Aceptar el dolor
Purificación García Díaz (Málaga, 1961), aunque afincada en Cádiz desde 1988, se mantiene en firme con respecto a que la mejor manera de encajar el dolor o el sufrimiento (o ambas cosas) es aceptándolo. Quizá así, dicho de golpe, suene duro. Tal vez para entender este concepto habría que leer su último libro hasta el momento, El malestar de la felicidad (Ediciones del Genal, 2023), una colección de 30 relatos y microrrrelatos con voz femenina que nos hablan de algo común: la vida cotidiana. O más bien cabría decir de los padecimientos de la vida cotidiana; aquella que va más allá de las cuatro paredes que forman el hogar. Ese dolor por las luchas de poder, los vínculos familiares o la relaciones.
Bueno, yo lo he orientado más por otro lado. Porque, generalmente, si equiparamos la felicidad con eso, con la ausencia de ese malestar, no sería real. Pero el malestar forma parte de nuestra vida. Si lo eliminamos, una fiesta perpetua no es. Yo creo que eso no es real. Entonces, la felicidad tiene más que ver con estar dispuesto, con que estemos dispuestos en algún momento a incluir ese malestar dentro de nuestra vida. Es gestionar ese malestar únicamente. Creo que es la mejor forma de conseguir esos momentos de felicidad.
Dar equilibrio, pues los personajes y su historia están muy, muy atados a la vida. No todo es maravilloso. Como hay vida en ellos, pues también hay desazón, inquietud. Hay, pues, todo lo que conlleva la realidad de cualquier ser humano.
Simplemente aceptándolo, porque no hay otra forma de intentar ser felices; es gestionar el malestar. Si tenemos una enfermedad, imaginemos cualquier contratiempo. ¿Qué tenemos que hacer para aceptarlo? Aceptarlo e intentar vivir. Si es una enfermedad, pues intentar aceptar, adecuarnos de una forma u otra. Yo le digo a la gente: yo soy enferma crónica, pero vivo dentro de mis posibilidades, lo mejor que pueda. Aceptar lo que tengo. También se puede ser feliz.

"La enfermedad, el malestar, se vive mejor aceptándolo"
Las emociones olvidadas normalmente son las más sencillas a veces. Esto consiste en fijarnos en las cosas más pequeñas, en sacar lo más hermoso de la vida. Porque estamos acostumbrados a las cosas malas, las cosas mayores, y a veces, en ese momento hermoso de la vida, están en las cosas más pequeñas: una fotografía, por ejemplo. En mi libro, no solamente en este, sino en otro, estoy siempre muy atenta a todo lo pequeño. Para mí es muy importante. Esas pequeñas cosas, que diría nuestro querido Serrat.
Exactamente. Yo creo que sí. Por el tipo de vida que llevamos. Uno de los principales problemas en los que estamos inmersos es el estrés, el no querer tener que hacerlo todo con unas obligaciones. A veces incluso tenemos que ser felices por obligación.
Y no querer aceptar y no querer asumir. ¿Tienes un mal día? Pues ya está. Y sobre todo ese estrés, esa rapidez. Hoy por hoy, coger un libro de relatos que lo puedes abrir por cualquier página, pues son cuentos que pueden ir relacionados. En la vida que hoy en dia llevamos tenemos tiempo de leer un relato en un autobús. En un momento que estés esperando. Es el estrés. Lo has dicho tú. Creo que la rapidez con la que vamos y con la que caminamos, nos hace despistarnos de esas cosas pequeñas a las que tendríamos que estar más atentas.

"La rapidez con la que vamos nos hace no estar atentos a las pequeñas cosas"
Sí, estoy trabajando en una novela. Yo tengo La raiz de la memoria, que es mi segundo libro en solitario, que es novela también. Y ahora estoy trabajando en otra. Me han dicho que este libro de relatos podría ser una novela, y es verdad, porque los relatos van muy enlazados, tienen voz de niña o de mujer adulta. Luego, la vejez también aparece, que considero que es importantísima, claro está, la atención a la vejez. Muchas veces a las personas mayores las dejamos ahí, un poquito olvidadas. Y creo que también es muy importante que tengan voz.
Yo me siento cómoda haciendo relato y escribiendo novela. Cada género tiene para mí algo positivo. El cuento, por ejemplo, me da concisión, mientras que la novela me da más libertad a la hora de escribir, extenderme más. Es muy bonito también eso de ir tallando los personajes. Esa búsqueda no va a estar contigo en un cuento. Un cuento, normalmente, lo tienes en un día, le tienes que hacer el boceto entero, pero el libro, la novela, se queda con los personajes, se trabaja con ellos. Cuando se escribe se disfruta muchísimo y a veces se pasa también mal, pero a mí me gusta mucho.
"Cuando se escribe se disfruta pero también se sufre"
No, yo me siento muy cómoda. Soy mujer, entonces yo me encuentro bien escribiendo como tal.
Pues sí, claro que sí. Yo pienso en las abuelas. Y en nuestras madres, que son las que han llevado el peso de toda la carga familiar. A veces también las que no son de la familia directa, muchas veces sin tener con quien contar. En literatura es un tema que está muy trillado. Lo que pasa es que es verdad que también ha habido mucho silencio, pero nosotras hemos estudiado mucho a los hombres, hemos leído mucho literatura escrita por hombres, y también creo que, aunque ya es distinto, se esperaba más de los hombres que de las mujeres. Sólo tenemos que ver los premios Nobel. Pero en la vida, en lo que es la vida cotidiana, el peso de la vida diaria, ha recaído siempre en la mujer.
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