"Jerez nos necesita a todos"
Este sacerdote, que fue promotor y hermano mayor de la Hermandad del Soberano Poder en Jerez, desarrolla su ministerio en el Cuarto Militar de la Casa Real.
El ahora comandante Iván Cote, de 47 años, vive una realidad muy diferente a la que tuvo antes de entrar en el seminario y decidirse por una vocación sacerdotal que fue madurando en el seno de su Hermandad del Soberano Poder, de la que fue hermano mayor y gran impulsor. A él se debe el carisma que hoy tiene la cofradía de la barriada de La Granja. Ese carisma y su forma de actuar en el contexto de las hermandades lo llevaron a reconocer que “el mundo cofrade tardó en comprenderme”.
De hecho, fue un Miércoles Santo —día de salida de su cofradía— cuando, al suspenderse la procesión por la lluvia, vivió en el interior del templo una experiencia determinante para confirmar una vocación que superaba lo incipiente.
Trabajador incansable, con gran capacidad de empatizar con el prójimo, Cote tomó la mano del recordado arzobispo castrense Juan del Río Martín. Tras ser ordenado presbítero por el obispo Mazuelos, dejó Jerez y se embarcó en la aventura de desarrollar su ministerio en el ámbito militar, hasta llegar a la Casa Real.
Un momento especial tuvo lugar el 9 de abril, cuando el rey Felipe VI lo condecoró con la encomienda de la Orden del Mérito Civil. Ese mismo día se cumplían nueve años desde que fue ordenado sacerdote.
Este reconocimiento obedece a su labor, no solo en el plano sacramental, sino también como apoyo humano e impulsor de importantes iniciativas de carácter social y caritativo que ha llevado a cabo en el ámbito de Cáritas Castrense de la Guardia Real. Pese a todas esas responsabilidades, y muchas más que le ocupan la agenda, siempre encuentra tiempo en Cuaresma para volver a Jerez y predicar en alguna hermandad —este año, en el Nazareno—.
Hace unos meses recibió una distinción. ¿En qué consiste y por qué se la concedieron?
Antes de describir en qué consiste la condecoración, quiero manifestar nuevamente mi más profundo agradecimiento a S. M. el rey Felipe VI, no solo por el reconocimiento que ha tenido a bien concederme, sino por el ejemplo humano e institucional tan edificante que está dejando entre nosotros. Dicho esto, se trata de una distinción que se otorga a ciudadanos españoles o extranjeros que hayan realizado méritos de carácter civil: servicios relevantes al Estado, trabajos extraordinarios, etc.
En esta ocasión, el reconocimiento ha estado relacionado con el papel que he asumido como impulsor de una serie de iniciativas de carácter social y caritativo llevadas a cabo desde la Cáritas Castrense de la Guardia Real, que han beneficiado a un sector considerable de la sociedad madrileña e involucrado en ellas a un gran número de guardias reales.
“He impulsado acciones sociales y de caridad desde la Cáritas de la Guardia Real, que han beneficiado a la sociedad madrileña”
Además de ejercer como párroco de la conocida parroquia de San Juan Bautista de Mingorrubio, presto servicio en distintas realidades dependientes todas ellas de la Casa de S. M. el Rey: los tres acuartelamientos —Rey, Reina y Princesa— vinculados a la Guardia Real; el Cuarto Militar de la Casa de S. M. el Rey, con sede en el Palacio Real; y, por último, San Quintín, un acuartelamiento formado por guardias civiles que prestan servicios de seguridad personal a los miembros de la Familia Real.
¿Cuál es su cometido diario?
Aunque suene a tópico, lo cierto es que en la Guardia Real cada día es diferente; quizás sería más certero hablar de cometidos mensuales o anuales. A excepción de las misas diarias, que sí son constantes, el resto de actividades se desarrolla dentro de una periodicidad mensual o anual. Para hacerse una idea: en un año debo presidir la celebración de más de una decena de patronos de diferentes cuerpos; acompañar desde Cáritas de la Guardia Real una serie de casos de extrema delicadeza; celebrar un número nada desdeñable de bautizos y primeras comuniones; y oficiar más de una decena de bodas de guardias reales a lo largo de la geografía nacional.
Además, cada año dedico entre cinco y seis días a caminar al encuentro del Apóstol Santiago, junto con más de un centenar de guardias reales y familiares; participo activamente en más de diez actos militares de gran relevancia; me desplazo durante casi dos meses por diferentes ciudades españolas para aportar mi granito de arena en el Día de las Fuerzas Armadas, en los ejercicios de la Guardia Real o en el destacamento estival de Palma de Mallorca. Y entre todo esto, cuando la agenda lo permite, participo en ejercicios de equitación, tiro, buceo y carreras de cohesión.
