Cifras demoledoras de una tragedia silenciosa
La psicóloga Patricia Domínguez Domínguez, (Jerez, 1972) aclara que la reducción de casos de bullying pasa por sentar las bases en la edad escolar. "Países como Japón o Islandia son verdaderos ejemplos a seguir con su modelo educativo. Se tiene la asignatura de valores como una materia muy importante. Aquí no pasa esto, no hay una conciencia de que el respeto y los valores deben enseñarse desde que los niños están en clase y tienen que aprenderlo bien", dice Domínguez.
En España se contabilizaron entre 2021 y 2022 la escalofriante cifra de 11.229 casos graves de acoso. En Europa, al año, se registran más de 24 millones de casos, muchos de ellos con un resultado terrorífico. Según la Organzación Mundial de la Salud y algunas ONG, hasta 200.000 víctimas del acoso terminan al año con sus vidas.
No ha habido un incremento por ese tema en concreto, pero es cierto que entre los colegios sí que está aumentando, sobre todo desde que se ha extrapolado fuera del colegio, por las redes sociales, por internet.
Siempre, siempre. De todas la vida se han metido con nosotros, o nos hemos metido con el compañero, pero ahora ha tomado todo un color mucho más feo, con más libertades. Ahora mismo los niños se creen con todo el derecho a hacer lo que les parezca, y se está yendo de madre.
"Hoy los niños van un poco sobrados, no quieren que se les diga nada, ni que les lleven la contraria"
Hay mayor número por el tema que te he dicho antes. En mi experiencia, y ya no hablo como psicóloga, antes te reñían por cualquier cosa y tú agachabas la cabeza y obedecías. Hoy los niños van un poco sobrados, no quieren que se les diga nada, ni que les lleven la contraria. Hay muy poca empatía, tanto hacia los compañeros como hacia los adultos, y eso creo que es un factor determinante. Las falta de respeto y el egoísmo han influido también.
No suelen acudir, es raro. Yo, desde luego, no los he atendido nunca. Quizá han venido algunos niños con ese problema de acoso, aunque no vienen directamente diciendo: "sufro bullying". La conducta es muchas veces lo que pone en alerta a los padres. Ven al niño nervioso todo el día, o cuando llegan los domingos por la noche para preparar la maleta para el lunes. Hay una cierta fobia al colegio, al instituto. Hay una ansiedad que se nota.
No tiene por qué haber casos prolongados en el tiempo que terminen de la peor manera posible para la víctima. No estamos hablando de eso, pero no son menos graves los otros. ¿Por qué? Porque hay niños muy sensibles y su respuesta siempre va a ir determinada por su actitud como víctimas.

Muchos no lo dicen por miedo a represalias, miedo a que las amenazas que les preocupan se lleven a cabo. A los mejor sale el tema, o no. Otras veces se investiga en los colegios, pero muchas veces lo que se dice desde el centro es que "son cosas de niños".
Es que ese es el quid de la cuestión. En un caso de bullying no solo hay que tratar el acoso en sí, a esa situación se llega porque hay una serie de circunstancias por las cuales a ese niño lo han convertido en la víctima perfecta: niños con poca autoestima, pocas habilidades sociales. Es el "blandito", vamos a decir, que es víctima propiciatoria para este tipo de cosas. También se da porque la víctima tiene poco apoyo social, pocos amigos. Claro, tú no te vas a meter con alguien que tiene un buen círculo de amistades o que es popular en la clase o en el centro. Es que contra esas personas no se puede. Hay que ir a por el débil.
"En un caso de bullying no solo hay que tratar el acoso en sí"
Pues es el típico graciosito de la clase que para hacerse el interesante o más popular, utiliza las burlas contra otro para ganar más poder. Nunca actúan solos. Lo que quieren es que les rían las gracias. La figura del acosador, la del acosado, y todas las circunstancias se suelen repetir. No hay que trabajar solo la situación de bullying: hay que controlarla, eso lo primero. Pero luego hay que ver qué cosas hay que trabajar con esa persona, qué cosas hay que reforzar, mejorar, etcétera.
Ahora mismo hay de todo. Antes, la agresividad se daba más entre los niños, pero ahora las niñas se pelean, lo graban con los móviles... Ahora mismo no hay distinciones entre acosador y acosado. Eso se ha igualado mucho.

"Ahora las niñas se pelean, lo graban con los móviles..."
Los padres vienen preocupados, pero es que es muy raro que el niño llegue a casa y diga: "Papá, mamá, sufro bullying". Los padres pueden ver al niño raro, ven que se queja de todo, les duele la barriga, la cabeza, tienen que ir a buscarlo al colegio o al instituto cada dos por tres. Hay ciertos cambios que los padres ven, pero el niño no lo dice. Incluso aquí se ven con miedo, indefensos. Es complicado. Y lo peor es que la solución, por desgracia, es que la víctima se tiene que quitar del colegio, del instituto, en lugar de que el verdugo reciba su reprimenda o su castigo.
Generalmente, no demasiado, pero es verdad que a medida que vas creciendo tus capacidades cognitivas son mayores y generas más forma de hacer daño, tanto verbal como psicológicamente. Ambos atacan a la autoestima. La agresión física es lo que menos se suele utilizar. Sí hacia objetos del niño: le pisan la maleta, le tiran la cartuchera. Pero es mucho más la amenaza verbal: lanzar rumores sobre esa persona, aislarlo.
Eso es algo que también hay que estudiar. Suelen ser perfiles de personas con muy bajo rendimiento escolar. Y si te arrimas al entorno puedes saber que hay fragmentación familiar, problemas económicos. Es en realidad un efecto compensatorio. El niño tiene al menos una forma de que le reconozcan. El acoso escolar no pasa porque sí. Ahora solo parece que hay derechos y no miramos las obligaciones. Le hemos dado a los niños demasiada manga ancha.
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