Maribel García Mateos, camarera de mandil y pinceles: "Veo un cuadro en un plato o en alguien sentado a la mesa"

La conocida camarera del jerezano restaurante 'Roneo' nos habla de su oficio oculto y de una obra que no se atreve a hacer pública por "miedo escénico"

García Mateos, con parte de su obra. CANDELA NÚÑEZ
García Mateos, con parte de su obra. CANDELA NÚÑEZ CANDELA NÚÑEZ

Por bandeja una paleta de colores (o unos rotring)

Maribel García Mateos (Jerez, 1970) se mueve tras la barra del restaurante Roneo, en la calle Porvera, con sigilo. Con la sala llena de comensales no pierde comba. Sabe lo que tiene que hacer y lo hace con premura, pero sin descomponerse. Con su chaleco negro y la camisa blanca impolutos, Maribel pasa las duras horas que exige un trabajo así, elegante y discreta; tanto que solo después de algunas visitas al sitio pude descubrir el oficio que guarda no sin celo, tal vez un poco acogotada por ese miedo escénico que tanto inquieta a los artistas. 

"No sé", me contesta cuando le propongo una charla para este periódico. Modesta, pero con las ideas perfectamente claras, la artista jerezana afirma que se siente más dibujante que pintora, pero que el oficio, y sobre todo el arte, lo mantiene presente mientras sirve una copa de oloroso o una cerveza. 

Pensé que me iba a costar mucho convencerla para que pudiéramos usted y yo hablar de ese arte escondido que atesora.

He sido facilona, facilona, (risas).

Lo suyo con las pinturas, con el dibujo, llegó antes de manejarse con la bandeja y las mesas de un restaurante.

Mi primer libro fue de arte, el primero que compré, con diez años, en una papelería de barrio, en Los Naranjos, pero cuyo nombre no recuerdo. En casa me dediqué a mirarlo, a ojearlo. Y me encantó. A partir de ahí, toda mi vena artística me empezó a gustar, tanto la moda, la pintura, la escultura...

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Maribel García Mateos en casa, con parte de sus trabajos. CANDELA NÚÑEZ
Pero fue la pintura lo que más le llamó la atención.

No, no. El arte en general, me encantaban las películas, el vestuario que podía verse, la fotografía, que también estudié. También me apunté en la Escuela de Arte, pero no lo hice en artístico, sino en técnico, pero como no he sido una gran estudiante, porque he sido un culo inquieto, no me dediqué a la pintura. Esa fue una actividad tardía. Hasta los treinta y tantos no ejecuté propiamente la pintura que hago. Aunque más bien debería decir que soy más dibujante que pintora. 

"Compré mi primer libro de arte con diez años"

¿Y qué implica eso?

Diferentes cosas, pero es que, para empezar, yo he dedicado mucho más tiempo al dibujo que a la pintura en sí. Tampoco he tenido mucho tiempo, y tampoco he dedicado demasiado tiempo, pero la práctica pone en marcha la maquinaria para que funcione bien.

En ese impasse, desde que se compró ese libro hasta que se puso de nuevo a dibujar, ¿no se le ha olvidado nunca esa vocación, esas ganas de ponerse delante del caballete?

No, nunca, nunca. De hecho miro a muchos galeristas, pero creo que veo tanto artista grande que me abruma bastante. Me gusta mucho la ilustración. Es lo que más me gusta. Hay muchos libros ilustrados, como los de Guillermo Pérez Villalta, autor que me encanta.

Usted no se deja influenciar por un tipo determinado de pintor o un estilo, sino que se mueve por todos los temas y todas las técnicas, ¿no?

Picasso me encanta, pero es que Modigliani, también, Eduard Hopper, lo mismo, me gusta mucho. Y sí, utilizo varias técnicas. 

Su trabajo, que es la hostelería, ¿da espacio en su cabeza para crear?

Lo veo. Lo veo en las luces. En el público que viene a comer. Pero es que en cualquier parte se encuentra un cuadro, solo hay que mirar. A mí me gusta ir a la playa y estoy viendo un Sorolla. También puedo verlo. 

