El polifacético cantaor jerezano publica un nuevo disco, 'Doy la cara', que admite que "no es flamenco". Medio siglo de trayectoria después, el mediático artista no es ajeno al momento que vive el país: "Me pone a cien que las familias no lleguen a fin de mes".

Aparece José Mercé entre las calles de la bodega con pinta de estrella de rock, pantalón pitillo, esbeltas piernas de flamenco (animal), y polo negro que revela una importante pérdida de peso. Medio siglo de trayectoria artística. Lo trae todo: su pelo de león salvaje, su enorme sonrisa de grandes dientes tatuada en la cara, su trato afable y cercano, y un curioso bolsito de la suerte que le entregan sus nietos mellizos cada vez que se va de gira. Bajo un tenue rayo de sol filtrado entre el cielo de parras, conversamos con Mercé, pero también con José Soto Soto (Jerez, 1955). Qué siente, qué piensa, qué padece, ante qué o quién da la cara. El cantaor más mediático, el responsable del disco flamenco más vendido de la historia (Aire vendió 600.000 copias en 15 años), el gitano de ojos claros bisnieto de Paco de la Luz y sobrino del Sordera, lo ha vuelto a hacer.

Cuando no podía exprimirse más, gira otra vez la tuerca de su carrera musical y publica Doy la cara. Un capricho “no flamenco” —puntualiza en cada entrevista— para saldar la deuda del disco que aún le restaba por contrato con Warner Music. Son un puñado de temas en los que el del barrio de Santiago se rodea de grandes artistas de la canción en castellano: Sabina, Calamaro, Drexler… Hasta su hija O’Hara Soto debuta en un bolero como avance de lo que puede dar de sí tras la estela de su progenitor. Volviendo al reparto que le acompaña en el nuevo álbum, otro más tras una veintena de discos de estudio y recopilatorios flamencos, Mercé se pone bromista. Y asegura entre risas: “Lo han hecho con mucho corazón y mucho cariño. Se han entregado. Les decía: no habéis cantado mejor en vuestra puta vida que en este disco; habéis ido a por mí…”. Ya en serio, “lo han hecho porque les ha dado la gana, son todos grandes artistas compañeros míos y ha habido un rollo muy bonito, como pasa con las cosas que se hacen de verdad y con cariño”.

¿Ante qué da usted la cara?

Bueno, doy la cara por la música, por lo nuestro. En esta sociedad en la que todo el mundo se esconde y nadie tiene responsabilidad por todo lo que está ocurriendo en este país, pues yo doy la cara por la música, ¿no? Está claro.

¿Pero qué le rebela del contexto actual, qué le pone a cien?

Me pone a cien que las familias no lleguen a fin de mes. Está muy claro, hijo.

¿Hay algo para usted más importante que el flamenco?

Sí, hombre. Lo más importante es el ser humano. Más que eso, no hay nada. ¿Qué ocurre? Que yo soy de los que digo que sin flamenco no sabría vivir, es lo que he hecho toda mi vida y me siento un ser privilegiado. Si hablamos de música, por supuesto que para mí lo más importante es el flamenco sin lugar a dudas.

¿Se arrepiente de algo de lo que ha hecho en su carrera?

No, yo no. Afortunadamente he ido poquito a poco, pasito a paso, y no me arrepiento de nada. Habré hecho cosas mal y cosas bien, pero cuando te equivocas también aprendes mucho. La gente tiene que arriesgar. Llega un momento en el que si te quedas dormido, apaga y vámonos, quédate en tu casa.
¿Cuántas cosas median desde que José accede de niño a la escolanía de la Basílica de La Merced hasta que versiona el himno del Real Madrid con el Bernabéu bocabajo? ¿Qué pasa desde que jugueteaba con su primo Vicente Soto por las calles del castizo barrio de Santiago hasta que se convirtió en imagen publicitaria o aflamencó Clandestino, de Manu Chao, o Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara? Hubo un principio en todo eso. Del Tablao de Cádiz, en plena adolescencia, al de Torres Bermejas, ya en madrid, ganando 500 pesetas por noche. Eran los 70. También entonces grababa su primer disco acompañado a la guitarra por un tal Paco de Lucía y otro cual llamado Manolo Sanlúcar. Surgido de la mano de Manuel Morao, José Mercé empezaba a ser José Mercé. A convertirse en la figura legendaria del flamenco que, guste más o guste menos, es hoy.

¿Qué queda de aquel niño que empezó a cantar en el coro de los seises de La Merced?

Creo que queda todo. Hoy en día, con la edad que tengo, con mucha más responsabilidad en mi profesión, queda un recuerdo de una infancia maravillosa en un barrio tan humilde como Santiago pero que daba alegría. Hemos sido muy felices en nuestra infancia en ese barrio y la verdad que eso lo echo de menos. Fíjate, la de años desde que me fui de Jerez, yo salí con 13 años, y cada vez que vengo se me vienen esos recuerdos imborrables de una infancia muy feliz.

"Recibí muchos palos por parte de los puristas pero creo que al final me dieron la razón. Incluso los propios compañeros que me criticaban"

¿En qué momento llega a la conclusión de que usted debe cantar sin importale lo que digan los talibanes de lo jondo o parte de la afición?

Vamos a ver, no es que llegara a la conclusión sino que hay un momento en mi carrera donde hay un antes y un después, y donde creo que ya había que hacer un flamenco mucho más abierto. A partir de ahí empiezo a grabar Del amanecer, Aire, Confí de fua, Lo que no se da… Bueno, recibí muchos palos por parte de los puristas pero creo que al final me dieron la razón. Incluso los propios compañeros que me criticaban cuando hice Aire, al final a los dos meses estaban todos en el escenario haciendo lo que yo hacía. La pureza, la ortodoxia, el cante chico, el cante grande, eso lo hace el intérprete. A mí me da igual que un señor salga cantando por seguiriyas, que es un cante denominado en el argot nuestro como muy grande, porque si no sabe, da igual, es un cante muy chico. El señor que se considera purista escribe, pues yo lo respeto mucho, pero no quiere decir que esté de acuerdo con él.