"Jerez es querida y apreciada fuera de sus fronteras. Jerez nos necesita a todos"
¿Extraña Jerez?
En Jerez no solo nací, sino que también es la cuna de mi fe y de mi vocación cofrade y sacerdotal. Allí encontré el amor y la comprensión de mi familia, de buenos amigos y de un mundo cofrade que, quizá, tardó en comprenderme. Acumulé entre sus calles, parques y fiestas un sinfín de vivencias que jamás olvidaré. Y aunque siga llevando a Jerez por bandera, el mismo Señor que en su Soberano Poder me dio todo esto y más, me pidió que le sirviera en otro lugar. Todo el que me conoce sabe que no soy de los que pone la mano en el arado y mira hacia atrás. Allí donde Dios me pone, está mi servicio y entrega total.
¿Qué le llega de lo cofrade su ciudad?
Saludos, felicitaciones, agradecimientos, ánimos y muchas invitaciones para predicar en los cultos de mis queridas hermandades. Todos los años reservo una semana de mis vacaciones para predicar un triduo, quinario, septenario o novena dedicados a alguno de los titulares de nuestras cofradías. Este año, si Dios quiere, predicaré la novena de Jesús Nazareno. El poco tiempo que paso entre cofrades lo dedico a fortalecer la fe y la amistad que tanto me ayudaron para dar el paso al sacerdocio.
“El Soberano Poder me dio todo esto y más, me pidió que le sirviera en otro lugar”
Su relación con el recordado Juan del Río fue muy estrecha. ¿Se le echa de menos?
Claro que sí, y mucho más si has tenido la ocasión de vivir muy de cerca los dos últimos años de su vida. Lo recuerdo con un profundo sentido eclesial; suelo utilizar sus citas casi a diario. Aún no he encontrado a nadie que tenga un concepto de Iglesia tan edificante para la fe como don Juan.
Actualmente tiene plaza fija en el Ejército con el empleo de comandante.
Así es. He tenido que superar dos oposiciones: una para ingresar y ejercer temporalmente como capellán castrense, y la del pasado verano para obtener la condición de capellán permanente. Es decir, ya ejerceré hasta que Dios quiera como capellán castrense. Lo del empleo de comandante debe ir siempre en proporción a la credibilidad de las obras, para suscitar la fe y la bondad entre los que te rodean. Si no, de poco vale para un capellán.
"El tiempo que paso entre cofrades, lo dedico a fortalecer la fe y amistad que tanto me ayudaron para dar el paso al sacerdocio"
Recuérdenos su recorrido en la pastoral castrense.
El 1 de septiembre de 2019 ingresé en la Academia Básica del Aire de León, con la clara intención de cumplir un ciclo de tres años. Inesperadamente, al final del primer curso, don Juan me comunicó que me habían propuesto como capellán de la Guardia Real. Y así fue como, desde el 1 de septiembre de 2020, me incorporé a esta edificante unidad militar. Entre ambas realidades, un total de seis años.
¿Cómo le ha cambiado la vida desde que ejerce?
He madurado muchísimo en la fe, he profundizado en el perdón hacia quienes me hicieron daño y hacia los que yo dañé; he fortalecido mi actitud a la hora de plantar cara al mal y he aprendido a no alimentar “monstruos”. Estoy profundamente agradecido al arzobispado castrense y a la vida militar, en especial al Ejército del Aire y a mi querida Guardia Real. En todos estos espacios percibo un sentido trascendental que fortalece y confirma mi quehacer diario.
¿Es feliz?
Mucho. Todo lo que he vivido desde muy pequeño tiene sentido. Casi todos los días le doy gracias a Dios por los momentos buenos y también por los menos buenos.
Supongo que la relación con lo militar no tiene nada que ver con sus orígenes cofrades.
Para nada. Gracias a Dios, los cofrades —como fieles miembros de la Iglesia— tenemos mucha capacidad de inculturación. Junto con el nombramiento como capellán de la Guardia Real, recibí también el de director espiritual de la Congregación del Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada, Reina de los Ángeles. Una castiza cofradía que custodia los titulares del cuerpo más representativo de la Guardia Real, los alabarderos, y que todos los Viernes Santos procesiona por las calles de Madrid.
"Ejerceré, hasta que Dios quiera, como capellán castrense"
¿Qué les dice a su gente que le echa de menos y al mundo cofrade local?
A los que son agraciados por la fe, que no pierdan nunca la confianza en la grandeza de nuestro Señor Jesucristo y en su santísima Madre, nuestra patrona, la Virgen de la Merced. Y a los que viven desde la bondad y sinceridad del corazón, que sigan confiando y engrandeciendo, con los dones que cada uno tiene, la nobleza, belleza, sabiduría y arte de una ciudad que es enormemente querida y apreciada fuera de sus fronteras. Jerez nos necesita a todos.
