Un túnel oscuro y lleno de terrores
"Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma". Eso escribía Shakespeare. Quizá la frase sería aplicable a la obra de Nieve Castro (Sevilla, 1992), dramaturga, actriz y engranaje importante de la compañía Ekléctika. Castro ahonda en su texto, no solo en las profundidades de la ansiedad y todas sus consecuencias, sino en el problema de la identificación; en ese no saber que nos pasa algo, aun cuando somos conscientes de que, por más que digamos que estamos bien, no lo estamos.
Son Aura y Áurea, los personajes creados por Nieve Castro, dos caras de la misma moneda. O tal vez sería mejor decir un espejo en el que nuestros males, (sobre todo los que conciernen al psique y a la mente) no son casi nunca perceptibles con facilidad. Aquí, la compañía Ekléctika, con la interpretación de la propia Nieve Castro y Alba Suárez, pone de manifiesto esos dos temas sobre los que gravita esta obra: la ansiedad y la identificación de que algo no marcha.
Con una paleta de colores gruesos que pintan de ironía y el absurdo el descarnado tema de la ansiedad, Yo soy gente rara nos plantea además la pregunta de cómo se puede llegar a ese punto crítico o al menos preocupante de una guerra con el propio yo, y sobre todo, saber hasta qué punto del túnel podemos llegar sin morir de angustia en el intento de atravesarlo.
Sí, realmente abordamos la comedia como yo la enfoco siempre: como una manera de conectar con el público. Pero para mí la comedia siempre es un acto bastante dramático, Solemos decir que esta obra es cómico-cruel, porque lo abordamos con ironía y comedia en algunos puntos. Pero lo que estamos buscando es un tema muy potente, con una crudeza muy grande.
De hecho, la obra en realidad habla de la ansiedad, pero es uno de los temas, porque de lo que habla también es de cómo se han instalado en nosotros y de la cotidianidad del drama en la gente normal, que no identifica qué es lo que les pasa. Lo asumimos como algo normal, pero a la vez nos estamos si entiendo muy extraños por sentirnos así. Entonces toca la comunicación: cómo hablamos de esto y cómo a veces no nos comunicamos sin ver lo que nos pasa.
"Identificar lo que nos pasa no es siempre fácil"
Totalmente de acuerdo con lo que dices. Esto tiene un factor generacional. Nosotros lo hemos comprobado en gente de nuestra edad, aunque afecta a todas las edades. Pero gente de otras generaciones que ha venido a ver la obra no empatizaba tanto con este tema. Y yo creo que es por una cuestión educacional. Pienso en mis padres y no les han educado en lo emocional; hablar de qué les pasa o identificar qué les pasa. Ahí a veces puede faltar un poco de empatía, el conectar con personas que no lo tienen tan presente ni tan identificado, porque identificarlo tampoco es fácil muchas veces.
Realmente es así. Tenemos partes que son irónicas y absurdas porque sentíamos que si lo abordábamos desde otra perspectiva sería completamente doloroso. Yo no he querido perder nunca ese afán comunicativo porque llegue el mensaje. Siento que, a través de lo absurdo y la ironía, conectas mucho más y es mucho más sencillo transmitir así que hacerlo con toda su crudeza, que puede además crear cierto rechazo. No se trata de suavizar, sino que creo que mi herramienta comunicativa está basada en el humor. Me encanta. Es parte de mi sello.
Yo sí lo creo. Porque muchas veces se entiende que la ansiedad se tiene que ver como algo muy físico o muy demostrable, y no nos damos cuenta de que pequeños actos diarios o comportamientos rutinarios que tenemos están enfocados como normales: me tomo un café para seguir. Me tomo algo y sigo trabajando. Me tomo una pastilla y sigo trabajando. Yo he sufrido eso y he creído que era mi normalidad, hasta que me he parado y he dicho: espera, que quizá esto no sea lo normal.
Si, pero se reflexiona mucho más en la dramaturgia que en la escena. La obra está pintada con un ritmo frenético. Hay muchos cambios, y hay muchas capas de cómo ha sido el montaje. Eso está muy presente. De hecho, hay una primera parte que te desubica. ¿Qué está pasando aquí? Para mí es como lo que le sucede a una persona en su interior.
