Dar luz entre las sombras
El gaditano Francisco Pérez, 30 años de nada trabajando en Jerez, pone no solo luz, también pone la esperanza y la alegría a aquellas personas que, o bien nacieron ciegas (a las personas invidentes no les gusta eso de discapacitados), o por alguna patología posterior o un accidente perdieron la visión.
De trato amable y cercano, Francisco, Paco para los amigos, destaca el esfuerzo de los ayuntamientos por adaptar la ciudades a las personas con algún tipo de deficiencia visual, pero dice que aunque hay una normativa que lo regula y es de obligado cumplimiento, los ciudadanos somos los primeros en no colaborar con que las calles sean seguras para las personas ciegas.
Ciegas. Pero a ellos les da igual cómo se les llame. Son conscientes de la deficiencia visual que tienen. A veces les digo de broma: "¿Has visto la película?". Y ellos mismos se ríen y me dicen: "Ojalá". Ellos son los primeros que saben cuáles son las limitaciones que tienen.
Sí, sí, sí. Es completamente diferente. La persona que nace ciega tiene completamente asumido su problema, por lo cual no tiene ninguna dificultad, porque no ha visto nunca. Es buena pregunta. Los que han perdido la visión a lo largo de su vida es cierto que tienen más dificultades. Emocionalmente tienen más problemas de adaptación, como es normal.
Realmente trabajamos con dos tipos de personas. Trabajamos con personas afiliadas a la ONCE... para ello tienes que ver menos de un 90%, en función del campo visual o de la agudeza visual. Una de los dos. Pero en ambos ojos. Si en uno de los dos tiene menos del 90%, no es afiliado. Hacemos una excepción con los niños. Se les atiende con pérdida del 70%. ¿Por qué? Porque la ONCE considera, con buen criterio, que a los niños hay que atenderlos.
La persona ciega es la que se tiene que adaptar a la sociedad, no la sociedad a las personas ciegas. Es muy importante. Como ya hemos dicho, están los ciegos congénitos y las personas con ceguera adquirida o ceguera reciente. Pero es difícil vivir en un mundo de imágenes visuales. Ellos se tienen que adaptar. De hecho, una de las mayores actuaciones es a través del programa de rehabilitación.
Eso es muy importante. ¿Cómo llegan la personas a la ONCE? Bien por los servicios oftalmólogos hospitalarios, tanto privados como públicos, que tenemos acuerdos con ellos para que les informen, o bien a través de familiares que se han enterado. Una vez que llega, la persona es afiliada a la ONCE, con los parámetros que hemos explicado antes, y es atendida por la trabajadora social. Esa figura es esencial porque detecta las necesidades individuales de esa persona. Nuestros programas son gratuitos e individualizados. Después de esto se les deriva a los oftalmólogos y al óptico para que hagan una valoración en base a su visión. Después se le atiende en el área de optimización visual.
Pues se le recomiendan tareas cercanas y tareas lejanas. Las tareas cercanas: microscopios, lupas... Cualquier ayuda que le mejore sus tareas cotidianas. Pero no solo la lectura, por ejemplo. Enhebrar una aguja, porque tenemos lupas especiales para eso. Después están las tareas lejanas: los telescopios, gafas específicas para ver la televisión... Hay una serie de ayudas técnicas que la ONCE adquiere a nivel internacional y que ofrece a sus afiliados para que puedan beneficiarse de ello.
Que las personas con deficiencia visual adquieran el máximo de autonomía personal posible en tres áreas: optimización visual, habilidades de la vida diaria, y orientación y movilidad.
Te pongo un ejemplo real, no damos nombres, claro. Yo estoy trabajando ahora con una persona joven, de 16 años. Tiene una deficiencia visual muy grave. Esta persona usa el bastón blanco. Es el bastón de movilidad que llamamos nosotros. Si los padres de esta persona no colaboraran conmigo, esta persona no utilizaría el bastón a medio plazo. Pero no solo con las personas que usan el bastón. Hace poco he trabajado con una señora para enseñarle a hacer una tortilla de patatas y la familia, al principio, era muy reticente a que usara la cocina, le daba miedo. Tengo que ir al domicilio y explicar que lo único que le voy a dar a esta persona es confianza para que lo haga de forma independiente y segura. Que no se queme y no tenga ningún problema.
Cuando yo llegué a Jerez a trabajar hace 30 años, las personas ciegas no podían salir de su casa. El tema de la accesibilidad era tremendo. Ahora tenemos semáforos sonoros, y los más importante, tenemos una normativa de obligado cumplimiento que vela y garantiza el derecho a las personas con problemas visuales a desplazarse por su entorno más inmediato de forma eficaz y segura. ¿Qué ocurre? Que muchos ciudadanos somos los primeros en no cumplir con esas normas. Por ejemplo: aparcamos motos en la acera, ponemos el coche donde no debemos. Y esto es muy importante: todos estos vehículos nuevos que van por donde vamos los peatones. Imagina lo que puede ser esto para una persona que va con el bastón de movilidad y no sabe lo que está viendo a dos metros.
Jerez ha sido pionero en semáforos sonoros hace muchos años. Ahora es pionera en que este tipo de personas vaya por la calle con seguridad por su entorno. Los ciegos tienen los mismos derechos que aquellos que no tienen problemas de visión de ningún tipo.
Las aceras convertidas en autovías
Un informe elaborado por la Fundación Mapfre y Cesvimap lo dice claro: hubo 385 accidentes con patinetes eléctricos desde enero de 2021 hasta septiembre de 2022, de ellos 83 fueron graves. Estos siniestros dejaron 13 víctimas mortales en España, más del doble que en años anteriores. Demoledor.
Francisco Pérez lo ha recalcado en esta entrevista: "Los ciudadanos son los primeros en no cumplir con la normativa". Habla el coordinador de la ONCE de coches mal aparcados, con el obstáculo y el peligro que eso supone para una persona invidente. Pero es que es aún más preocupante ver cómo las aceras por donde van niños, mayores y ciegos o personas con movilidad reducida, se han convertido en una jungla donde los patines eléctricos campan a sus anchas, con muchos de los usuarios desplazándose a toda velocidad, como si vivieran solos o la calle fuera suya.
Un ciego que tiene un "campo de visión" de dos metros, más o menos el que le da el bastón, camina a veces angustiado ante la presencia de estos vehículos que pasan junto a ellos sin la menor consideración.
La autoridad hace lo que puede. Pero no es ni mucho menos suficiente. Es raro el día que la Policía Local no llama la atención a los usuarios o los multa directamente. De poco sirve. Los dueños de los patines eléctricos y las bicicletas (no todos, claro) se pasan por el forro las normas más elementales de seguridad y de convivencia. Y lo peor es que si para el que puede ver esquivar o echarse a un lado para que no nos atropellen es complicado, imaginen para un ciego.
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