Del dolor y el tiempo
Francisco Umbral decía: "Escribir es la manera más profunda de leer la vida". Creo que también habría que ver si se escribe de la vida propia o de la vida de otros. Si esa vida es la nuestra con otros nombres, quizá sea esa una manera profunda de leer.
Reyes Navas Montalvo (Madrid, 1964) fue abogada. Lo es, pero ya no ejerce. Ahora escribe. Antes también. Pero todo tenía que ver con sentencias, recursos... Ahora escribe otras cosas. Lo último De tres a cinco minutos (Barbarie Editora), sobre una tragedia personal que ha marcado su vida y que, treinta y un años más tarde, al escribir este libro, Reyes revivió su desgarro absoluto, el recuerdo de un hecho tan doloroso como difícil de equiparar a otras desgracias: el fallecimiento de su hijo pequeño en una piscina. Pero no. Le dije a Reyes que quería hablar de su faceta como escritora, y muy poco de aquel capítulo dramático.
Empecé a formarme en literatura. Yo escribía, pero escribía demandas jurídicas.
Claro, es que no tiene nada que ver con la escritura creativa. Hice un curso en la Escuela de Escritores de Madrid, un curso de relatos. Me fascinó y dije: yo me quiero enganchar a esto. Es lo que a mí me gusta. Eso surgió en el año 2016, es decir, hace muy poquito tiempo.
Totalmente. Porque es que además yo creo, al menos en mi caso, y el que diga lo contrario creo que no está siendo honesto, que nuestra vida es la que marca nuestra literatura; bien porque la afrontamos o porque la evitamos. En De tres a cinco minutos voy absolutamente de frente con mi vida. Es algo que necesitaba sacar.
"Nuestra vida es la que marca nuestra literatura"
En mi caso habían pasado treinta y un años. Yo tenía aparcada esta historia en el dolor, pero no tenía ninguna intención de escribir sobre esto. Fue algo que surgió en un momento determinado. El hecho de ponerme a escribir sobre esta historia me obligó a hurgarme en una herida y a buscar en la memoria cosas que tenía muy aparcadas. Al rebuscar y excarbar te acuerdas de hechos, de aptitudes que, poco a poco, vas poniendo en boca de un personaje y te permite ir separándote emocionalmente.
No te puede curar, ciertamente, pero sí ayuda. Ayuda muchísimo. Yo cuando leo las charlas de mi personaje me desdoblo. Quiero pensar que eso no me pasó a mí.
"Cuando me puse a escribir esta novela fue como un vómito: lloré todo lo que tenía que llorar"
Te diría que al principio fue todo dolor, porque cuando me puse a escribir las primeras páginas, fue como un vómito. Lloré todo lo que tenía que llorar. El primer capítulo es muy fuerte. Fue ahí donde me di cuenta de lo que estaba aparcado en la memoria. Pero ya luego, cuando el primer borrador está escrito y te pones a pulir literariamente el texto, es más gozo que dolor.
Ahora escritora. No ejerzo ya como abogada.
La historia no tiene nada que ver. Pero lo que pasa en mis escritos es que siempre hay muertos. Es algo que a veces no quiero, pero siempre salen muertos. Este nuevo trabajo gira en torno a la muerte de un padre y, bueno, tiene cosas biográficas, pero no tiene nada que ver conmigo, no me ha pasado a mí esta historia.
Además, en un mundo como el actual, que todo el mundo sabe de todo, si no hay algo de morbo, parece que no interesa. Yo no lo hago por eso, pero son temas que nos obsesionan a los escritores pero que a la gente también le interesa.
Comentarios