"Solemos decir que estamos bien cuando en realidad no lo estamos"
Ha sido un proceso grande de investigación. Hemos estado cerca de un año viendo la forma que iba a tener la obra, aunque ya el texto lo teníamos. Ahí ha entrado el movimiento escénico y la escenografía. Los abrigos juegan un papel muy importante. Es de un color naranja que genera cierto rechazo. Es estridente, y además formas parte de algo que quiere tapar y poder decir: todo está bien, todo está bien. Eso es algo que hacemos mucho. Decir que estamos bien cuando en realidad no lo estamos. Te quitas el abrigo y empiezas a rascar a ver qué ocurre.
Creo que hay algo maravilloso que es ver cómo se plasman mis palabras, mi lenguaje y mi manera de hablar. Obviamente, el personaje no soy yo, pero me ha hecho descubrir muchas cosas del otro personaje que yo había escrito y que interpreta Alba Suárez. Al final, no dejamos de retroalimentarnos la una a la otra como personajes, y a mí eso como intérprete me genera mucha riqueza.
Usted hace un teatro, vamos a llamarlo "social", un teatro que no es popular, porque no está interpretando a Poncela o a Buero Vallejo, por ejemplo. ¿Eso casa un poco con su personalidad?Al final el teatro es mi herramienta más expresiva. Desde la interpretación a cómo escribirlo. Al final yo toco los temas que escribo sobre lo que me interesa; bien si los sufro o si veo a mi entorno sufrir. Siento que hablo de temas que nos interesan con compañeros. Temas que nos hacen vibrar. A eso hay que darle voz y que salgan nuevas historias.
"El teatro está cambiando porque el público está cambiando"
Yo creo que el teatro está cambiando porque el público está cambiando, y esto es maravilloso. Creo que la nueva narrativa teatral se parece cada vez más a la del cine. Mis mismos compañeros que vienen a este tipo de teatro, el que yo escribo, por ejemplo, con otro tipo de formato, se sorprenden, porque la idea que tienen del teatro es algo como muy antiguo o muy clásico. Les sorprende ver unos temas cercanos, con un lenguaje casi audiovisual.
La verdad es que cada obra tiene un proceso diferente. Hay veces que se improvisa sobre la escena y veo qué me inspiran los actores y las actrices. En Yo soy gente rara, la tenía terminada, y nos pusimos a trabajar en ella. Ahí me daba cuenta de que había cosas que funcionaban y otras cosas que no. Había cosas que ya se habían contado antes de otra manera. A mí me gusta cuando el texto se pone al servicio de la escena, y ahí no se queda solo en el papel. Muchas veces funcionan, pero en la escena tiene que tener otra forma diferente porque es otro lenguaje.
Ekléctika: teatro sin colorantes
Dice la dramaturga de la compañía, que el teatro está cambiando porque el público está cambiando. Tal vez pueda decirse también que el público cambia porque el teatro cambia. Podemos señalar a Ekléctika como una de las "culpables" de que el público en general pueda ver otro tipo de teatro que se sale de convencionalismos, que saca a relucir temas que parecen de hoy, pero quizá siempre hayan estado ahí. Nieve Castro se encarga de sacar a flote todo aquello que le inquieta o le conmueve. Pero resulta que eso que escribe es, al fin y al cabo, algo que nos sacude a todos. Si no porque nos toque directamente, porque Ekléctika y la autora de sus textos, nos muestran con talento y un lenguaje sin rodeos todo aquello que nos hiere, quizá porque los tiempos (como el público y el teatro) también cambian.
Desde 2016, año de creación de esta pujante compañía, han estrenado con éxito: Superlady o Noche de bodas, (Nieve Castro) y que se representó durante cuatro años consecutivos en Madrid, Segovia y Sevilla, en España. Asimismo, el público de Guayaquil, en Ecuador, o Atenas, en Grecia, han podido probar el talento creativo de esta compañía en auge.
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