Una Zambomba especial
Parecía que tras Un Rocío sangriento (Libros Canto y Cuento), Antonio Rojo (Jerez, 1965) no iba a superar el salto mortal, ese que a veces el escritor, o el creador en general, da para ver si el público asiste adormilado al número circense, o, por el contrario, se agarra a su localidad, entre aterrado y atónito. Pero sí. Rojo, después de su novela negra ambientada nada menos que en la romería de la Hermandad del Rocío de Jerez, se atreve con otra de nuestras fiestas por antonomasia: la Zambomba, también instrumento de las navidades y celebración jerezana que se tiñe de sangre gracias al ingenio (también al atrevimiento) del autor, cuya pluma no parece temer reacciones ni críticas. Zambomba (Libros Canto y Cuento), ya está a la venta. Pero ojo que el autor jerezano aún puede escribir sobre un crimen en Domingo de Ramos, o un par de asesinatos la noche del alumbrado en la Feria del Caballo. Todo se andará porque con Antonio Rojo, nunca se sabe.
La ausencia de novelas cuya trama se desarrollara en las mismas calles de Jerez, me llevó a escribir la del Rocío. Vi que me gustaba llevar toda una trama, toda una historia. En esta segunda vengo a continuar, no la primera, porque son independientes, pero interviene el mismo equipo de homicidios de Jerez.
¿Por qué? Pues porque tengo un montón de historias. Creo que va dirigida a todo tipo de público, pero es cierto que, al ser una novela policiaca, mejor para adultos. Pero no adultos como antes, de mayores de 18 años. No, un adolescente la puede leer.
Hombre. Esa herramienta que tienen en las manos es superior a mí.
Si lo piensas bien, Jerez da para mucho. Aquí te fijas en cualquier rincón y ya tienes una novela. Ahora estamos hablando de la Zambomba, porque se desarrolla en Navidad, pero podía ser en la Feria del Caballo, y la primera estaba ambientada en la salida de la Hermandad del Rocío. Y si no escribo una novela durante la Semana Santa es porque hay tantas cosas escritas que yo huyo de eso.
"En cualquier rincón de Jerez tienes una novela"
En principio son ficticios. Como se suele decir: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Hombre, todo el que escribe, tiene una imagen en el cerebro. Tú no lo sabes, pero te va saliendo. Cuando el escritor dice que los personajes tienen vida, es verdad: la vida que tú le estás dando y la que ellos toman, y al final se parecen, claro que se parecen. Esta novela, como la anterior y una tercera con la que quiero concluir, es un equipo de homicidios de la comisaría de Jerez. Pero todo real, no lo que aparece en la televisión.
Aquello que no genere polémica en Jerez, se aparta. No vale. Aquí tenemos la cáscara “resistente” como la cáscara de la breva. Vas escribiendo y dices: “¡uy, cuidadito, que puedo ofender a…! ¡uy, con esto tampoco, que se ofende no sé quién!”. Pero entonces es que no escribes. ¿Puede general conflicto? Yo creo que no, pero ya verás…
Claro, claro. Si mañana tienes que escribir una novela, que sé yo, sobre Nueva York, habrá que documentarse o incluso ir allí, cosa que no está al alcance de todos. Pero lo que yo he escrito es porque lo he vivido. Si hablo del alumbrado es porque lo he vivido. Yo llevo a mi nieta de la mano y es porque quiero que viva lo que viví yo. Escribo lo que he visto, lo que he mamao.
"Yo escribo lo que he visto, lo que he mamao"
La están matando, y de la peor manera posible: poco a poco. Cada año se le mata un poquito. Yo nací en la calle del Sol, número 50. Yo viví las zambombas de las casas de vecinos. Cualquier parecido con cualquier Zambomba preparada de las que hay hoy, pues no tiene nada que ver.
No, y eso pretendo reflejarlo en mi novela.
Sí, siempre te quedas con ganas de más. Nunca vas a estar conforme.
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