Tramallol, casa del activismo y de los colectivos sevillanos: "Estamos en un punto muy amable con gente muy linda"

Este proyecto nació en 2011 como necesidad de compartir espacio de trabajo, pero huyen de la etiqueta 'coworking'. Ana Jiménez, Rocío Ballesta, Ana Penyas y Daniel Bartolomé cuentan su experiencia en Tramallol

Tramallol, casa del activismo y de los colectivos sevillanos. En la imagen, Ana Jiménez y Rocío Ballesta.
Tramallol, casa del activismo y de los colectivos sevillanos. En la imagen, Ana Jiménez y Rocío Ballesta. MAURI BUHIGAS

Tramallol es una casa: la casa de los colectivos más potentes de Sevilla y el hogar de personas con sentires conectados entre sí. Este espacio (que no es un coworking, la palabra se le queda pequeña), es un lugar que se creó en diciembre de 2010, hace justo 11 años, cuando todavía no se llevaba eso de buscar espacios de trabajo comunes. Colectivos, cooperativas y artistas decidieron instalarse en esta nave de la calle Pasaje Mallol para empezar a compartir mucho más que un espacio, más bien “una manera de hacer familia”, mediante la autogestión asamblearia. Un ente vivo que evoluciona constantemente. 

Desde entonces, Tramallol se convirtió en el lugar de trabajo y vida para muchos proyectos y también en la sede donde se asamblean numerosos colectivos de Sevilla, como Cactus (Colectivo contra la turistización de Sevilla), Feminismo de los sures, Prostitutas de Sevilla o Greenpeace. Aquí tienen cabida proyectos y colectivos que “no le hacen el juego al capitalismo”, está abierto siempre para lo que el barrio necesite y para el desarrollo de actividades culturales. No ha sido un camino fácil, y es que, como ocurre con la gestión de cualquier casa, “las taritas y los egos de cada uno acaban saliendo”. De hecho, hace justo un año este espacio estuvo a punto de desaparecer, pero sobrevivió gracias a que se pusieron “macarras” y sacaron fuerzas (quizás de donde no las tenían), para devolver la ilusión y el cariño al proyecto con la inclusión de nuevos socios. 

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Fachada de Tramallol, en Pasaje Mallol (Sevilla).   MAURI BUHIGAS

Rocío Ballesta y Ana Jiménez son dos “veteranas” de Tramallol, como dicen ellas, “tramalloles”. Rocío Ballesta coordina ‘La cocina de Tramallol’ y Ana Jiménez forma parte de la cooperativa ‘Ecotono’. Las dos están contentas en este encuentro con lavozdelsur.es porque por fin han instalado estufas y esto hace que el espacio sea más acogedor, que se sientan más calentitas en todos los sentidos. 

"No siempre ha sido un espacio amable. Políticamente haríamos flaco favor contando otras milongas"

"Tramallol no siempre ha sido un espacio amable. El espacio pasa ahora por una fase con gente muy linda que ha entrado nueva. Políticamente haríamos flaco favor contando otras milongas. El espacio estuvo a punto de desaparecer porque la situación fue difícil. Tendemos mucho a mitificar los procesos y eso no nos lleva a ningún lado”, explica Ana. 

“Hubo un tiempo en que por la quemaera se hizo duro y la gente llegaba aquí y se encerraba. Ahora se vuelve a entrar con una sonrisa y la gente se abraza. La vida se ha puesto en el centro”, comenta Rocío muy emocionada. “Gestionar un espacio como Tramallol es complicado y se generan conflictos. Sufrimos mucho, y otras nos reímos también”, añade. 

"Es importante tener inteligencia colectiva y detectar cuando hay que retirarse"

“A veces hay personas 'rollo cherif' y esto puede generar un clima hostil en el que la gente nueva no se sienta legitimada. Es importante tener inteligencia colectiva y detectar cuando hay que retirarse si ya no hay nada que aportar, cuando no sabemos ser generosos ni comprender que los proyectos son colectivos”, relata Ana. “El impulso de gente nueva ha traído aires renovados. Los valores de esta gente son muy parecidos a los tramalloles antiguos. La gente nueva ha recuperado el espíritu”, prosigue. 

