El sabor 'gourmet' de Calabria triunfa en Sevilla gracias a una italiana enamorada de la ciudad

Federica Gagliardi llegó a la capital hispalense para trabajar en RRHH gracias a una beca, pero se enamoró de la ciudad y acabó montando 'La Cocinera Tremenda'

Federica junto a los productos de Calabria.
Federica junto a los productos de Calabria.

Dejar el país en el que uno nace nunca es fácil. Pero se hace más sencillo si te enamoras a primera vista de la ciudad que te acoge. Algo así le sucedió a Federica Gagliardi, una calabresa de 39 años que llegó a Sevilla en 2014 y a partir de ahí organizó su vida en la capital hispalense a través de los productos típicos de su tierra. Eso sí, lo hizo sin abandonar sus orígenes porque en su local, además de oler Italia, también se oye. La música transalpina no deja de sonar en ningún instante.

Federica llegó a Sevilla en 2014 — con la crisis financiera aún haciéndose notar entre la juventud — gracias a la beca Leonardo, después de un tiempo viviendo en Roma, para trabajar en la contabilidad de una empresa cualquiera a pesar de que reconoce que es "nefasta con los números". "Estaba harta de Roma", dice. Entre otras cosas porque tardaba la vida en desplazarse. Sin embargo, ahora que vive en Sevilla, bromea con esto del transporte, "primero a ver si pasa el autobús...". Normalmente pasa y termina llegando a su lugar de trabajo. Conoce otras ciudades de España, pero para ella ninguna es como la capital andaluza. "Sales, miras al cielo, te das una vuelta y ya te has contestado solo. Es fantástica y se vive muy bien. Es como un pueblo grande. Cuando te asientas en un barrio estás saludando a gente cada dos por tres".

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La pasta sigue siendo el producto estrella.   MAURI BUHIGAS
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El local se sitúa en el Mercado del Arenal.   MAURI BUHIGAS

'La Cocinera Tremenda' es un local situado en el Mercado del Arenal, en pleno centro de Sevilla, que se dedica a vender productos típicos de Italia. Más concretamente de Calabria, su región de nacimiento. No obstante, entre la beca Leonardo y la actual ubicación de este negocio ha pasado mucho. Antes de asentarse en Sevilla volvió a Roma para hacer un master, pero tenía claro que quería volver. Ella misma se buscó las prácticas en la empresa donde ya había trabajado y dejó tirado al piso que su padre había comprado para que lo compartiera con su hermano en la capital de Italia. "Dije que me mudaba a Sevilla. Mi hermano se lo tomó fatal y a mi padre le costó porque tenía la mentalidad de ser funcionario y tener un sueldo fijo. Yo pasaba a la incertidumbre del autónomo".

Con una mano delante y otra detrás Federica llegó a Sevilla con la idea clara del negocio que quería montar. "Siempre me ha gustado comer y compartir", explica para contextualizar la situación.  "Como buena italiana me gusta la pasta, pero veía mucha ignorancia", señala sobre la variedad que existe en su país más allá de la pizza y la pasta, que es lo que más vende. "Otra cosa es que uno traiga calidad y productos autóctonos. Calabria tiene muy buen producto y al ser dieta mediterránea es muy parecido", aclara. Si bien la pasta y la pizza son el producto estrella, hay otros como la alcachofa romana, la carne del barrio judío de Roma o el pescado de su región, o la cultura de galletas de su país que no desmerecen a los platos típicos. "La gente se sorprende de que comamos también lentejas. Lo que ocurre es que si te tengo que invitar a casa no pongo lentejas, pongo pasta", explica.

La batalla para llegar al Arenal

Hoy, su esquina del Arenal está llena de pastas, salsas, galletas y todo tipo de productos. También hay una pequeña cocina para elaborar los encargos. En el exterior algunas mesas después de una lucha importante para conseguir la licencia y que se pueda comer allí. Pero el inicio fue en la Escuela de Idiomas de la Macarena. Allí, sin saber español, se ofreció a hacer talleres y a día de hoy los mantiene. "Tuve mucha suerte porque me encontré personas muy buenas que me abrieron la puerta", cuenta sobre los inicios en la ciudad. Entonces usaba su casa como local de estos talleres. El siguiente paso fue abrir una página de Facebook que ella misma define como "cutre". 

