Música entre líneas
José María García López (Ávila, 1945), autor de Las tres muertes de Ingrid (editorial Libros de la Herida) afirma que su novela en absoluto es para estudiosos de la música. Ni siquiera para musicólogos, por más que en la historia entre Ingrid Balaguer (estrella internacional del bel canto) y Elías Leiva (maestro asistente de Ingrid, además de otras muchas cosas), se mueva en el mundo de la ópera en particular y la música en general. Un libro para todo tipo de lectores, sin más matices.
García López es licencidado en Filología Hispánica y es autor de varias novelas, entre ellas La ronda del pecado mortal o El baile de los mamelucos (ambas con Seix Barrral). También es autor de los poemarios Sombra derretida (premio Poesía Erótica, 1987), o Memoria del olvido (Premio Rafael Alberti, 1992)
Hay una cuestión argumental, como dices, entre una artista internacionalmente conocida, exitosa y brillante, y un pianista que es su criado, su ayudante, su amante, y asistente, pero que no es un hombre brillante.
Sí. Aparecen los mejores teatros, los templos de la ópera, y yo lo que he intentado ha sido convertir la palabra en música, y la música en palabra. El otro día, durante la presentación de la novela, leí en la Fundación Caballero Bonald una página en la que pretendía demostrar lo que he querido hacer. He querido que tenga referencias operísticas y pianísticas en la medida en que eso es posible con la palabra.
"He intentado convertir la palabra en música"
Claro, tiene mucho que ver. Si no, no se me hubiera ocurrido escribir una novela así. Pensé en un cruce entre el personaje que tiene mucho éxito y ya está endiosado, en el caso de los cantantes de ópera, que a veces ocurre, y alguien que fuera modesto. Y obviamente sí, toda la música que aparece en la novela es música que yo he escuchado muchas veces.
Sí, sí. Por supuesto. Cuando escribes la novela es porque sabes que has encontrado una historia que tiene esos elementos literarios. En el caso de ella, que termina enferma de Alzheimer, en su mayor momento de éxito; y él, que va por amor a ella, va subiendo poco a poco en la destreza con el piano, para terminar siendo un buen compositor de música de jazz. Es un filón, desde luego.
Siempre he creído que, en efecto, el arte va un poco a su aire. No creo en el arte a demanda. Es decir, el arte que la sociedad reclama. Creo que es justo al revés. El arte como provocación y como exceso, para que sea un estímulo en una sociedad que ya está establecida de una manera. En esa actividad provocativa, imaginativa y creativa del arte, yo creo que, actualmente, como tú dices, está un poco de capa caída.
Bueno, bueno. Esa pregunta es grave. Uno es escritor porque no puede ser otra cosa o porque es tu destino, así que, en cierto modo, eres elegido por las historias. Pero tiene que quedar claro que el lenguaje es más poderoso que el autor.
"Uno es escritor porque quizás no pueda ser otra cosa"
Claro, claro. Eso siempre. Esas cosas que dices son ciertas. Hay que trabajar. Si consigues salvar esas dificultades que parecen tan difíciles, pues obtienes un autoreconocimiento. Reconocimiento que, por cierto, en otros trabajos no se tiene. Quizá por eso escribrir es tan agradecido. Yo llevo meses corrigiendo una novela, y me parece una labor terrible, pero cuando termine diré: ¡qué maravilla!
Esa pregunta está muy bien, es muy oportuna. En esta novela he tenido algún debate con los lectores en el sentido de que han dicho: "Es que me he puesto a buscar y es demasiada música". No, yo creo que no es una novela para musicólogos, ni para melómanos siquiera. Si te gusta la música, el piano, la ópera, obviamente vas a a disfrutrarla más, pero no es necesario en absoluto.
Totalmente. Tú lees una novela de Jack London y no necesitas conocer qué tipo de perros van por la nieve ni cómo se conduce un trineo. Aquí pasa exactamete igual.
