"La pureza no existe, ni en nosotros mismos"

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Vino a Jerez desde Algeciras por amor y aquí se quedó. El maestro Manuel Parrilla, “un verdadero artista que no paraba de imaginar”, le contó cuando solo tenía 24 años los secretos del compás de Jerez, ese que había sentido de oídas en la casa familiar de Algeciras, cerca de la de Paco de Lucía. En aquella casa, comandada por un patriarca cuyo padrino fue Aurelio Sellés, también imaginaba de niño al escuchar a Caracol, Strauss y Armstrong. Una suerte de santísima trinidad musical que devino en mestizaje natural, sin forzar nada. Una apertura de oídos que inmediatamente le llevó a buscar el contagio entre territorios, a trazar puentes antes que muros. La música de Luis Balaguer (1958) son paisajes, fotografías en blanco y negro o brochazos luminosos con paraísos cercanos al fondo. Tiene una selección de todas esas luces y colores, vientos y aromas, en una exquisita y libérrima discografía, Abrida, Verdeo, Un viento —junto a Arturo Serra—, y también las exhibe de alguna manera en sus clases en el Conservatorio de Jerez, al que lleva vinculado desde después de ser profesor superior de Guitarra Clásica en el prestigioso Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco, en Córdoba.

Esta noche presenta en La Quemá, una sala cultural del centro de Jerez a la que hay que ir aunque solo sea por conocerla, un nuevo trío estable, con Antonio Corrales y Carlos Merino, "con los que colaboro desde hace tiempo, pero con los que nunca había hecho nada en este formato en el que tradicionalmente me muevo muy bien". Balaguer, de aspecto tranquilo y conversación abundante, pero plagada de silencios, pide un Gobernador en el Tabanco El Guitarrón, y deja claro, desde el minuto uno, que huye de las etiquetas como de la peste y que, tras toda la vida dedicado a la guitarra, "he aprendido a llevarme bien con ella". ¿Has llegado a odiarla? "(Risas) Eso nos ha pasado a todos. Estoy disfrutando de la guitarra de un tiempo a esta parte, me ha costado muchos años. He tenido una relación muy difícil con la guitarra y lo he pasado mal durante mucho tiempo. Es una relación muy complicada, uno de esos amores que llaman tóxicos, es cierto, pero también lo es que, afortunadamente, hoy es una relación mucho más gozosa y lo paso muy bien, y me siento mejor que nunca, la verdad. Ya era hora de que me llegara, ¿no?"

¿Usted qué es: guitarrista clásico, jazzmen, tocaor flamenco híbrido?

No me considero un tocaor flamenco, ni me considero un guitarrista clásico, ni me considero un músico de jazz, como mucha gente dice. Y al mismo tiempo, soy un poco las tres cosas, porque he tenido formación en esos tres campos y desde pequeño he estado conectado con esas músicas. Es verdad que la guitarra clásica la empecé con posterioridad y antes empecé con la guitarra flamenca, pero no me siento exclusivamente de ni uno de estos campos y me reconozco en los tres.

Pero su música tiene un poso flamenco innegable.

Sí, sí, de hecho me muevo rítmicamente en el flamenco, el compás y los distintos palos. En este concierto, por ejemplo, haremos rondeña, tangos, bulerías, soleá…

¿De dónde le viene la pasión?

Es curioso porque en mi familia no hay tradición musical. Mi abuela materna era profesora de piano pero no llegué a conocerla porque murió cuando mi madre era pequeña. En mi casa ha habido afición al flamenco, por parte de mi padre sobre todo, y la familia de mi madre pertenecía a una especie de burguesía ilustrada de Cádiz, somos de allí, y desde pequeño escuchaba mucha música clásica, Mozart, Strauss, Beethoven…, pero al mismo tiempo se escuchaba a Manolo Caracol y otras cosas insólitas para la época, como era tener un LP de Louis Armstrong o un concierto en directo de La Figuera…

"Mi relación con la guitarra ha sido uno de esos amores que llaman tóxicos; hoy es mucho más gozoso, lo paso muy bien"

O sea, eso del mestizaje ha sido casi como el respirar...

Creo que sí, porque si no es raro que una persona de aquí… no ha sido intencionado por mi parte forzar la mezcla sino que ha salido natural, tal y como yo reaccionaba a eso.

En su música se aprecia una inspiración que habla de paisajes cercanos. A veces recuerda a una pintura de Joaquín Terán, a un poema de José Mateos o a una foto de Gutiérrez y Tamayo. De Lucía no era amigo de las musas y Balaguer tampoco. "La inspiración, no entendida como un momento en el que se produce algo sin que lo esperes, es fruto de un bagaje y un estar ahí. Pero sí, en mí el paisaje cuenta mucho y, de hecho, de lo que toco en mi repertorio hay canciones de El Estrecho, que alguna vez espero presentar de forma conjunta, y El Estrecho es un ámbito, un paisaje, que me ha marcado profundamente, a pesar de que llevo más de 30 años en Jerez, y al que recurro constantemente. Es un paisaje muy potente, hay una energía muy grande en ese corredor de Algeciras a Tarifa, o de Ceuta a Cabo Espartel…". Otra vez la música como nexo de unión entre una provincia, a menudo, desconectada y de espaldas. "Claro, claro, totalmente, con el Campo de Gibraltar pasa una cosa muy curiosa: es una tierra muy flamenca, quizás aquí no se sabe tanto, pero siempre lo ha sido, a pesar de que Paco de Lucía marca un poco como la referencia de allí, ha habido siempre una afición por el estilo y el flamenco de Jerez muy potente".

