Pagando con amor
Antonio Aranda, nacido en Jerez en 1960, fue (o es) prosista. Pero no trata de disimular su apego a la poesía, a pesar de ser este su primer poemario, Deuda de vida, editado por el sello jerezano de José Mateos, Canto y Cuento.
Lector de poetas clásicos, son sus referencias también: Felipe Benítez Reyes, García Márquez, Miguel d'Ors o Eloy Sánchez Rosillo, entre otros.
Deuda de vida se sustenta en cuatro vías diferentes, una estructura sólida con cuatro apartados: Rutina, Lazos, Deuda de vida y Laurel; dentro de una poesía sencilla y sensible, que trata sobre el cuidado a los más mayores, a aquellos que nos cuidaron una vez a nosotros y a los que, de manera razonable y justa, hay que devolverles el amor que nos dieron cuando dependíamos de ellos.
Desde el mismo momento que hemos sido cuidados, siendo indefensos. Esa deuda se contrae con nuestros padres. Como dije en la presentación, la deuda es cariño y dedicación.
En ese año y medio de cambio me voy de casa, dejo a mi mujer y a mis hijos, por cuidar a mi madre; pues claro, aparte del poco tiempo que tengo, me doy cuenta de que el lugar donde tengo que meter esas ideas y ese sentimiento es en la poesía, a pesar de que yo siempre he escrito prosa.
"Por la situación que vivía me di cuenta de que esas ideas las tenía que meter en poesía"
A ver, es que yo en prosa ya había metido versos endecasílabos. Como dije en la presentación, el verso se te mete en la cabeza y ya no hay forma de sacarlo.
La verdad es que es una situación de momentos encontrados, me refiero a lo de pensar que me estén leyendo por ahí... Esto comenzó aconsejado por Ricardo Rodríguez, que es amigo desde la infancia, y de siempre hemos llevado el tema de la literatura por medio. Le enseñé dos o tres poemas y le gustaron. Eso hizo que me animara a seguir.
"En lo sencillo está a veces la dificultad de escribir"
Me gustan los de siempre: Lorca, Antonio Machado, pero aparte de todo esto me interesa la poesía local porque es lo que más cerca habla del pueblo, es lo que tenemos cerca. Dentro de la poesía local está José Mateos encabezando el cartel, y todos los que vamos detrás; yo a la cola, lógicamente,
Sí, sí, claro. Hay momentos en los que tengo poemas muy concretos, y cambiar una palabra no se puede, es imposible. Está todo tan concentrado, tan exprimidas las sensaciones y las emociones, que más corto no se puede hacer. Es la difícil sencillez; es decir: en lo sencillo está a veces la dificultad de escribir.
Así es.
Así fue. Como son emociones y sensaciones que he vivido en ese año y medio, todo lo que he escrito tenía una lógica dentro del libro, lo que ocurre es que había que darle un hilo argumental y que el lector lo captara, claro.
A pesar de que mi grueso es la prosa, de jóvenes todos hemos escrito poesía. Pero solo unos cuantos locos seguimos con ello. Eso siempre está. Yo sigo leyendo a Rubén Darío, Lope de Vega... Lo quieras o no, se te mete dentro la música del verso de forma natural.
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