Decía el cantautor León Guieco que "la música es algo amplio, que no tiene fronteras ni banderas". Y eso es lo que Bárbara Sela (Madrid, 1969), y Alejandro Rojas-Marcos (Sevilla,1966), demostrarán en su concierto del sábado 20 de mayo. El público que asista comprobará que, en efecto, la música carece de límites, y que la creatividad es capaz de saltarse pentagramas y volar a su libre albedrío.
Sara, con sus flautas de pico, y Alejandro, al clavicordio, serán los encargados de hacer ver y escuchar la inexistencia de eso límites dentro de la música.
El concierto, dentro del ciclo Runrún que organiza lavozdelsur.es, tendrá lugar el sábado 20 de mayo, en esta ocasión en el Ateneo Libertario Eliseo Reclús (calle Gaspar Fernández, 1, Jerez) a las 12.30 horas, en lugar de la sala Tragaluz, como viene siendo habitual.
Rojas Marcos explica que "dentro de la improvisación libre, nos basamos en la exploración tímbrica, sobre todo. Manejamos los diferentes timbres que surgen de cada instrumento. No tiene la energía del free jazz, que ha habido en algún concierto dentro del ciclo Runrún, con melodías al uso. Bueno, algo hay, pero digamos que son capas de materiales".
En el caso del concierto del sábado, se da la circunstancia de que, a pesar de usar instrumentos de tradición histórica, el dúo hace uso de un lenguaje plenamente contemporáneo, que se centra en la creación a tiempo real en una escucha intensa y concentrada.
"No es raro —explica Bárbara Sela— el uso de la flauta de pico en la música contemporánea. Pero el sesgo, dentro de la música contemporánea, es especial por cómo se tratan estos instrumentos. Alejandro y yo compartimos el utilizar instrumentos antiguos o históricos, pero el objetivo es alterar la identidad de esos instrumentos".
"El objetivo es alterar la identidad de nuestros instrumentos"
La herramienta creativa, como está siendo habitual en los conciertos de la temporada, es la improvisación, en la que las capas sonoras se superponen y evolucionan sin prisas ni estridencias. A este respecto, Alejandro Rojas-Marcos aclara que "esa falta de urgencias, en realidad, es que no se trata de una improvisación energética gestual. Se busca una escucha concentrada, es una escucha concentrada y exigente para la persona que va a estos conciertos".
En lo referente al público que acude a los conciertos de improvisación libre, Bárbara Sela tiene claro que "falta camino por recorrer. Faltan espacios para que las personas puedan descubrir si les interesa o no este tipo de conciertos. Que tampoco quiero decir con esto que a todo el mundo le tenga que interesar, pero no hay contacto, no hay oportunidad. Y lo malo es que estas musicas minoritarias se terminan convirtiendo en un gueto. Pero sí es cierto que cuando la gente que nunca ha escuchado esta música la ha podido oír en el disco que tenemos, por ejemplo, le ha sorprendido muchísimo para bien".
Al contrario que otras músicas que nos acompañan en el día a día, bien en nuestras tareas diarias o la que llevamos en el coche mientras conducimos, y a la que no le prestamos especial atención, esta música necesita silencio y mucha concentración.
"Esta música —recalca Rojas-Marcos— está hecha con mucho cariño, cuidando los detalles. Es un tipo de música que la gente no tiene costumbre de escuchar, pero que cuando la descubre disfruta mucho".
Este es el séptimo de los ocho conciertos programados, y aunque el público es reducido por el tipo de música que se hace y el pequeño local donde se toca, los asistentes salen muy satisfechos. Algo muy importante también es la cercanía. Al tocar en sitios muy pequeños, músicos y público están a pocos metros. Eso provoca una cercanía que es muy interesante.
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