De abuela a nieto, tres generaciones de peluqueros
La peluquería de Clemente tiene dos cosas que llaman la atención: una, las butacas para que te pongan guapo -pero eso depende también de la madre naturaleza-. La otra es la decoración de la pared; toda plagada de fotografías en blanco y negro con estrellas de todos los gremios: de Messi a Humphrey Bogart, de Chaplin a Paul Newman o Rafael Alberti. Los mejores en lo suyo, includo el padre de Clemente, que también era un as de la tijera y que llegó por cierto a pelar a este redactor cuando no levantaba un palmo de suelo.
Clemente Cruz Vega (Jerez, 1975) lleva toda la vida cortando. Bueno, a lo mejor toda la vida no, pero sí gran parte de sus casi 48 años. Desde los 17, para más señas, cuando Antonio Gálvez le dio la oportunidad. Su madre. también es peluquera. Profesora de Formación Profesional.
Desde que empezó los estilos de los cortes y los peinados han cambiado, pero el pelado clásico se mantiene, aunque Clemente dice que este concepto de siempre, si no se está perdiendo, al menos no hay nadie que lo enseñe ya. Hoy por hoy proliferan las barberías que, asegura, no son peluquerías de caballeros, aunque se muestra completamente respetuoso con ellas.
Es cierto. Esto lo empezó mi abuela por parte de mi padre. Era peluquera de señoras. Mis tías, todas hermanas de mi padre, mi padre y después yo.
Sí, sí. La recuerdo peinando. Murió con 93 años, por cierto. Tenía un local en Los Naranjos. Yo recuerdo allí a mis tías y a mi padre. Después ya mi padre montó la suya, tuvo dos peluquerías grandes a la par y tuvo a mucha gente trabajando.
"La historia de la peluquería empezó con mi abuela"
Sí que ha cambiado. Sobre todo con los degradados. Eso le dio un cambio a las peluquerías. Hay peluqueros que se han quedado en lo clásico, y el que se ha adaptado, pues trabaja todo: lo clásico y lo moderno.

También lo hacemos aquí. Lo hacen más los chavales del equipo que tengo aquí trabajando.
Sí, los futbolistas, sobre todo, marcan mucho las tendencias. Los raperos, los que hacen trap... Eso marca mucho a los chavales.
Sí, entra de todo. Tengo clientes que vienen desde que empecé a pelar con 17 años, pero tengo también gente nueva. Hay veces que se pierden clientes porque prueban en otro sitio, por ejemplo. Todo el mundo no es fiel para toda la vida.
Sí, sí. Y psicólogo también. Yo me he dado cuenta de que el peluquero y el cliente crean un vínculo que hace que el cliente me cuente cosas que no le cuenta a nadie más. A lo mejor le has cortado tres o cuatro veces, pero es sentarse, ponerle la capa y te cuenta cosas que hasta te preguntas: "¿pero este hombre cómo me cuenta esto?"
No, no. Qué va. A mí me gusta porque se refuerza esa vínculo que te decía.
(Risas) ¿Cabezones de cabeza? Claro que sí. Yo recuerdo a un hombre que pelaba donde yo trabajaba que no le cabía la gorra cuando hizo la mili. ¡Rebajado de gorra! Hizo la mili pero sin la gorra. No le cabía ninguna. Una cabeza increíble (carcajadas).
"Hay clientes que, una vez que le sientas y le pones la capa, te cuentan cosas que no le cuentan a nadie mas"
Más que nada las piernas. La espalda también.
Tiene su cosa. No sé si conoce el tema de los barber. Yo lo respeto. Es artístico. Pero eso no es una peluquería de caballeros. La mayoría es a máquina, pero luego no saben usar la tijera. El corte hay que saberlo hacer. No te diré que se esté perdiendo pero se hace poco y no hay nadie que lo enseñe. Lo de los barber está bien, pero hay que saber usarlo todo: peine y tijera, no todo es máquina.
No. Aquí mismo, en Jerez, hay clínicas. Queda muy bien. Ya no hace falta irse a Turquía.


