El 'cañaílla' nominado al Emmy que vive en Cádiz y trabaja en Nueva York y Los Ángeles

Javier León, rodeado de cámaras fotográficas, en su estudio de San Fernando. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Javier León, rodeado de cámaras fotográficas, en su estudio de San Fernando. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Cuando en Los Ángeles y Nueva York todavía duermen —porque a pesar de lo que digan, en la Gran Manzana también descansan— a miles de kilómetros de allí, en un pequeño rincón del Sur de Europa, Javier León y su equipo ya trabajan en alguno de los muchos proyectos que les llegan desde el otro lado del charco. En plena calle Real de San Fernando, en la planta baja de lo que en su día tuvo que ser una casa palacio, se encuentra una de las empresas de animación más importantes del mundo. Sin embargo, en la puerta no hay ningún cartel o rótulo que la anuncie. Ni siquiera hay timbre. “Se estropeó con la lluvia y no lo hemos repuesto”, señala el alma máter del estudio, Javier León (Cádiz, 1973), enfundado en un chándal Nike, uno de los muchos clientes que han tenido a lo largo de los últimos años.

Javier León tenía claro 25 años atrás que lo suyo sería el mundo de la animación, a pesar de que para ello tuviera que romper con una larga tradición de ingeniería naval en su familia. Aun así empezó dicha carrera, pero en tercer curso ya descubrió su vocación, difícil de desarrollar por otro lado, porque por aquellos tiempos un equipo capaz de soportar animación 3D costaba dos millones de las antiguas pesetas. Pero para su alegría descubrió que en la Universidad había un departamento que desarrollaba programas informáticos que sí disponía de esos potentes equipos. Consiguió entrar en el mismo después de hacer una prueba y allí estuvo tres años. Luego le tocaría hacer el servicio militar, que sustituyó por la prestación social dando clases de informática entre Cádiz y La Isla. Y cuando terminó, su padre le propuso ayudarle a hacer el proyecto fin de carrera. Javier le dijo “no”, y quizás fue de las mejores decisiones que tomó en su vida.

Su trabajo como desarrollador en el videojuego español 'Commandos' fue su trampolín

Javier, en su estudio, junto a sus compañeros. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Aquel ambicioso joven hizo entonces las maletas y puso rumbo a Pontevedra, donde estuvo trabajando para una empresa que, entre otros clientes, tenía al PP de Galicia. “Me pasaba todos los días actualizando en la página web lo que hacía Fraga”, recuerda. Pero antes de su aventura gallega hizo una parada en Madrid. Un prometedor estudio, Pyro, estaba en plena fase de desarrollo de uno de los juegos españoles más vendidos en el mundo, Commandos. Buscaban a una persona, pero Javier quedó segundo en una prueba de selección. Sin embargo, meses después se quedó una plaza vacante y se acordaron de él.

El isleño trabajó en el desarrollo de la segunda parte de Commandos e inició el de la tercera cuando le surgió la oportunidad de salir de España y trabajar en el extranjero.El éxito mundial de Commandos fue tal, sobre todo a nivel gráfico, que “las empresas se te rifaban”. Recaló en Inglaterra, donde las condiciones “no tenían nada que ver con las de España. Mi madre ni se lo creía. Me decía: chiquillo, cómo te van a pagar eso si no has terminado ni la carrera”. En total fueron cuatro años en Reino Unido. Primero, trabajando en el equipo de desarrollo del mítico Tomb Raider, luego en el del no menos célebre Worms, donde Javier trabaja en una nueva versión de uno de sus videojuegos preferidos de su infancia, Alien Breed. “Para mí, era estar codo con codo con los que habían sido mis ídolos”.

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Poco a poco, Javier empieza a hacer trabajos por su cuenta. Hace alguno para sector del videojuego y empieza a meter cabeza en el mundo de la publicidad, hasta el punto que, cuatro años después de arribar a las Islas, tiene la oportunidad de regresar a España para trabajar en una empresa de Barcelona ligada a ese mundo. Allí, entre otros proyectos, hace el diseño del conocido duende de la ONCE. Javier empieza a hacerse un nombre y decide montar su propia empresa tiempo después, el germen de lo que es hoy Leon Studio.

