Una escapada romántica o un viaje sin rumbo con un colega de siempre. Con una furgoneta y muchas ganas de descubrir mundo es posible salir de la rutina durante unos días. En el polígono Tres Caminos de Puerto Real hay un hombre que se dedica a transformar vehículos en hogares rodantes. “Te llevas tu casa a cuestas a todos sitios”, dice Jorge Peralta, de 36 años, delante de una de sus creaciones.
Este puertorrealeño amante de la naturaleza camperiza furgonetas, es decir, las convierte en el lugar donde pernoctar con seguridad en sitios habilitados para ello. Fabrica muebles y los coloca en el interior de los furgones dando lugar a una coqueta casita con ruedas muy atractiva. “Siempre me ha gustado el bricolaje”, comenta Jorge, que comenzó a interesarse por este mundo en 2015, cuando se compró su primera furgoneta motivado por su inquietud viajera.
“La campericé, le puse un mueble, una cama y al cabo de los meses vi las necesidades que tenía y debía cambiarlo. El antiguo lo puse en venta y me empezó a llamar muchísima gente”, explica desde la inmensa nave donde realiza su trabajo. La reacción del público le motivó a querer aprender y a formarse en carpintería, fontanería y electricidad al mismo tiempo que desarrollaba su trabajo de di en su propia marca.
Aunque estudió esta rama, el puertorrealeño se enganchó a los materiales y, todos los días iba al taller de mantenimiento industrial que su padre, Rafael Peralta, regenta desde hace más de 20 años en el mismo polígono. “Aprendí con él y por mi cuenta veía vídeos de YouTube, foros y hablaba con compañeros profesionales del sector, les echaba una mano”, dice Jorge que está instalando la red eléctrica a una de las furgonetas.
Entre vídeo y vídeo para la marca textil hacía muebles y los vendía a particulares, los pedidos se incrementaban y cada vez tenía más soltura. “Me llamaron de una empresa de camperización, trabajé en un par de ellas hasta que decidí montar mi propio taller”, comenta.
En marzo de 2022 puso en marcha South Coast Camper, nombre adoptado de la marca de ropa llamada south coast, que dejó cuando comenzó su proyecto. Jorge se percató de que “había un hueco de negocio” y no quiso dejar escapar esta oportunidad para plasmar sus conocimientos sobre una forma de viajar que él mismo experimentó.
"Había un hueco de negocio"
Para el puertorrealeño, lo más cómodo de esta opción es que “puedes bajarte de la furgoneta y darte una vuelta en las ciudades por las que pasas”. Desde la nave, orienta a los clientes que llevan sus vehículos vacíos para ser equipados. El primer paso es determinar el presupuesto en función de las necesidades, la familia o el tamaño. Según cuenta a lavozdelsur.es, “hacemos un proyecto en 3D con los colores y el tipo de madera para que los clientes vean como quedaría de una forma más clara”.
A continuación, toca ponerse manos a la obra. Jorge enseña distintas furgonetas, algunas recién empezadas y, otras, casi listas para entregar a los clientes. Lo primero de todo es aislarla, colocar el suelo y cubrir las paredes y los techos. Después, es momento de proceder a la instalación eléctrica, parecida a la de una casa, con puntos de iluminación, de carga, tomas de 220, tomas de mechero y USB para cargar los móviles. También incluyen mangueras para la canalización del agua.
“Después colocamos el mobiliario y las claraboyas, que dan una luz muy buena. Duermes viendo las estrellas”, comenta mientras muestra todas las partes del vehículo, totalmente equipado. A cada uno le dedica unos dos meses aproximadamente. “Es montar un habitáculo con lo que queramos para viajar”, dice el diseñador, que lo define como “un minihotel en cualquier parte”.
En la zona existen dos empresas más especializadas en este campo, sin embargo, “gracias a Dios hay trabajo para todas”. De momento, Jorge ya tiene trabajo para lo que queda de año y para la mitad del siguiente. Una señal de que el sector de la camperización está en auge y cada vez son más las personas que se animan a viajar de este modo.
"La pandemia fue un trampolín"
“En España no hay tantos camperizadores y las colas de espera son bastante amplias, desde meses hasta años dependiendo de la empresa”, explica. Su boom se remonta a principios de la pandemia cuando todo el mundo huía de los ambientes cerrados. “Fue un trampolín, la gente quería libertad y los hoteles han subido mucho. Hay muchísima gente que se está deshaciendo de sus segundos coches para comprarse una furgoneta y camperizarla”, comenta Jorge que no solo atiende a familias de la zona sino también de otras partes del país.
Sin duda, es un sector en continua expansión en el que ya se han fijado las grandes marcas de automóviles y los concesionarios ya venden furgonetas con el kit incluido. Sin embargo, Jorge pone en valor el trabajo de los camperizadores, que permite personalizar hasta el más mínimo detalle el vehículo, al contrario que los modelos ya fabricados en serie. “Hay gente a la que le gusta diseñarla”, añade rodeado de herramientas.
Desde que arrancó en su taller, ya han pasado por sus manos dos furgonetas grandes y tres pequeñas. Su misión, “que las puedan disfrutar cuanto antes”.
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