Pero llega un momento en el que canta lo que le da la gana.

Hombre, totalmente. Canto lo que siento, lo que me gusta, lo que me apetece. A estas alturas de mi carrera, creo que me puedo permitir el lujo de cantar lo que me apetece. Siempre digo que hay que respetar la raíz y la base del mundo del flamenco. Por ejemplo, este disco he dicho muy claramente que no es un disco de flamenco. Temas pop, de toda la vida, con grandes artistas, pero soy el primero que digo que Doy la cara no tiene nada que ver con el flamenco.

"A estas alturas de mi carrera, creo que me puedo permitir el lujo de cantar lo que me apetece"

Algunos se empeñan en que el flamenco no puede tener una evolución bien entendida. Pero no es nada nuevo, ¿no?

Eso es muy triste. Si hay gente que no quiere que evolucione el flamenco, pues que en su vida privada tampoco hagan nada para evolucionar, que se queden en la choza (sonríe). Todas las músicas, y la música de raíz como es el flamenco, han evolucionado mucho: el jazz, el blues, el soul… Todo ha evolucionado y eso no quiere decir que sea más puro o menos puro. La música, como todo, tiene que evolucionar. Será mejor o será peor, en eso ya no me meto, pero lo que está claro es que hay que evolucionar. Lo tengo muy claro.

¿Falta conocimiento, se ayuda poco a conocer mejor el flamenco?

Es que realmente la gente… También ha habido mucha equivocación, no se ha educado a la gente en que sepa qué es el flamenco. Se ha hecho mucho daño con tantos nombres como se le ha puesto al flamenco, que si flamenquito, que si flamenquito de allí… Muchos inventos. Todo es marketing de las casas de disco para vender discos; había una época en la que no se vendían discos físicamente y entonces empezaron a hacer marketing a ver de qué manera podían vender. Y eso le hizo mucho daño al flamenco. Y luego a cualquier cosa le llamaban fusión. Estoy de acuerdo con el mestizaje, con la fusión, yo soy un flamenco abierto, como todos saben, pero me parece que hay que tener una dignidad, respetar la base y la raíz, y decir por qué es una fusión o un mestizaje. Simplemente porque metas otro instrumento que no sea la guitarra flamenca no es fusión. Demuestre por qué hace lo que hace. Hay más confusión que fusión.

La relación de Mercé con su Jerez natal es especial. A veces roza el amor-odio, como le ocurre a muchos artistas e intelectuales de la diáspora. "De Jerez te marchas 10 minutos y ya te dicen que no eres de aquí. Quizás soy más de Jerez que los que viven aquí". Hace unos años dijo que no volvería a la Fiesta de la Bulería tras una bronca en el coso entre algunos energúmenos. Lo mantiene. "Para eso que no me llamen, ya lo dejé claro". Pero su tierra le tira: "Nuestra tierra es maravillosa, siempre será mi tierra aunque a muchos les dé por decir tonterías". Sus recuerdos de niño en Santiago, "el olor a vino por cualquier calle, el olor a guiso de los vecinos... Esas cosas se te quedan para siempre". Ahora vive en Pozuelo pero asegura que su mujer —una madrileña a la que le unen más de 40 años de matrimonio— quiere venirse antes o después al sur a disfrutar de lo que les quede. ¿Qué le queda? Algún día quizás comparta escenario con Bruce Springsteen, que tiene varios discos suyos, pero de momento el reto sigue siendo concentrar todos sus conocimientos y su vida en el cante en una antología. 

Usted ahora retomará en la Bienal del mes que viene, con las entradas agotadas, su sueño de grabar una antología puramente flamenca en directo.

Afortunadamente sí, es un sueño que llevo persiguiendo muchos años porque el problema es que las pocas multinacionales que quedan en este país al flamenco le dan poca cabida. Ellos creen, y están equivocados, que no es vendible una antología de flamenco cuando creo que es nuestra música, nuestra marca España, y puede permitir una gira por el mundo. Yo, de hecho, ahora en noviembre me marcho a Nueva York, Miami, Los Ángeles, San Francisco… Voy a hacer una gira por Norteamérica de flamenco. Solo necesitan venderlo bien.

¿Hay algo que no haría por dinero? ¿Le han llegado propuestas descabelladas?

Si te digo la verdad solo pido que me paguen mi caché cuando me contratan, creo que hay que respetarlo, pero soy de los cantaores que más festivales benéficos hacen en este país.

La muerte de Moraíto: "Miro al lado y muchas veces lo jaleo a él en vez de al guitarrista que me está tocando"

Se han cumplido cinco años sin Moraíto, su escolta, su confidente, su íntimo acompañante a la guitarra...

El día 10 de agosto.

¿Cómo le recuerda?

Le recuerdo que ni me lo creo todavía

¿Aún no se cree su pérdida?

No, no, no me la creo. Miro al lado y muchas veces lo jaleo a él en vez de al guitarrista que me está tocando. Creo que se nos fue la mejor guitarra de acompañamiento, de tocar para cantar, de todos los tiempos. Sin lugar a dudas. No va a nacer otro. Ha sido la mejor que ha dado la historia de este país. Mejor que todos. Ese sello lo tenía él, Moraíto chico. Y aparte ha sido mi guitarra, lo es, pero me ha dejado solo. Nos hemos criado juntos y para mí Morao lo es todo. Yo ya no tengo guitarrista. Esa es la verdad. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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