Parte de la partida estatal y del propio partido depende de los pasos que dé Susana Díaz.

“Andalucía era un solar abandonado en el franquismo, hasta que llegó el PSOE y lo puso a andar. Eso aquí muchos no lo olvidamos”. Esto decía en el verano de 1990, ante una cámara de la recién nacida cadena autonómica Canal Sur, un señor mayor, calva con bronceado agrícola, camisa remangada con los botones abiertos hasta la mitad y bandera del PSOE, durante un mitin de la campaña que, en pleno frenesí socialista en la Sevilla pre Expo, le daría por mayoría aplastante el primero de muchos gobiernos andaluces a Manuel Chaves. La hegemonía del PSOE-A venía de atrás, 13 años antes, cuando, en las primeras elecciones generales tras la dictadura, Rafael Escuredo le arrebatara por poco en el Sur la primera posición al centralismo, es decir, a la UCD del chico de moda Adolfo Suárez. Venía esa hegemonía socialista desde 1977 y probablemente aquel señor del mitin pre Expo 92 no podía imaginarse entonces que ese poder autonómico seguiría imbatible a día de hoy, 26 años después. 

Lola Palmero tiene justo eso, 26 años. Nació cuando Manuel Chaves entraba por primera vez como presidente al Palacio de San Telmo y se afilió a las JSA (Juventudes Socialistas de Andalucía) a los 17, cuando Chaves estaba a punto de dejar paso a su sustituto, José Antonio Griñán. Cuando le preguntas a Lola por una razón que explique el mantenimiento durante diez legislaturas consecutivas, es decir, todas, presidente tras presidente, en el poder del partido en el que milita, en una especie de viaje temporal, Lola recoge el guante argumental del agricultor del año 90: “Yo vivo en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), donde siempre ha gobernado el PSOE en el Ayuntamiento, así que he vivido esa doble hegemonía, en lo local y en lo autonómico. Mis hermanas, que son mayores que yo, me han enseñado fotos de cómo estaba mi barrio. Y aquí no había nada. Ni carreteras. Esto era un lodazal lleno de viviendas. Eso gracias al PSOE cambió”.

Miguel Pasquau, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, explica lo mismo que Lola y el agricultor del mitin de los noventa, con otras palabras: “Andalucía era una sociedad que no creía en sí misma, vivía en el subdesarrollo, con unos índices de analfabetismo grandes y el PSOE llegó en el momento preciso. Con la autonomía, el 4D, el 28F, capitaneada y asociada por todos al PSOE, esto cambió y las zonas rurales, principalmente, vieron incrementada su calidad de vida. Eso ha tenido su peso desde entonces”. 

La tierra abandonada que era la Andalucía del franquismo hasta que llegó el PSOE, ese concepto del lodazal sobre el que se trabajó, documentado con fotos de familiares o explicado de forma simbólica o argumentada, se repite una y otra vez en el imaginario colectivo andaluz para entender el porqué del curioso caso del partido que, a pesar de las cifras negativas de paro o de pobreza en comparación a la media nacional, y a pesar de los recientes casos de corrupción, nunca deja de Gobernar y nunca parece ver peligrar su posición dominante.

Eduardo Barba, periodista del ABC de Sevilla, señala, además de lo que podríamos llamar la “clave lodazal”, un factor antropológico que considera central para entender esto: “El pueblo andaluz no es un pueblo que se vincule generalmente a grandes movimientos sociales de ruptura. Es un pueblo de una mentalidad conservadora, no políticamente hablando, sino de actitud, de mentalidad; votar al PSOE es prácticamente una tradición aquí”. Para Barba, esta hegemonía del PSOE-A se sostiene en tres patas fundamentalmente, ese factor antropológico, un discurso de los desfavorecidos que el PSOE ha sabido capitalizar durante décadas y un tercer factor, el “factor agujero negro”: “Aquí el PSOE ha sabido unir sus siglas al concepto de Andalucía y al de la izquierda en general. A cualquier movimiento social el PSOE lo ha sabido absorber perfectamente. Por ejemplo al andalucismo, que pactó con el PSOE durante un mandato y lo absorbió por completo. Es el abrazo del oso. El movimiento andalucista, el nacionalismo andaluz, lo acabó absorbiendo el PSOE articulando ese discurso del agravio. Nosotros somos los pobres, las infraestructuras y el dinero se van siempre al Norte, etc. Hasta el propio comunismo en Andalucía ha sido un movimiento mucho menos fuerte, porque el PSOE es como un agujero negro que, todo lo que se le ha acercado, lo ha ido absorbiendo. Todo lo que se ha ido acercando a su órbita durante estos años, ya sea Partido Andalucista o Izquierda Unida, el PSOE, en un movimiento muy hábil, lo ha dejado debilitado”.