Llegó entonces un paréntesis de dos años en Nueva York, pero con billete de vuelta. Fue entonces cuando una herencia familiar le permitió dar forma al negocio en Nervión. No tenía apenas productos y, a pesar de ser un local de comida italiana para llegar, la gente le pedía salmorejo y tortilla. "Lo hacía porque tenóia que pagar el alquiler", dice también con cierta sorna. Las obras de la zona complicaron la situación porque perdió la visibilidad del local. "Hacía solo pasta fresca por encargo. Ahora coicno aquí y la gente que quiera se lo puede comer aquí", explica sobre el cambio que ha experimentado. 

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Pero la cocina italiana no es sólo pasta.   MAURI BUHIGAS

 

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Tras una dura lucha con la administración, ha logrado la licencia para una pequeña terraza.   MAURI BUHIGAS

Y es que tenía claro que quería un lugar en el Mercado del Arenal por el potencial que tiene en pleno centro de Sevilla, "soy cabezona". Tanto es así que desde el Ayuntamiento le tuvieron que decir que no hacía falta que mandara más solicitudes. Acababa de firmar un contrato de alquiler en otro local, pero con esta noticia no tardó en mudarse. Se trata de un sitio muy frecuentado por turista, pero Federica es tajante, "nunca quise enfocarme a ellos". Eso sí, tampoco le cuesta decir que en la pandemia la han "salvado". La llamada se produjo en agosto de 2018, pero no abrió sus puertas hasta el 30 de abril de 2019. Aquel día un cliente le preguntó si el día siguiente estaría por allí, "dije que sí sin pensar que era el 1 de mayo". No fue una época buena para comenzar porque en verano apenas hay gente en Sevilla y, cuando remontaba en otoño e invierno, llegó el covid.

En su pasión por la comida sorprende que no haya optado por un restaurante. La respuesta es tajante. "Quiero vivir, no quiero ser esclava del trabajo. Por lo menos poder ir dos veces a la semana a pilates", afirmán. Aun así, deja claro que le encanta lo que hace y que son muchos los días en el que echa hora de más por pasión al trabajo. También tiene claras sus limitaciones, "no tengo maquinaria industrial y no quiero. Llego donde puedo y donde no, ahí se acaba la historia".

Un producto autóctono 

"Últimamente estoy muy contenta", dice sobre toda la variedad que se observa en su pequeña esquina. Son productos que se compran en Sevilla, pero podrían adquirirse en cualquier pueblo de esta región sureña de Italia. Federica vende productos artesanales del pequeño comercio de Calabria y así se lo cuenta a sus clientes. "El Corte Inglés no me hace competencia porque utilizan grandes distribuciones".

La relación de cercanía no es sólo con el cliente, algo característico del comercio tradicional, sino también con los proveedores, con los que tiene un contacto directo. "Una vez me llamó el dueño de la empresa Crispino para decirme que estaba aquí. No lo conocía en persona pero vino a visitarme", cuenta como anécdota. Únicamente regresa a Calabria durante tres semanas en cada verano. Sin embargo, no aparta su negocio, sino que visita empresas de la zona. "Acudo a donde puedo llegar físicamente". El panettone, por ejemplo, le llega de una empresa familiar cuya hija compartía con ella clases de aquagym. "Es el tipo de relación que me gusta y es lo que le cuento a los clientes", defiende.

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Una serie de productos.   MAURI BUHIGAS
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Federica se confiesa una enamorada de la ciudad.   MAURI BUHIGAS

Todo este proceso no es inmune a la inflación. Al igual que a la mayoría, la materia prima le ha subido. Federica reconoce que lo lleva "fatal" y que había aguantado sin tocar los precios hasta hace unos días cuando tomó la decisión de incrementarlos en 10 céntimos. "Me da coraje", dice en un perfecto andaluz. "Me han subido por es una cadena, pero no me parece justo", exclama sobre la repercusión final en el cliente. "Yo tengo dificultades y el margen de ganancia es mínimo. No me importa. Si antes pedían dos paquetes de pasta ahora piden uno, pero siguen viniendo y esto lo agradezco", celebra. Esta fidelidad  y cercanía del cliente se traslada a sus talleres donde a veces han acabado tirándose harina o haciendo un amigo invisible. Este domingo habrá otro. "Quiero una experiencia que sea como lo que hacía en casa con mi abuelo. Las preguntas técnicas no son para mí".

Sobre el autor:

Emilio Cabrera.

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