Irina, Javier y Belén, que asisten a clases en la academia Tenidiomas, cuentan cómo les cambia la vida el estudio de la lengua de Shakespeare: "Hay que mantener la capacidad de aprendizaje activa".

Irina lleva dos años en España. Estudió el grado de Filología Inglesa en Rusia, de donde es originaria, y ahora se prepara para el examen de C2 en Jerez. Además, habla otros tres idiomas, su ruso nativo, algo de alemán y español. Este último, dice, es el más complicado para ella. “Mi mente está hecha a los idiomas nórdicos”, asegura. Llegó a España “por amor”, como confiesa ella misma, y con su pareja habla en inglés para no perder la práctica. De hecho necesita expresarse con fluidez, ya que da clases en una academia. “Siempre me ha gustado enseñar”, señala.

“En Rusia nadie pregunta por el certificado de Cambridge, pero ya me hace falta para trabajar en cualquier parte del mundo”, apunta. “Necesito el C2”, dice, por eso se apuntó en la academia Tenidiomas. “Al principio era muy difícil expresarme en español, pero ahora me siento mucho mejor”, asegura Irina, que le llama la atención que aquí “se habla muy alto” y, también, “se interrumpe mucho”, algo que no es habitual en su país natal. Eso sí, está adaptada también al habla de la región: “Creo que entiendo el andaluz mejor que mi novio”, dice entre risas.

Javier es compañero de clase de Irina. Él es profesor de lengua extranjera en el colegio Los Marianistas. “Me saqué aquí el B2 y continúe hasta el C2”, dice, certificación que espera obtener en los próximos meses. A él, a diferencia de muchos españoles que no se atreven con la lengua de Shakespeare, el aprendizaje le viene casi por castigo. Su madre fue profesora de este idioma y desde pequeño lo fue aprendiendo. “Me llamaba la atención”, confiesa, y con siete años empezó a estudiarlo. “A esa edad absorbes el conocimiento de forma más natural”, señala. “Me gusta mucho el inglés y hay que seguir estudiándolo, de lo contrario no mantienes la capacidad de aprendizaje activa”, señala Javier, que gracias a conocer el idioma ha estado como tutor de alumnos en Dublín (Irlanda), donde realizaron un curso de verano.

La vida también le cambió a Belén, profesora de Primaria, cuando con la entrada del bilingüismo en las escuelas le pidieron que obtuviera, al menos, el B1 de inglés. Durante la carrera estudió francés, por lo que tenía más olvidado el idioma. “Me ha gustado desde pequeña, de hecho a mi casa venían chicas inglesas de intercambio”, señala divertida, por lo que su contacto con el inglés comenzó a temprana edad, aunque matiza que “en bachiller tenía buen nivel”, pero sin práctica “es fácil que se olvide”. Ahora, antes de darse de baja por maternidad, daba clases de Ciencias Naturales en inglés a niños de entre seis y ocho años. “Aprenden con juegos y canciones, por lo que les suele gustar más que las asignaturas tradicionales”, señala Belén, que dice que el vocabulario aprendido para sus clases le ha servido a la hora de examinarse para el B2.

Mientras impartía clases por la mañana, las recibía en la academia por la noche. “Con el agobio tuve que escoger la que tenía el horario más flexible”, señala, “pero en Tenidiomas por horario y por material vi que era la que más me convenía”. Con su tío, que es profesor de inglés, y una prima, que tiene buen nivel, suele practicar, pero confiesa que volverá a asistir a clases. “Tengo que ir reciclándome”, señala, “porque la fluidez se va perdiendo”. Aunque su aprendizaje ya le sirvió. “Nada más sacarme el B2 me fui a EEUU, y por lo menos no vine descorazonada”, dice entre risas. Irina, Javier y Belén, tres ejemplos de la importancia del aprendizaje de idiomas para desarrollarse profesionalmente.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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