"En cualquier sitio se encuentra un cuadro. Solo hay que mirar"

Tiene su momento del día para pintar. ¿La mañana, la tarde, la noche?

La mañana. Yo por la noche, a dormir. 

¿Qué necesita para pintar?

Mi momento, un papel en blanco, el material y mi creatividad. 

Porque todo lo que sale de sus manos son ideas suyas.

Sí, Nunca he copiado. Y si lo hago es para practicar, pero soy creativa al cien por cien.

¿Un niño mimado en su espacio de pintura?

El rotring y la tinta china. Me encantan. Pero no hago solo el rotring, lo hago mixto. Mezclo varias técnicas. Por ejemplo, el rotring con el pastel, el acrílico. Es mío. Bueno, mío, mío, no. Yo creo que todo el mundo hace experimentos como cualquier otro artista que empieza a experimentar.

¿Sufre mucho viendo malos cuadros? 

Síííí (se ríe). Hay un montón. Y sufro con la mentira, sufro con el que se queden con nosotros, pero entiendo también que los artistas tienen ese punto de locura. Al llegar al top hacen cosas que no son normales, como un lienzo blanco con un lunar negro, y te dice que esto es el Universo. Hay ciertas cosas que algunos se lo pueden permitir.

La sensación de enfrentarse al lienzo o al papel en blanco, ¿se puede parecer un poco a la ansiedad?

Cuando me encargan algo, cuando me veo en el compromiso de hacerlo así, sí. Otra cosa es que lo haga para mí, entonces no siento ninguna presión. En el primer caso, me da un poco de miedo la crítica, a lo mejor.

Y eso le compromete su postura como pintora.

Me hace ser más exigente. Depende de cómo me coja, seré más exigente en la ejecución o el resultado. A veces preciso limpieza, otras necesito trabajar de manera más informal, dejándome llevar, sin agobiarme. Incluso me da igual que se ensucie. Es algo que ha surgido, da igual. 

Usted mide su pintura según se encuentre de ánimos.

Yo creo que tiene que ver. No es un tópico. Los colores, los temas. Claro que influye.

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Original foto de una creación de Maribel García Mateos. CANDELA NÚÑEZ
Todas estas cosas, ¿son compatibles con su trabajo en la hostelería?

Lo de la hostelería es mi modo de ganarme la vida. Y me encanta, además, mi trabajo. Se trabajan muchas horas. Es normalmente los fines de semana, que es cuando la gente sale a divertirse mientras tú estás ahí, trabajando. Pero me gusta. Sobre todo porque hay arte, al menos aquí, en Roneo. No me gustaría trabajar donde no hay arte, un supermercado o un restaurante donde ponen mierda. Es que no podría ejecutar bien el trabajo.

Porque el arte está también en el plato...

¡Hombre, claro! En los platos, en la composición de las mesas, en sentar a una persona. Ver a esa persona, mirarla a los ojos. Decirle lo que hay. Todo eso es arte.

Y qué le pasa a usted que no expone. ¿Por qué está todo en su casa sin la oportunidad de que el público lo vea?

A veces pienso: ¿no seré demasiado egocéntrica si lo hago?

Pero es que el artista lo es por defecto.

Es un recerlo que tengo con mis cosas. Miedo. Miedo a que no estoy preparada. Miedo a estar demasiado expuesta. Ya lo estoy siendo una persona que trabaja de cara al público, cumpliendo las normas. Tengo miedo escénico. 

Sobre el autor:

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Juan Manuel Sainz Peña

Con más de 150 premios literarios nacionales e internacionales (Premio Iberoamericano de Novela, Verbum, 2019, finalista del Premio Juan Rulfo de novela en París, y ganador del Premio Internacional de Novela Bachiller Alonso López) es uno de los autores españoles más premiados de los últimos años. Ha dirigido programas en Onda Jerez Radio y colaborado con las emisiones locales de la Cadena SER. Del 2000 al 2004 escribió para Jerez Información. Desde 2003 hasta 2013, y de 2015 a 2019 fue colaborador y crítico teatral de Diario de Jerez.

 

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