la vida. Mi hijo se tuvo que ir para que me diera cuenta de lo que estaba haciendo”, expresa. “Fue un calvario, el paseíllo más duro de mi vida, cuando acompañé a mi hijo por última vez”, relata. "Si hubiera pedido ayuda antes, me hubiera ahorrado mucho sufrimiento. Es como si te segaran el alma", añade. 

Un día, Manolo conoció a Juan, al que llama su "apoderado terapéutico". Juan Marco, de 34 años, también fue adicto a las drogas. Ahora está rehabilitado, posee un experto universitario en Conductas Adictivas y ejerce como coordinador terapéutico del tratamiento Adyfa (Adicciones y Familias Afectadas), una entidad que acaba de recalar en Jerez, donde tiene sede en la calle Diego Fernández Herrera. En las instalaciones, Manolo y Juan reciben a lavozdelsur.es. "Yo vi a Juan y dije: éste da en la tecla. Me supo reconducir", cuenta Manolo, cuya vida, ahora, "tiene sentido". 

Manolo Corona, durante un momento de la entrevista. Autor: Manu García

Dos años de tratamiento le ha costado a Corona sentirse bien consigo mismo. "Lo primero que tiene que entender el paciente es que esto es una enfermedad", cuenta Marco. "Con la ayuda del psiquiatra ponemos en marcha una pauta farmacológica para que cuando se limite el consumo de sustancias no sufra síndrome de abstinencia", añade, pero considera que "la terapia grupal es el motor de este tratamiento". "A partir del año de tratamiento es todo más bonito, se encuentra un método de vida muy gratificante, el segundo año se pasa de no poder consumir a no querer. Ahí está la clave", recalca.

Juan hace unos años que está rehabilitado. Él empezó muy joven, "con la cervecita y la copa con amigos", y estuvo 15 años "dando trompazos", consumiendo, dejándolo y recayendo en varias ocasiones. "Acabé con una parálisis por un consumo de droga muy grande y entonces me di cuenta de que me iba a morir. Llegué a pensar que no podía vivir, ni con droga ni sin ella, fueron muchos años de querer quitarme la vida", relata, pero se apoyó en su familia y se dejó ayudar, sometiéndose a un tratamiento. "Sin mis padres no hubiera podido. La familia es lo único que te queda. Los amigos van y vienen, las parejas también, los trabajos se acaban y el dinero es papel que se quema, pero tus padres siempre están ahí".

Juan Marco: "Acabé con una parálisis por un consumo de droga muy grande y entonces me di cuenta de que me iba a morir. Fueron muchos años de querer quitarme la vida"

Ahora, Juan no consume nada, tampoco alcohol. "Es la droga más peligrosa", alerta. "Es la única que te puede matar de un síndrome de abstinencia. "Al tratamiento llegué siendo un muerto viviente", recuerda, "una persona vacía, sin ilusiones, sin sentimientos", pero se recuperó y su vivencia le sirve para aconsejar y guiar por el buen camino a otros adictos, como Manolo. "Él llegó muy deteriorado tras muchos años consumiendo, pero tenía algo en su mirada, noté que quería abandonar esa vida", apostilla. "Ha hecho un tratamiento muy serio, con una disciplina inmejorable. Soy un privilegiado, he pasado de tenerlo como paciente a tenerlo como compañero", señala.

El alcohol es la droga más consumida por los españoles. La última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades), publicada por el Ministerio de Sanidad, correspondiente al periodo 2017-2018, reflejaba que el 75,2% de los consultados había consumido alcohol durante el último año. Un 40,9% afirmaba consumir tabaco, un 11,1%, hipnosedantes —pastillas tranquilizantes— y un 11%, cannabis. Otras sustancias como la cocaína (2,2%), el éxtasis (0,6%); los alucinógenos (0,4%), las anfetaminas (0,5%) o la heroína (0,1%), tenían una incidencia menor. A nivel, europeo, la sustancia ilegal más consumida es el cannabis. Un 27,2% de los ciudadanos del continente asegura que la ha probado, según refleja el Centro Europeo para el Control de las Drogas y la Adicción (Emcdda, por sus siglas en inglés), publicado en 2019.  A esta droga le siguen la cocaína (5,4%), el MDMA (4,1%) y las anfetaminas (3,7%).

"Cuando hay problema de drogas la sociedad tiende a minimizarlo", se queja Juan Marco, el terapeuta de Adyfa. "Cuando hay problemas de adicción hay que acudir a un centro en el que haya profesionales", reseña. Y es claro: "La droga solo tiene tres caminos: la cárcel, el psiquiátrico o la muerte". "La adición es una enfermedad neuronal. Es ambiental, psicológica y tiene un componente genético", señala. "Si no lo pasas mal con la droga, no te recuperas", añade. "De eso te das cuenta cuando la droga entra en tu casa y le encuentras una carta a tu madre diciendo que se quiere quitar la vida o tu padre con enfermedad y no puedes ayudarlo". 

Juan Marco, coordinador terapéutico de Adyfa, durante la charla. Autor: Manu García

Manolo Corona es testigo de que "dejar la droga no es fácil", sin embargo, "el que quiere, puede". Él es de los que piensa que la constancia es la clave del éxito". En su caso, la "raza que tiene una persona que quiere ser torero", le sirvió para plantarle cara al "toro de la vida". "Me enfrenté a mis miedos, a mi frustración, a mi realidad. Creía que era un valiente pero era un cobarde, porque recurría a las drogas. He sido un valiente cuando le he plantado cara a todo eso", señala. "Quería mejorar, reinventarme", añade. En la actualidad, se ha quedado con su "yo bueno". "Estoy viviendo como el toreo puro, asentado, tranquilo", señala, en un nuevo símil taurino.

El torero es colaborador de Adyfa y está cursando un experto en conductas adictivas y drogodependencias. Con su testimonio ayuda a pacientes que llegan al centro. "Ahora mi vida tiene sentido. Reinventarse es difícil pero se consigue. Hay salida hay luz. Siento en mi cuerpo el sosiego de cuando tenía catorce años. No recuerdo haber estado mejor en mi vida". Él, que se sentía "incomprendido", encontró en Juan a su "apoderado terapéutico", alguien que lo entendía y guiaba. "Esto solo lo entiende quien lo padece", dice, por eso, después de pasar por cuatro psiquiátricos, tuvo que ser Juan quien lo sacara del hoyo. "Como profesional, con este caso me puedo quedar tranquilo", apunta Juan Marco. Manolo acaba la conversación con un consejo: "Con las drogas no se juega. Si no cortas a tiempo la droga te lo quita todo". Él sabe de lo que habla.

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