La hegemonía continúa, pero los apoyos de una época han ido disminuyendo. Entre las últimas elecciones generales que ganó el PSOE a nivel estatal (2008) hasta las últimas del 20D, el PSOE-A ha descendido en un 40% de escaños obtenidos y la tendencia sigue en esa dirección, según todas las encuestas.José Antonio Pérez Tapias es profesor de Filosofía, militante del PSOE y crítico con el inmovilismo actual de su partido. Coincide en los orígenes de la hegemonía socialista andaluza y añade un punto de vista sobre esta situación de poder que, según él, llega a un punto de inflexión. “El PSOE-A se ha visto muy recompensado por esas políticas anteriores, lo que pasa es que esto también tiene su desgaste y hay un momento en el que esa inercia no da para más si no se renuevan los motivos para ese apoyo. Los casos de corrupción, ciertas prácticas de clientelismo político o un exceso de institucionalización del partido han ido provocando que disminuya ese apoyo”.

Institucional e institucionalizado

Un partido camino de los 40 años al frente de un gobierno es, forzosamente, un partido institucionalizado. A sus 70 años, Amparo Rubiales es en sí misma una institución en política. Lo ha sido todo dentro del PSOE, vicepresidenta del Congreso en Madrid, consejera de presidencia en Andalucía o concejal en el Ayuntamiento de Sevilla, y nos habla de la clave interna para entender ese equilibrio entre el poder público y el de partido. “El PSOE-A ha sabido mantener el poder institucional y ha sabido mantener por otro lado el poder orgánico. Eso le ha permitido tener una fuerza en los pueblos, principalmente, lo que le ha dado una base social firme”.

Otros, como Pérez Tapias, aportan otra perspectiva desde dentro: “El Partido Socialista, a medida que ha ido centrando toda su actividad en la presencia en las instituciones a través de sus cargos públicos, ha ido quedando muy atado a ellos, condicionando la voz de los militantes, haciendo que el debate no fluyera en las condiciones que debía hacerlo”.

Mayoritariamente esta simbiosis partido-institución es percibida como un problema que provoca que se confunda gobierno con partido y partido con gobierno. Esto se expresa con los famosos conceptos de clientelismo, voto cautivo, agencias de colocación, etcétera, que provocan el círculo vicioso poder-clientelismo-más poder. “El PSOE-A teje una red con el poder. La red clientelar que tiene el PSOE andaluz es absolutamente bestial. Cuando tienes en tu mano no solo un partido político, sino un partido institucionalizado dentro de una administración con miles de funcionarios y cientos de entes y organismos dependiendo de este monstruo de dos cabezas que es PSOE-Junta de Andalucía, ese clientelismo político es una herramienta muy fuerte que te permite perpetuarte. Se retroalimenta. Cuanto más tienes, más fácil es mantenerlo”, explica el periodista Eduardo Barba. Amparo Rubiales, desde la militancia pero desde la sinceridad del retiro, está de acuerdo: “Lógicamente, después de tanto tiempo en el poder existe ese clientelismo, sería mentir no reconocerlo”.

La corrupción

El caso de los ERE fraudulentos y el desvío de partidas públicas a cursos de formación han provocado un desgaste claro en el PSOE-A, que vio en las autonómicas de 2012 cómo perdía por primera vez en su historia el primer puesto en el podio andaluz a manos del PP del eterno segundón Javier Arenas, impulsado por la llegada de Rajoy a La Moncloa. El pacto de gobierno con IU permitió al entonces candidato Griñán asumir la presidencia. Y su posterior salida, del gobierno y del partido junto a Manuel Chaves para dejar a Susana Díaz, le permiten al PSOE-A dar, o al menos intentarlo, carpetazo político a un asunto que ha acabado con los presidentes que gobernaron el partido durante 23 años entregando el carnet del PSOE-A. 

“Han hecho una cosa de primero de política: un cortafuegos”, explica Eduardo Barba, especialista en el caso de los ERE. “Los que estuvieron dirigiendo están fuera, cambiaron las caras, Susana se ha erigido como lo nuevo y han hecho un discurso anticorrupción muy potente; en cuestión de formas han hecho los deberes. Pero los mecanismos que permitieron que se produjera ese fraude siguen existiendo en la Junta de Andalucía. No significa que la Junta cometa o vaya a cometer de nuevo esas irregularidades, lo que significa es que todo esto es consecuencia de ese clientelismo y que eso podría volver a suceder. Hay mucho dinero que se mueve sin los controles debidos”. Amparo Rubiales defiende las figuras de Griñán y Chaves. “A Griñán y a Chaves no se les acusa de haberse llevado un solo euro a su casa. Ningún juez dice nada de esto, pero creo que no hemos dejado eso del todo claro. Aquí no hay cuentas en Suiza. Aquí hubo un grupo que se sabe quiénes son”.    