El mundo del cine también se fija en el trabajo visual que desarrollan y trabaja para directores como Jean Jacques Annaud, dirigiendo la dirección artística del 3D en Su majestad Minor, o con Alejandro Amenábar en Ágora, ganando, junto al equipo de El Ranchito, el Goya a los mejores efectos especiales. A partir de ahí empieza su idílio con Estados Unidos, a la par que monta una nueva empresa en Barcelona, asociándose con una productora estadounidense. Tiempo después centraría todo el trabajo de sus empresas en una sola. Había nacido Leon Studio.

La calidad, hasta el máximo exponente

La sede de Leon Studio tiene un punto gamberro. El equipo trabaja rodeado de peluches y muñecos de películas como Star Wars, Monstruos S.A. o Pesadilla antes de Navidad. También vemos a Pikachu, al duende de la ONCE salido del ingenio de Javier o un Play Mobil tamaño XL. “Somos un pelín frikis”, comenta Javier en una oficina con tres relojes que marcan la hora de Madrid (o mejor dicho, San Fernando), Nueva York y Los Ángeles. “El 85% de nuestros clientes son de Norte América y tengo que saber la hora que es allí porque tengo reuniones a diario por videoconferencia”, explica.

Trabajos en el diseño de unas zapatillas deportivas. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Javier hace tiempo que no viaja a Estados Unidos para vender el trabajo de su estudio. Eso era antes. “Hará seis o siete años que no voy a Nueva York”, señala. ¿Cómo es posible que en un país como el norteamericano, con una competencia feroz, sigan confiando en una pequeña empresa española? Javier responde de inmediato y con rotundidad: “Nuestra empresa funciona por su calidad. Es difícil encontrar empresas que lleven la calidad hasta ese punto”. Eso sí, señala que introducirse en el mercado americano no fue fácil “porque es bastante cerrado y no se suelen fiar de empresas de fuera. Todo se mueve a base de referencias y nuestro hándicap fue conseguir nuestro primer contrato. Sí es verdad que la primera vez tuve que ir allí en persona, pero en el momento en el que ven que has estado trabajando con uno y otro, con su competencia, entonces el grado de confianza aumenta”.

El portfolio de Leon Studio es muy extenso. 70 páginas de proyectos, a cada cual más importante. Coca Cola, McDonalds, Nike, Sprite… La lista es enorme y todas han confiado en ellos por su trabajo. Pero como explica Javier, si bien los proyectos comerciales “están muy bien y son los que te dan de comer”, a la postre “no te dan gran cosa”. Y se explica: “Si yo tuviera que defenderme fuera con mi trabajo profesional lo tendría complicado, porque ¿cuál es la ventaja para que me llamen a mí, si muchas otras empresas han hecho trabajos a ese nivel?”. Por eso, lo tiene claro: “Normalmente todas las cosas importantes comienzan a partir de proyectos personales”. Con uno de ellos, de hecho, se hicieron un hueco en Estados Unidos: replicando, en ordenador, el look que ofrece la técnica del stop-motion, esa consistente en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas. “Los puristas decían que lo bonito de la técnica era que estaba hecha a mano, pero cuando empecé a mandar demos de cómo quedaba en ordenador, pudiendo ahorrar tiempo y dinero, ya se fijaron en mí”.

De otro proyecto personal también surgió su candidatura a los prestigiosos premios Emmy, por el diseño de los títulos de crédito de la serie The Crown. “Tenía interés en el tema de diseño de joyas, eso lo colgué en la web y lo vio el director creativo de la serie, con el cual ya había trabajado, y me llamó para decirme que quería algo así”. El Emmy no lo ganó, pero para el recuerdo se queda aquella gala rodeado de estrellas de cine y televisión y un diploma que hoy cuelga en una de las paredes de la oficina.

El tiempo apremia y hay que dejar trabajar en paz a Javier y a su decena de compañeros, que en unos meses se trasladarán a unas nuevas instalaciones en una nave, mucho más amplia, donde León además podrá desarrollar mejor sus inquietudes personales, esas que le han llevado a la cima de la animación mundial.

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Jorge Miró

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