El arcense Pedro Durán es el campeón europeo en 'stone balance' y el único profesional de España en este ancestral arte, al tiempo en que trabaja como jardinero. "Me inquieta no vivir de esto", confiesa.
De pequeño tenía por costumbre llevarse a casa, como recuerdo, las piedras más singulares y bonitas que se encontraba. "Llegué a acumular un saco de piedras. Pero un día se perdieron, a saber qué hizo mi madre con ellas", ríe. No concibe una vida alejado de la naturaleza. Ha sido pintor de brocha gorda, de aquellos que siempre daban una pincelada mirando unos segundos al cielo. Y estuvo trabajando durante 14 años en una empresa local tejiendo de manera artesanal alfombras de diseño con materiales nobles como la lana y el algodón orgánico.
"Hacíamos alfombras exclusivas para jeques o futbolistas, pero ya luego llegaron los Ikeas y los chinos...", comenta, al tiempo en que incide que de ahí le viene su minucioso pulso y su poderosa concentración. Ahora trabaja como jardinero y se dedica a cuidar de sus plantas, mientras escucha a los pájaros y el chapoteo del estanque. Él, que nació en Arcos y que se crió en La Molinera, desea que su niño interior florezca y poder, así, ganarse la vida jugando con la naturaleza. "Me inquieta no vivir de esto. Y esto es un trabajo..., no remunerado. No da de comer", puntualiza.
Cuenta que en la playa creó una pequeña ciudad con piedras en equilibrio. "Ahí fue cuando empecé a sentir esa magia... Mi mente estaba a cero y no podía parar de hacerlo. Fue entonces cuando comencé a darme cuenta que algo dentro de mi estaba cambiando", comparte Pedro, quien se llevó hasta el anochecer creando una pequeña fortaleza erigida a base de piedras. Ese mismo día, un chico italiano que fotografió todo lo que había hecho se le acercó y le dijo: "De todas las fotos que he hecho aquí, estas son las mejores. Tú no eres consciente de lo que has hecho". Palabras que le impulsaron a publicar sus esculturas efímeras a través de internet. "Ahora forma parte de mi vida y no puedo parar de crear", se sincera.
Una de las maneras que tiene para afrontar esos comentarios negativos, es, de entrada, mostrar lo que sabe hacer, sin trucos ni un as bajo la manga. Se sienta en el suelo para estar en contacto con la naturaleza, coge cualquier objeto, calcula su peso al tacto y busca su punto de equilibrio. Acto seguido, su cuerpo se tensa, desaparece cualquier tipo de vibración y escucha el mismísimo silencio en su cabeza. Su nivel de concentración le teletransporta a un mundo de paz y tranquilidad. Toquetea el objeto, lo masajea como si pudiese modificar su forma y consigue colocarlo en la virtud de su cuerpo. La bebida queda en equilibrio, suspendida casi en el aire, como por arte de magia. Pero esta vez no es magia, es arte.
"Cuando conecto con las piedras entro en un estado que es mágico"
Sus esculturas le pueden llevar entre 30 minutos y 4 horas. Y depende en gran medida del viento, la luz y los escenarios de la naturaleza. No le vale cualquier lienzo: "Soy muy delicado para elegir el sitio para crear mis obras. Tienen que ser lugares muy especiales". Hasta el momento, ha dejado su huella efímera en El Bosque, Ubrique, Arcos, en el Faro de Trafalgar, los Caños de Meca, El Palmar... Y más escondites naturales que tampoco desea desvelar. Pero comparte que "hay veces que no salgo porque no lo siento. Solo salgo cuando lo siento y cuando necesito entrar en ese estado de meditación". Nunca antes había sentido tanto la "llamada de la naturaleza".
Por último, quiere resaltar que su arte "no tiene nada que ver con coger un lugar en la naturaleza y dejarlo lleno de piedras". Asegura que una vez que termina su figura, intenta dejar las piedras que ha utilizado en el mismo sitio donde las encontró. "Soy consciente de que si las dejo montadas luego va a venir gente y va a querer hacerlo también". Por ello, se muestra delicado con su trabajo y comprometido con el medio ambiente. “ Los que de verdad se dedican a esto, no hacen este tipo de cosas. Mi trabajo no tiene nada que ver con amontonar piedras”, destaca. Y es que no hay comparación entre formar una torre que hacer esculturas casi imposibles de entender al ojo humano.