Manuel Jesús y Juan José Úbeda representan la cuarta generación de una familia ligada desde siempre al sector de la sal. Desde que el bisabuelo de ambos comenzara en el negocio en 1905 en las salinas de Cabo de Gata (Almería), ha pasado no solo un siglo, sino muchos cambios en un negocio que en los últimos años había visto caer el precio de este producto a mínimos históricos. Los Úbeda llegaron a ver cómo un kilo de sal se llegaba a vender a catorce céntimos, precio inasumible y que obligaba a reinventarse o a dedicarse a otra cosa. “Papá, como no mezclemos la sal con oro no hay manera de que suba de precio”, le comentaba Manuel Jesús casi bromeando a su padre, gerente de la compañía familiar hace tres años. Pero entonces se le encendió la bombilla. Si ya existía el cava con oro, el aceite con oro e incluso el chocolate con oro, ¿por qué no probar con la sal?

Dos años después de esta idea, GoldSal es toda una realidad. La empresa, enclavada en el Polígono Industrial El Palmar, de El Puerto de Santa María, se ha convertido en la única del mundo que comercializa este singular producto que puede encontrarse en los restaurantes, hoteles y cocinas más exclusivas y lujosas de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Turquía, India, Filipinas, Corea del Sur, Estados Unidos, Rusia, China y Francia.La sal de los Úbeda no solo es especial por estar mezclada con oro de 24 kilates, también por tener un 93 por ciento de cloruro sódico, un siete por ciento menos con respecto a la sal que se suele consumir. Esto se debe a la manera de extraerse. Cuando la sal flota, se recolecta manualmente para evitar que el grano cristalice, lo que favorece que no tenga tanta salinidad, explica Manuel Jesús.

Si bien los hermanos Úbeda tenían la suficiente experiencia en el sector de la sal, empezar de cero con un producto tan exclusivo siempre es complicado. Prácticamente un año estuvieron estudiando cuál sería la mejor composición para vender su sal de oro, porque aunque este metal es inocuo para la salud, entendían que en la justa medida está la perfección de las cosas. Luego tocaba darlo a conocer. Lo primero que pensaron es que su sal tendría gran aceptación en el rico mercado de Oriente Medio, y allí que la llevaron, a la Seafex de Dubai, una feria de productos del mar “donde tan pronto encontrabas langostinos del tamaño de una mano como el mejor caviar”, recuerda Manuel Jesús. Pero de todo lo bueno que había, su producto fue considerado el mejor de toda la feria. Ese fue su espaldarazo y el inicio de su despegue.Goldsal no está al alcance de todo el mundo. Se comercializa en tarros de 110 gramos —con dos gramos de oro en copos— y tiene un precio de 190 euros. “El que tiene mucho dinero no escatima y si ve algo barato, no lo compra”. Pero el precio tiene que ir ligado a la calidad y al lujo, y en este sentido, los hermanos Úbeda entendieron que su producto, ya de por sí exclusivo, tenía que ir envuelto en la máxima calidad. El tarro de cristal, con un diseño piramidal, se fabrica en Sevilla, mientras que la tapadera, pintada a mano en un color dorado, es diseño de la reconocida firma Dolce & Gabbana. El logo de GoldSal está serigrafiado en oro y la Real Fábrica de la Moneda ha creado un sello de seguridad en exclusiva para el producto.

Tras dos años comercializando su sal, los Úbeda ya están abriendo su propia distribuidora en los países árabes, han patentado su producto y ahora buscan expandirse por Europa del Este, ya que suelen ser destinos vacacionales para muchos magnates rusos. En cuanto a su producción, de momento están comercializando unos 10.000 envases al año, poco más de una tonelada de sal, de la cual el 90 por ciento está mezclada con oro y el resto es simple sal marina, aunque a un precio todavía prohibitivo para el gran público, 48 euros.

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Jorge Miró

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