Marcelo Culasso, tres décadas enmarcando para la calle Feria: "Este oficio va a desaparecer"

Este argentino llegó a Sevilla en 1986 y desde entonces trabaja en el sector de la marquetería. El escaparate de su tienda destaca por las diferentes colaboraciones artísticas que realiza cada mes

Marcelo en la entrada de su establecimiento en el 116 de calle Feria.
Marcelo en la entrada de su establecimiento en el 116 de calle Feria.

Marcelo Culasso llegó a Sevilla desde Argentina en el año 86. Aprendió el oficio en la Escuela de Arte y sus primeros trabajos fueron para colegas, familiares y vecinos. Una vez en la capital hispalense, trabajó para un mayorista de marcos y molduras que en 1991 montó una tienda en el 116 de calle Feria, establecimiento donde actualmente tiene su empresa de enmarcaciones.

Después de la Expo 92, para la que también trabajó, la empresa donde estaba contratado hasta entonces se vino abajo y un año después, Marcelo llegó a un acuerdo con su jefe para quedarse con el negocio. Hoy también destaca por sus singulares escaparates.

Rodeado de muestras de marcos, en el interior de su tienda de calle Feria, donde lleva casi 30 años, recuerda una “década fantástica” desde mitad de los 90 hasta la crisis de 2008. “Todo el mundo compraba o reformaba casas y vendíamos mucho para decoración”, comenta este argentino, que lleva su negocio solo.

Marcelo Culasso, durante la entrevista con lavozdelsur.es.
Marcelo Culasso, durante la entrevista con lavozdelsur.es.   MAURI BUHIGAS

Con el s.XXI llegaron las grandes superficies con sus marcos estándar. “En ese momento empecé a quitar el producto que trabajaban y me centré en un material de mayor calidad, además de seguir con el montaje artesanal”, explica Marcelo, que reconoce resultarle “imposible competir con los grandes comercios”.

La clientela de esta marquetería es tan diversa como las posibilidades que ofrece. Aunque en los últimos tiempos han disminuido unos clientes que invertían mucho en enmarcaciones: las iglesias y las hermandades. “Desde la pandemia ha pegado un bajón muy fuerte, imagino que tendrán menos donaciones y no se explayan tanto”, espeta este artesano, que asegura que “importantes hermandades de Sevilla se han gastado al año mucho dinero aquí”.

"Sevilla es muy clásica, tiende a los dorados y plateados" con texturas más barrocas para los marcos, revela Marcelo. Curiosamente son los colores y texturas que no tienen 'los Ikea o Leroy Merlín'. "Nosotros ofrecemos lo que se sale del estándar", incide Culasso. "Mi marco es más caro porque es de mayor calidad y te lo hago a medida, pero también tienes la certeza de que te va a durar más", apunta. 

Ingletadora
Ingletadora antigua que se conserva en la tienda de Marcelo.   MAURI BUHIGAS

Este artesano argentino ha tenido tiempo de ver la evolución de la calle y el barrio. "La zona ha cambiado muchísimo –inicia– en los 80 esto era barrio chino y había caballo puro y duro, pero fue cambiando a partir de los 90 con el Plan Urban". Sobre este momento histórico de la ciudad recuerda que "se recuperaron viviendas a costa de que muchas personas se fueran a la calle, por eso vino otro tipo de gente".

Antes, el turismo era de calle Imagen para allá, asegura señalando el casco histórico. "Yo no como del turismo, pero mucha gente sí, así que cuanto más dinero gane la gente, más podrá gastarse en marcos", evidencia. En el marco del Plan Urban, el Ayuntamiento promovió varias iniciativas, entre ellas unos cursos en Las Sirenas, donde Marcelo recibió un taller de escaparatismo. "Distaba mucho del rollo tradicional de escaparate, iba más allá del que se venda o no se venda", rememora. 

A partir de entonces comenzó a colaborar con artistas locales de la fotografía y la pintura para que expusieran en el escaparate de la tienda. "Hago 10 o 12 escaparates al año. De esta forma, se promocionan las obras –muchos de ellos clientes– mientras tengo un escaparate que destaca", explica el marquetero, que a veces monta el atrezzo, y otras lo hacen los propios artistas. La simbiosis está servida.

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Escaparate del mes de marzo con una obra de Murdo Ortíz.

"La dualidad de Sevilla tengo me ha traído muchas anécdotas con los escaparates. Si pongo a un crucificado, algún vecino o vecina se queja. Otro día pongo algo más rompedor y los capillitas se me quejan. Al final, lo importante es que a la gente le llame la atención y genere algo entre el público", afirma Marcelo, que lleva haciendo este trabajo de escaparatismo desde 1997.

A la marquetería no le augura un futuro muy esperanzador. “Este oficio va a desaparecer”, lamenta, pues asegura que va cada vez a menos. "Este tipo de negocio en Estados Unidos no existe por ejemplo". En este sentido, asume que "tenemos que comer, pero no por qué tener cuadros colgados en casa". Es por eso que no le aconsejaría a nadie continuar con el negocio. "Hace años pensé en tener un aprendiz a quien enseñarle el oficio, pero tal y como está la cosa, y de la manera en que está cambiando todo con el virus, la guerra y las huelgas, no es suficientemente rentable", admite. "Económicamente vamos a peor y tampoco sabemos qué va a pasar", añade tras su mostrador. 

La falta de materiales es otro de los problemas a los que se enfrenta el sector. "Escasean el aluminio, el vidrio y algunos materiales para fabricar molduras", expresa. "Estuve más de 20 años con el mismo precio del vidrio y de repente ha subido un 25% –comenta– es de locos". Dicha situación la achaca al virus, ya que cambió por completo las exportaciones de Asia. "Se paró la producción y empezaron a faltar cosas. El mercado asiático comenzó a consumir más y a priorizar la venta en su territorio", afirma Marcelo, quien apunta que el bloqueo del canal de Suez también atrasó la llegada de suministros.

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Marcelo Culasso con el expositor de marcos a sus espaldas.   MAURI BUHIGAS

Marcelo le decía a su amigo Leopoldo: “Vamos a tener que cerrar los negocios, no porque nos falten los clientes, sino porque no vamos a tener qué venderles”. No obstante, clientela no le falta, con un simple vistazo basta. La tienda está plagada de cuadros, marcos y láminas por enmarcar. "Suelo trabajar en serie, me hago una lista de trabajo para cortar, hacer paspartús, cortar los vidrios, las traseras, clavar el marco y montar", enumera.

Un cuadro normal de fotografía o imagen lo resuelve rápido. No más de 10 o 15 minutos. Pero la tendencia ha cambiado y hay otros más difíciles de enmarcar. "Ahora se enmarcan objetos como camisetas, figuritas o velas, entonces tengo que buscar la manera para anclarlos bien", revela.

También trabaja con estructuras redondas, pero el peligro de extinción que azota a la artesanía también le afecta en ese sentido. "Recién se jubiló el hombre al que le compraba las molduras redondas, lo hacía muy bien, con buena calidad y a buen precio. Y aunque ahora tenga quién se lo haga, "ya no es lo mismo", concluye.

Sobre el autor:

Carmen Marchena

Carmen Marchena

Gaditana. Periodista feminista por vocación y compromiso. Empecé en las redacciones de Ideal Granada y Granada Hoy. He pasado por eldiario.es/Andalucía. Parte de El Salto Andalucía desde sus inicios. Tengo dos ídolas: mis abuelas Carmeluchi y Anita. Defensora de los Derechos Humanos y la Memoria. Sin más dilación, papas con choco o barbarie.

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