¿Vale todo en nombre de la experimentación?

Bueno, todo no vale nunca en nombre de nada. De todas maneras, no creo que lo que hago sea experimental...¿Hay mucho camelo?

La mayoría es camelo, oportunismo, y muchas veces también los artistas se ven forzados porque la supervivencia en la música y en el arte es complicada. Hay exigencias de instituciones, discográficas… eso marca mucho la línea por la que hay que pasar y la gente tiene que sobrevivir y entra al trapo.

¿Usted ha estado tentado de entrar al trapo?

No, no he tenido ese problema porque, en fin, la música que hago la hago fundamentalmente para mí. Tengo la suerte de trabajar como profesor y pagar mis facturas con eso y, entonces, digamos que tengo un colchón, no tengo esa dependencia de la mayoría de los músicos por el concierto o el bolo. Afortunadamente, estoy muy libre y me dedico a lo que verdaderamente siento que tengo que hacer, y lo hago para mí, y si a la hora de compartir hay alguien que conecta con esto pues mejor que mejor. De hecho, aunque he participado en muchas producciones, festivales, aquí, fuera, trabajos por encargo… nunca he estado en esa tesitura de tener que hacer las cosas sin libertad. La libertad es durísima sin ese colchón y en este país, mucho más. Conozco muy pocos músicos y artistas que puedan vivir exclusivamente de esto.

"El flamenco y el jazz están condenados a entenderse", le leí en una entrevista... ¿hay puristas irredentos a ambos lados?

Sí, sí, por supuesto que existen en las dos parcelas, en el jazz también hay mucha gente que se rasga las vestiduras y mantiene una actitud muy beligerante con todo lo que se sale. Aunque tradición tiene que ser todo porque si no no hay donde rascar, pero yo intento desmarcarme de eso que me encuadra en el flamenco jazz, me fastidia mucho, porque el flamenco jazz como etiqueta hace referencia a una serie de músicos muy concretos y a una estética muy concreto, y no me reconozco tampoco en esa línea, aunque haya podido colaborar y hacerlo sintiéndome muy afortunado por estar ahí, pero al configurar mi mundo propio no me siento haciendo eso…

En todo caso, es difícil encontrar algo más impuro que el flamenco...

Claro que sí, por supuesto. Todos los que presumen de pureza en el flamenco creo que hacen más alusión a un respeto a la tradición. Cuando dicen es muy puro creo que se refieren a que es muy respetuoso con la tradición, que también se puede ser haciendo otras cosas, pero realmente la pureza no existe, ni en flamenco, ni en el jazz, ni en nosotros mismos. Nada es puro.

"Estoy muy libre y me dedico a lo que verdaderamente siento que tengo que hacer, y lo hago para mí, y si a la hora de compartir hay alguien que conecta con esto pues mejor que mejor"

El mediocre copia, el genio, roba, dijo Paco. ¿Usted a quién le robaría?

Bueno, no sé… creo que robamos ya involuntariamente. Solo de oír, muchas veces, haces algo y dices, caramba, esto me recuerda a quién. Yo robaría a todos (risas)… no perdonaría a nadie…Otra del maestro: "La izquierda crea, la derecha ejecuta". ¿Sigue siendo así?

La derecha sigue ejecutando, la izquierda está muy… es una pena pero realmente está muy denostada. La situación ha cambiado mucho desde aquello, a Paco le costó una paliza aquello en Madrid al salir del cine, pero verdaderamente la izquierda ahí tenía un empuje, una ilusión y unas expectativas que ya no existen.

¿Se ha resignado?

No me he resignado pero tampoco albergo grandes esperanzas de cambios inmediatos. De todas maneras, la derecha lo está haciendo tan mal, tan mal que tampoco durara tanto, ¿no?

Lo bueno es que a un músico no pueden amordazarle, ¿o sí?

Bueno, creo que no… En cualquier caso, hay que tener cuidado porque con cualquier cosa te pueden echar mano, seas lo que seas.

"Nunca ha habido un ambiente más mediocre, nunca ha habido más cadenas y menos cosas que ver"

La cultura hoy queda reducida al marketing, al entretenimiento, al espectáculo superfluo...

Es impresionante el grado de degradación cultural al que ha llegado la sociedad. Me acuerdo, soy mayor pero tampoco…, en los 80, tras la muerte de Franco, el ansia de cultura, el interés y la pasión que había… todo eso se ha ido perdiendo de una manera increíble, aunque afortunadamente siga habiendo gente brillante, preocupada y sensible. Los políticos tienen mucha culpa pero también la televisión. Nunca ha habido un ambiente más mediocre, nunca ha habido más cadenas y menos cosas que ver. Puede sonar a barbaridad, pero la televisión franquista emitía cosas más interesantes que hoy: músicos tocando en directo, teatro… Es increíble.

Al menos, por albergar cierta esperanza, usted en el Conservatorio ve como no solo no dejan de llegar alumnos, sino que están saturados...

Sí, sí, claro, por supuesto, y todavía hay mucha gente que, en fin, vibra con la buena música, el buen cine, la buena literatura… Vas a El Prado y está lleno siempre, pero es verdad que el ciudadano medio... ya no es solo lo que ve, sino cómo habla, cómo se comporta…

¿Qué le da la docencia, es su otra gran pasión, no?

Sí, desde luego que sí, de siempre lo mío ha sido la docencia, es vocacional, me gusta mucho, disfruto mucho. Poder enseñar guitarra es una bendición. Vivir de esto es realmente gratificante y reconfortante.