La nueva etapa con Ciudadanos y la bestia negra Podemos

Tras décadas con la vigencia del discurso que situaba al PSOE-A como freno a la entrada de la derecha en el poder de Andalucía, el partido socialista andaluz de hoy debe el seguir en el poder al pacto alcanzado con lo que desde el PSOE se calificó en otro momento como partido de derechas, es decir, Ciudadanos. Para Eduardo Barba esto tiene una explicación muy sencilla. “El PSOE tiene una máxima, que es ostentar el poder, porque ostentando el poder, ellos confían en esa gigantesca red. Su pacto con Ciudadanos se debe a eso. Controlando el poder, aunque sea bailando con la más fea, controlamos el voto. Lo que pasa es que esa estrategia tradicional de izquierdas se complica con Ciudadanos de la mano. La gente no va a asociar a Ciudadanos como asociaba al PA o a Izquierda Unida con la izquierda, pero a ellos les compensa y con los precedentes creo que piensan que pasará lo mismo que ha pasado siempre, que es que al final irán atrayendo a su órbita al votante de Ciudadanos, y más teniendo en cuenta que el candidato de C’s, Juan Marín, es una persona muy cercana por lenguaje, propuestas y simpatías al PSOE”.

Amparo Rubiales reconoce cierta antipatía del socialismo andaluz hacia Podemos y en especial hacia la figura de Pablo Iglesias: “No es algo nuevo, los socialistas y los comunistas se han llevado mal de siempre, te lo digo yo que milité en el PCE. Si se le preguntara a la militancia del PSOE, no estoy segura de, entre Ciudadanos y Podemos, qué decidirían, pero yo creo que estaría fifty-fifty. Hay manía en el PSOE, más que a Podemos, a Pablo Iglesias, por su actitud y sus declaraciones”. Rubiales añade que no fue nunca Ciudadanos la primera opción para desbloquear la falta de Gobierno en Andalucía, sino Podemos. “Puedo asegurar, porque participé como intermediaria de aquello, que se intentó por todas las vías que el socio fuera Podemos. Pero se negaron, no hubo forma, ellos no quisieron o no supieron ver que era el momento de ese pacto. Y después de 80 días sin gobierno, fue cuando se optó por Ciudadanos”.

Lola, desde su militancia en las juventudes del PSOE-A, comparte visión con Amparo. “A Pablo Iglesias lo tenemos un poquito atravesado, nos hace un montón de desprecios, no lo tragamos. Si les preguntaran a los votantes del PSOE creo que preferirían a Podemos antes que a Ciudadanos, pero pienso que si les preguntas a los militantes, que sufren sus desprecios, eso cambia”. Pero el tener atravesado a Podemos no hace que Lola deje de ver el peligro. “Yo espero que no, pero tengo amigos de Podemos a los que tendré que pagarles una cerveza si hay sorpasso”.

Para José Antonio Pérez Tapias, la estrategia del PSOE-A fue equivocada. “En muchas situaciones los diálogos no han sido fáciles con Podemos, pero se podían haber intentado otras vías a pesar de las dificultades. Aquel contexto en el que se forma el actual gobierno andaluz parte de una situación forzada, que es la disolución del gobierno de coalición con IU, que me pareció precipitada y no necesaria. Faltó cierta visión de futuro de hacia dónde debía de ir un pacto por la izquierda, más aún cuando se veía venir que en ayuntamientos andaluces y en otras comunidades autónomas iba a ser necesario llegar a pactos con Podemos”. 

El “factor agujero negro” que provoca el orbitar del PSOE-A no afecta a Podemos, según el periodista Eduardo Barba. “El PSOE-A ahora tiene un problema. A Podemos no puede absorberlo con la misma facilidad con la que lo hicieron con el PA o IU, con Podemos tiene un problema de indigestión, le está generando una erosión más importante de lo que piensa el propio PSOE andaluz, lo que pasa es que el PSOE andaluz está jugando siempre a la comparativa con el resto del PSOE y en términos comparativos, claro, aquí siguen siendo los reyes del mambo. Pero la erosión existe, porque la política ha cambiado. Y eso, a un partido tan conservador como el PSOE-A, le cuesta, tiene poca cintura para asumir esa nueva política de medios de comunicación, de televisión, de más contacto en la calle”. 

