Sin fronteras
Serrat lo dijo no hace demasiado tiempo (y suele repetirlo): “No he visto en el mundo más artistas por metro cuadrado que en Jerez". Quizá no le falte razón. Jerez es tierra de artistas, y aunque es cierto que no todos tienen el mismo nivel ni la misma profesionalidad, lo cierto es que en cualquier rincón de cualquier barrio encuentras quien tiene el soniquete en las manos, la voz cantaora en la garganta, o la destreza para sacar de una guitarra el sentir de esta tierra flamenca.
Pero Pepele Méndez (Jerez, 1986), uno de los sobrinos de la irrepetible Paquera de Jerez, no ha querido dejar su impronta solo por Santiago, San Miguel o La Asunción. Su arte se lo lleva en la mochila desde hace muchos años. Hoy está en Marrakech, mañana en Chile o en París.
Como otros muchos artistas que necesitan del arte para vivir, no solo en lo económico, sino en lo espiritual, Pepele toca la guitarra, la percusión (“dar porrracitos” dice), y, por supuesto, canta; lo mismo siendo protagonista, que cantando atrás, para que otros se luzcan.
“El arte es mi vida desde pequeño”, asegura. Y ese arte inquieto, estirpe de los Méndez, pero sin raíces, vuela de aquí para allá, de escenario en escenario. Sin límites. Sin fronteras.
En su cuenta de Instagram pone usted que es "cantaor y otras cosas".
Sí (se ríe). A mí me gusta el arte en todos sus géneros: la pintura, la escultura, el teatro, la música, la danza. Yo soy hiperactivo desde pequeño. Siempre me ha llamado la atención el arte por cómo me he criado. He hecho música de todo tipo, funky, reggae, soul. Toda la música que yo he escuchado.
¿Usted es de Jerez o es del mundo?
Yo soy jerezano por el mundo. Llego a mi Jerez, el Jerez de mi tía Paquera, de toda mi familia. Pero soy sobre todo músico, porque averigüé que la única herencia que dejaron mis ancestros, es la música, es nuestro cante. Somos Méndez y es una herencia inmaterial. Yo soy el más joven de todos ellos y tengo la responsabilidad de llevar Jerez por todo el mundo.
Eso abre puertas.
Vas a Argentina, a Japón o África. Dices: “soy de Jerez”, y ya está.
"Vas a Argentina, a Japón... Dices: "Soy de Jerez", y ya está"
Ese apellido, que es referente histórico del cante flamenco, ¿pesa más en Jerez o fuera de sus fronteras?
Yo es que en Jerez no quiero cantar. A mí el público jerezano me da pánico. Sobre todo por el nombre. Yo no canto porque mi tía fuera la Paquera de Jerez. Yo canto por una necesidad de cantar y expresarme. Eso de que me comparen… Con mi primo Jesús, por ejemplo, que para mí es un genio, o mi prima Chati, o mi prima Quina. No me gusta que me comparen, y yo tengo muchas cosas que decir. Pero yo no soy la Paquera de Jerez ni lo voy a ser nunca. ¿Que si pesa el apellido? Hostias que si pesa. En Jerez pesa, pero en el mundo me abre un montón de puertas.
¿Ha visto el mural de su tía, por cierto?
Lo he disfrutado. Admiro a Cosa V, su autor, desde pequeño. Es un alucine. Ahora que salgo de casa, como no me coge muy lejos, me voy a verlo y me quedo flipando.
Ha dicho antes que es un jerezano por el mundo. Cuénteme, ¿qué hace un tipo como usted en Chile o un pueblo perdido de Marruecos?
Yo tengo un pensamiento muy claro: en Jerez te pueden llamar, pero es que hay doscientos mil artistas que cantan mejor que yo, gente a la que admiro, gente joven. Yo creo que hay que entrar en el mundo como un elefante en una cacharrería, y que si el mundo no viene a mí, yo voy al mundo. Yo tengo mucho que dar, pero no van a venir a mi casa a buscarme.
Coge sus cosas y se va.
Así es. Cojo mi guitarra, mi personalidad y a conocer mundo.
No le veo ceñido al corsé de una gira con fechas, a las exigencias de una discográfica o un estudio de grabación.
No quiero. He tenido oportunidades de hacerlo. Yo siempre me he sentido incomprendido. Soy un gitanito creativo, hippy, con unos valores. Quizá no de aspecto, pero el espíritu lo es. Me gusta la gente de mente abierta, de todos los estilos, colores y razas. Yo me siento a cantar con un banquero o con un yonqui. Siempre tengo algo que compartir y algo que aprender. Esa es la alegría de sentirme libre.
Su vida, ¿en qué se basa?
Pues en una guitarra, una tablet, una maleta y un montón de hoteles. Se basa en cambiar de casa cada dos por tres. Porque si me avisan, yo me voy.
"Mi vida se basa en una guitarra, en una maleta, en un montón de hoteles"
Habrá que ver en qué sitios ha tenido que cantar a veces, ¿no?
¡Uff! Recuerdo una sala de variedades (risas). Cantaba yo mi sevillana y luego venía un show sexual. Salía una persona desnudándose y yo luego cantado A la Puerta de Toledo (carcajada).
Pepele Méndez es un buscavidas, ¿no? En el mejor sentido de la palabra.
Soy afortunado. Yo empecé a cantar como hobby, y ahora se ha convertido en mi profesión. Hoy en día conozco mucha gente por el mundo que me admira y me aprecia, y me quiere a su lado. Donde sea, en cualquier lugar del mundo.
¿Y se entiende ese cante, el soniquete de una bulería, por ejemplo, allá donde vaya?
Con eso tengo yo un conflicto. Es el palo más complicado del mundo, al menos fuera de Jerez. Pero fuera, es entendible, es el más rítmico. Pero lo entienden como una rumba, porque la bulería tiene su motor. Nunca para. Es como la música latina: si no te mueves es porque estás sordo.
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