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Nadie nace solo y nadie muere solo, eso está clarísimo. Es posible que en un momento las personas puedan tener una visión del otro lado. Hay un proceso anterior y posterior a la muerte. En determinadas circunstancias de la vida se pueden ver personas que han pasado a otro plano. Circunstancias que suelen aparecer en instantes próximos al desenlace. La tranquilidad que da saber que no mueres y la responsabilidad de enterarse que lo que hagas aquí te vas a tener que encarar en el otro lado.

Hay otras dimensiones, la ciencia lo está empezando a descubrir, los gobiernos no lo divulgan. Cuanto más sabes es mejor porque hay menos miedo, menos apego. Los estudios en Jerez de la Frontera, al encontrar casos y describir cómo ven a esos seres fallecidos son muy llamativos, como si estos seres estuvieran ayudando de alguna manera a hacer el tránsito. Esta verdad no se puede ocultar continuamente.

La evidencia de las visiones de los moribundos cuando estos creen ver y reconocer a algún pariente cuya muerte desconocían, facilita quizás uno de los argumentos más sólidos en favor de la supervivencia. “El moribundo había pasado algún tiempo tranquilo, como si durmiera, cuando, de pronto, se incorporó, abrió desmesuradamente los ojos, exclamó: ¡Cómo, aquí está Juan, y está perfectamente! ¡Oh, tiene un aspecto magnífico!". Súbitamente se irguió, extendió las manos y dijo con gran claridad, como si hablara a alguien que se hallara presente y al que le agradara ver: “¡Juan! ¡Querido Juan!”. Ella, la enfermera, estaba sola con él en aquel momento. Cuando los familiares regresaron a la habitación les contó lo que había dicho, y entonces se enteró por ellos que su hermano Juan había muerto, no se lo habían dicho por no inquietarlo.

A las personas que están en el lecho de muerte a punto de fallecer les ocurren estos fenómenos, dos o tres semanas antes de que les llegue su hora. Son percepciones de familiares que ya han fallecido y que ese sujeto los está viendo como que están a su lado acompañándoles. Lo típico es que vean o sueñen con familiares que los están llamando. Los niños también ven, al abuelo, a hermanos o a la madre que ya ha fallecido. Lo llamativo es que los niños suelen ver a ángeles sin alas. Es imposible que el cuerpo humano sea tan solo el recipiente de nosotros como personas. Si una cosa es imposible, el resto es la verdad.

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Eduardo Arboleda Ballén

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