La influencia a nivel estatal del PSOE-A y la bandera del federalismo

La federación andaluza del PSOE ha sido históricamente un pilar del partido a nivel estatal. Para un partido que tradicionalmente ha dependido para llegar a La Moncloa de los resultados cosechados en Cataluña o Andalucía, un resfriado andaluz tras la gripe catalana sería comenzar a andar el camino que conduce al PASOK. De esta responsabilidad y poder interno se es consciente en el PSOE-A de Susana Díaz, que en una jugada a dos bandas quiere frenar el avance de Podemos en el bastión tradicional y de paso, se presume, tomar el control en Madrid si se confirma lo que dicen las encuestas, que pintan mal para un Pedro Sánchez posiblemente limitado por vectores internos, además de externos. 

Para el socialista Pérez Tapias, el movimiento de formación de gobierno con Ciudadanos en Andalucía podría estar condicionando en clave de política nacional. “En Andalucía se tomó esta opción de ir con Ciudadanos, que está condicionando el pacto general con Podemos que está encima de la mesa. Mi opción es abogar por pactos de izquierdas. Ya no estamos en épocas de mayorías absolutas y eso provoca que exista una izquierda más plural. El PSOE debería plantearse cómo conjugar esa pluralidad”. 

Gran parte de la partida a nivel estatal pasa por un PSOE-A cuya hegemonía en gran parte le vino de haber sabido agarrar en el momento preciso la bandera del autonomismo en Andalucía y que, cuatro décadas más tarde, supone el principal freno para ese salto del PSOE al federalismo que ya empieza a abanderar Podemos. Pérez Tapias lo tiene claro. “Hay una distancia grande entre el discurso de Cataluña y el de Andalucía. Si el PSOE asumiera de manera coherente un planteamiento federalista no se vería en esa tesitura. El PSOE-A brindaría un servicio valiosísimo si saliera de unos planteamientos que hoy parecen muy limitados y muy pegados a un autonomismo que no da más de sí, incluso a una visión que no deja de ser españolista en muchos casos”.

Miguel Pasquau coincide: “Da la sensación de que lo que aquí viene bien, al PSOE federal le impide progresar. Parece que el PSOE fuera de Andalucía estaría dispuesto a pactar con Podemos, pero la federación andaluza controla por tamaño la estructura del PSOE”.

La Sultana y su futuro

Susana Díaz “es una persona que tiene mucha popularidad, que cae bien porque es campechana. Y eso aquí gusta más que el modelo que el PP ha presentado en Andalucía los últimos 30 años, que es un modelo de un tipo de político más alejado de la calle, más estirado. Eso aquí no encaja. El PSOE-A también le debe la hegemonía a que nunca ha tenido una oposición con capacidad de movilizar”, apunta Eduardo Barba, al que cuando preguntas por el futuro de La Sultana, se moja y apuesta: “Yo diría que esto acaba con Susana en Madrid, porque el PSOE a nivel federal está viviendo un momento delicadísimo y se van a encomendar al diablo si hace falta con tal de salvar el partido, si no quieren convertirse en el PASOK o en el Partido Socialista Italiano. Se va a encomendar a Susana como salvadora de la patria si, como todo apunta, Pedro Sánchez se pega el batacazo. El mal momento del PSOE nacional se une a la ambición de Susana Díaz. Susana es una persona muy ambiciosa, que se ha movido siempre, desde que empezó en política, dando codazos. Los dio en el Ayuntamiento de Sevilla, los dio para progresar en el PSOE provincial, luego se lo dio a Griñán a nivel andaluz. Y ahora se lo va a pegar a Pedro Sánchez en cuanto vea que el enemigo está débil. Calculo que acabará en Madrid más pronto que tarde”. 

Amparo Rubiales no lo tiene tan claro: “Va a depender del resultado de las elecciones. Si yo fuera Susana no dejaría la presidencia de Andalucía, otra cosa es que se vaya a dirigir el PSOE, pero sin dejar la presidencia. Porque lleva dos años nada más y porque la elegida ha sido ella”.  El juez Pasquau apuesta en la misma dirección que Amparo: “Sigue de presidenta de Andalucía, pero aspirando a la secretaría general”.

Si la que se supone es el arma fuerte del PSOE dejara Andalucía para salvar los muebles en Madrid, y esto fuese incompatible con gobernar Andalucía, ¿a quién deja, cuál es su núcleo duro? Barba responde: “Antes era fácil identificar cuál era ese núcleo, quiénes eran los díscolos y los leales, porque había mucha diversidad. En estos dos o tres últimos años Susana Díaz ha barrido todo atisbo de diversidad y ha quitado a todo elemento ruidoso, con lo cual hay muchos afines. Yo particularmente tengo una opinión y es que ella tiene mucha confianza en el actual consejero de Turismo, Javier Fernández. Aunque con Susana nunca se sabe”.

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María Luisa Parra

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