¿Es posible conectar Cádiz con la localidad portuguesa de Faro? ¿Y Sanlúcar con Huelva? ¿O Rota con Mazagón? La respuesta a estas preguntas se obtendrá cuando, a final de 2019, concluya el proyecto ESPOmar, impulsado por la Universidad de Cádiz con la colaboración de la Universidad del Algarve y de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, que contempla la realización de un análisis económico de las posibles conexiones por mar que se pueden establecer, el diseño de las embarcaciones sostenibles y un estudio de impacto ambiental. “Haremos el estudio y lo elevaremos a las administraciones, y también a las navieras, que serán quienes decidan si invierten en el proyecto o no”, explica Francisco Piniella, profesor de la UCA, investigador principal de ESPOmar y colaborador de lavozdelsur.es, que lleva desde verano de 2017 liderando el equipo que trabaja en la elaboración de un plan marítimo entre localidades gaditanas y portuguesas.
La primera fase de este proyecto, en la que se encuentra, pasa por realizar encuestas para conocer si los habitantes de las zonas afectadas estarían dispuestos a utilizar estas conexiones como medio de transporte habitual o si podrían explotarse con fines turísticos. “Vamos a estudiar la conectividad marítima y qué poblaciones pueden demandar este tipo de tráfico marítimo”, dice Piniella, quien abunda en que los dos primeros años de trabajo también determinarán el coste de estas actuaciones y los posibles puertos que integrarían la red. “Con estas hipótesis de partida ya podríamos unir las poblaciones que sean”, añade. Entonces, ¿es factible unir Cádiz con Faro por vía marítima? “Es una posibilidad”, responde el investigador, quien apunta que estudian la opción de establecer conexiones con otras poblaciones como Sanlúcar, Chipiona o Ayamonte.
Autoridad Portuaria acogerá unas jornadas, adelanta Piniella, en las que se debatirá con empresas del sector sobre la idoneidad de explotar estas vías con fines turísticos para “traer a visitantes desde el Algarve a Cádiz”, explica, y viceversa, pudiéndose beneficiarse ambas zonas del flujo de visitantes que reciben cada año. El equipo de ESPOmar lo integran unas 40 personas, entre las que hay investigadores especializados en náutica, ingeniería naval, turismo, economía, ingeniería eléctrica o diseño de embarcaciones. La idea, en cada posible conexión, es “establecer el prototipo de embarcación que sea más acorde con la demanda”, apunta Piniella.
El trabajo, una vez superada la fase de encuestas, también analizará el litoral, los puertos de las localidades de las provincias de Cádiz, Huelva y del Algarve y estudiará las infraestructuras necesarias para poder concluir las conexiones con garantías. “Matalascañas con Sanlúcar, por línea recta son 30 kilómetros y por carretera unos 200”, aunque habría que ejecutar una serie de inversiones para hacer realidad esta vía, dice el investigador principal de ESPOmar, quien cuenta que después se elaborará un informe de impacto ambiental, ya que la intención es contribuir a reducir los índices de contaminación gracias al fomento del transporte marítimo en detrimento del vehículo particular. El proyecto, que está cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) a través del Programa Interreg V-A España-Portugal (POCTEP) 2014-2020, incluirá “un informe con fortalezas y debilidades de cada una de las líneas”, incide Piniella, quien señala que éstos deben ser “servicios subvencionados”, como el catamarán o el metro de Sevilla, a los que pone de ejemplos.
Estas posibles conexiones marítimas podrían reducir en 156 kilómetros la distancia terrestre que hay entre Cádiz y Faro, y en 105 kilómetros la existente entre la capital gaditana y Huelva, “lo que podría suponer una importante reducción de emisión de gases contaminantes”, recoge el proyecto, que tiene un presupuesto que supera los 363.000 euros —aunque 272.000 euros los aportan los fondos Feder— y que pretende crear una red de cooperación en I+D+i transfronteriza que permita “dar soluciones coordinadas a problemas comunes existentes en la zona”. Pero, de momento, todo está en el aire. El tiempo, el presupuesto, y sobre todo la voluntad de las administraciones, determinarán si se lleva a cabo o se queda en un cajón.
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