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Tres jóvenes, Francisco Suárez, Rubén Baena y Santiago Aguilar consiguen el primer premio en 'Territorio Hackathon' por crear una aplicación que diseña juguetes que luego pueden imprimirse en tres dimensiones. El evento, organizado por la Red Guadalinfo y la Universidad de Cádiz, pretende dar salidas a unos proyectos que sin proyección difícilmente podrían ver la luz. 

¿Imagina que cualquier niño pudiera diseñar y fabricar su propio juguete? Desde luego sería un sueño hecho realidad para muchos. Pues con esa premisa, tres jóvenes, Francisco Suárez (Dos Hermanas, 1980), Rubén Baena (Cádiz, 1987) y Santiago Aguilar (El Bosque, 1989), han diseñado una aplicación informática que aspira a poder hacerlo en un futuro.

De momento, ya han dado un primer paso. Partieron de cero y en 24 horas la pusieron en pie para conseguir el primer premio en ‘Territorio Hackathon’, una competición organizada por la Red Guadalinfo y la Universidad de Cádiz (UCA) que reunía a programadores y desarrolladores de software “para buscar soluciones tecnológicas que permitan mejorar o dinamizar la economía del territorio”.

La prueba, desarrollada recientemente en el Campus de La Asunción de la UCA daba la victoria a Francisco, Rubén y Santiago gracias a una aplicación con un curioso nombre, Juanelo 3D -en homenaje a Juanelo Turriano, ingeniero hispano milanés del siglo XVI- la cual diseña juguetes para posteriormente imprimirlos en tres dimensiones.

La aplicación, según explican, no es nada complicada. Los juguetes se construyen a partir de piezas estáticas básicas (cuadrados, triángulos…) que ya vienen incluidas en la herramienta, pero en el futuro se irán aumentando con otras más complejas -que tendrán un comportamiento más mecánico- y con engranajes, con la idea de que los juguetes puedan tener movimiento. 

Una vez diseñado el juguete se podrá pintar, gracias a que se ha añadido un módulo de pintado y, por último, se visualizaría tal y como quedaría en la vida real, ya que también se ha diseñado la posibilidad de verlo en “realidad aumentada”.  “Con una webcam o la cámara del móvil enfocarías por ejemplo una mesa y te saldría el muñeco que has construido sobre esa mesa con sus colores y dimensiones en 3D” explica Francisco.Explica Rubén, además, que hay una herramienta de simulación física. “Cuando el muñeco ya está creado, pulsas un botón y entonces actúa la gravedad sobre él y ves si se sostiene en pie o se cae”.

Ya por último quedaría imprimirlo, exportando el juguete al formato que utilizan las impresoras 3D, aunque ésto puede ser complicado para el cliente final, ya que como reconocen los jóvenes, ahora mismo pocas personas tienen una impresora de estas características en sus domicilios. Por eso, explica Rubén que el siguiente paso que deberán realizar es planificar un plan de negocio. “La idea es vender el software a empresas de impresión 3D para que tengan nuestra aplicación en formato web desde sus respectivas páginas y que el propio padre o niño desde su móvil o desde la página pueda diseñarlo e imprimirlo”.

En relación con esto, incide Francisco que “lo que nos gustaría es que al usuario final le saliera la licencia de manera gratuita -una de las premisas que se daban desde Hackathon-. Hay mucho modelo de negocio posible que se puede hacer. Estamos buscando una manera de que todas las horas que hemos invertido y que vamos a seguir invirtiendo revierta de alguna manera. El dinero podríamos sacarlo a través de publicidad en nuestra web o incluso mediante alianzas con empresas de impresión. Podemos recomendar una empresa de impresión antes que otra, y por ejemplo le podríamos sacar una especie de patrocinio. En principio lo que sí tenemos claro es que al usuario final se lo tenemos que proporcionar de manera gratuita”.

Y es que, como siempre, la financiación es lo más difícil de conseguir, sobre todo cuando se está empezando. “Vemos mucha predisposición, mucha buena voluntad, pero lo que no hay es dinero. Nadie nos cierra la puerta, todo el mundo está dispuesto a tener una entrevista con nosotros, se interesan por la idea pero lo difícil luego es concretar la financiación. Ya hemos montado más de una aventura comercial y a veces hemos conseguido seis meses de financiación, otras veces hemos preparado todo pero no hemos podido ponerlo en marcha porque no había dinero… Esa es la dificultad, no es que nadie nos de la espalda, ni las instituciones, ni la Universidad, ni los inversores, nadie. Pero evidentemente hay mucha competencia, muchas personas con buenas ideas y o tienes una idea muy, muy, muy buena o tienes a alguien que realmente crea en ti y que quiera invertir”, reconoce Francisco.“Ese es uno de los motivos por el que nos hemos embarcado en el mundo de los concursos”, continúa Rubén. “Así tenemos la posibilidad de hacer contactos, de tener mayor repercusión, sabemos que podemos tener opciones a ganar muchos de ellos, otros no, porque hay mucha competencia, entonces por eso ahora optamos por los concursos como plataforma de lanzamiento, porque de lo contrario es muy complicado darte a conocer y poder salir adelante y que alguien acceda a concederte una entrevista”.

De hecho, minutos después de esta entrevista los tres jóvenes ponían rumbo a Málaga para participar en otro concurso, éste relacionado con el mundo de los videojuegos, una industria a la que se dedican profesionalmente pero que reconocen que está "muerta" en la provincia de Cádiz. Explica Rubén que hace un mes acudió a un evento ligado a este mundo en El Puerto y se sorprendió al ver que había "bastante gente que se dedicaba al tema pero ninguno nos conocíamos. El comentario común fue ‘qué pena que con el talento que hay aquí no se promueva nada de esto’. Pero ya no te digo en Cádiz, puedes extrapolarlo a toda Andalucía. Es verdad que en Sevilla puede haber alguna empresa, pero no hay una industria fuerte que apueste por las nuevas tecnologías".

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Jorge Miró

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