"La multimilitancia nos pone"

El activismo sevillano late con fuerza en Tramallol y, en cierto modo, funciona como un observatorio para ver qué ocurre en la ciudad. Por aquí han pasado y siguen pasando colectivos que han encontrado en esta casa un lugar para realizar sus asambleas. Además, muchos de los proyectos residentes están a su vez metidos en otros colectivos: “La multimilitancia nos pone”, dice Rocío.

“En Sevilla parece que no hay articulación entre colectivos, pero cuando menos te lo esperas llega un hilo invisible y todo se articula. La idiosincrasia sevillana no es estructural, sin embargo, cuando hace falta, la peña se estructura”, explica Ana. Esto fue lo que ocurrió con ‘Ramuca’, la agrupación de redes de apoyo mutuo surgidas en Sevilla a raíz de la crisis del coronavirus. Sevilla Este, Polígono San Pablo, San Jerónimo, Las tres mil viviendas, Los pajaritos, El Cerro… todos los barrios se organizaron en muy poco tiempo mediante una red que surgió en Tramallol y que rápidamente se extendió.

Esta relación entre centro y periferia, sin embargo, parece resistirse en la vida diaria de los colectivos sevillanos. “Nos gustaría que estuviera más estructurada esta relación. La conexión entre ambos siempre ha costado mucho. De todas formas, está guay cuando es la periferia la que se organiza y nosotras vamos de invitadas, como vamos a las cosas de ‘Barrios hartos’”. 

“Antes el centro norte era el centro neurálgico del activismo sevillano, pero ahora la gente se ha ido y la cosa está más dispersa. El centro está imposible”, dice Rocío. “El activismo tiene que volver a romper. Está todo muy contenido, algo tiene que pasar porque la situación a nivel político es tensa”, concluye Ana. 

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El espacio Tramallol.   MAURI BUHIGAS

Respecto a la gestión diaria del espacio, Tramallol se organiza realmente como si fuera una casa. Las asambleas son sobre todo logísticas (aunque a veces realizan alguna política), y en ellas se coordina la limpieza, la organización o el calendario de actividades. Uno de los puntos que quizás marquen la diferencia es que también se ponen en común “los sentires de cada uno”, un marco donde comentar también las cosas que van mal o que interfieren en el desarrollo orgánico del espacio. “Son los cuidados para mantener la casa común, hay que afrontar también los conflictos”, cuenta Rocío. “Yo limpio más en Tramallol que en mi casa”, añade entre risas. 

Nuevos aires para Tramallol

Entre las nuevas incorporaciones se encuentra Ana Penyas, ilustradora valenciana y primera mujer en ganar el Premio Nacional del Cómic, que obtuvo en 2018.

"Es otra manera de conocer la ciudad. Personalmente, me aporta un espacio de construcción colectiva"

“Aquí no pagas por unos metros, aquí pagas por unas necesidades. No es esta cosa capitalista en la que pones un dinero y te olvidas de todo. Tramallol es otra manera de conocer la ciudad. Personalmente, me aporta un espacio de construcción colectiva. Mi trabajo es individual y me gusta compensar con una parte más comunitaria de trabajo en equipo”. 

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Ana Peñas, ilustradora y Premio Nacional del Cómic en 2018.   MAURI BUHIGAS

Daniel Bartolomé, de sinsentidoart, también llegó hace unos meses a Tramalloll: “Este es un espacio en el que creamos red y nos apoyamos. Nos aporta conocimiento, hay muchas generaciones y estamos todos conectados, a través de un discurso con muchos puntos en común. 

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Dani Bartolomé, de sinsentidoart e integrante de Tramallol.   MAURI BUHIGAS

"Es un nido en el que nos cuidamos. La única forma de subsistir es de una forma comunitaria y creando redes, o nos ayudamos entre nosotros o no nos ayuda nadie”. 

Sobre el autor:

Valeria Reyes

Valeria Reyes Soto

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid, ha trabajado en la gestión y comunicación de proyectos como el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, la Feria del Libro de Sevilla, el Festival de Jerez o el Festival de Cine Europeo de Sevilla; en espacios como la librería Caótica y en proyectos como Luces de barrio. Con especial interés por los programas que unen diferentes puntos de la cultura a través del encuentro, la investigación y la mediación, así como plena vocación por el mundo editorial, librero y literario.

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