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Hace seis años una jerezana puso en marcha El Ropero de Pi, firma que elabora bajo demanda tocados únicos y los exporta a países como Inglaterra, Portugal, Rumanía e Italia.

Entre encajes, bordados, material de orfebrería y cristal de swaroski, una jerezana construye su negocio. Horas y horas dedica a diario a dar forma en su taller a los deseos de cada uno de sus clientes y plasmarlos en los tocados que luego adornan sus cabezas. María José Miranda, se inspira en las emociones y la sensibilidad que caracterizan a la mujer para desarrollar su trabajo, sobre todo en su última colección, la guinda de los seis años de arduo trabajo desde que fundó la firma El ropero de Pi.

Cuando culminó sus estudios en la Escuela de Arte de Jerez, comenzó a elaborar de forma completamente artesanal colgantes y en 2009 se decidió a montar su propio taller. La idea de los tocados surgió adaptándose a las modas. Para realizarlos emplea sedas, porcelana fría, latón, flores, cristales… En la actualidad, a sus 33 años, posee un taller en la céntrica plaza del Arenal en el que trabaja junto a dos personas más, una de ellas, su hermana. La firma es mayorista y elabora los pedidos bajo demanda. “Hay veces que para hacer una sola pieza dedicamos todo el día por las características que nos piden, o a lo mejor en una jornada hacemos cinco, todo depende de los clientes. No tenemos stock”.

Hoy día exporta estas joyas artesanales y exclusivas al norte de España y al resto de Europa, concretamente a países como Inglaterra, Portugal, Rumanía e Italia, entre otros. La bolsa de clientes aumenta cada temporada gracias a los contactos que establecen en las ferias en las que exponen. “Tenemos clientes muy buenos, son fieles y ampliamos cada año. El servicio que ofrecemos es muy rápido. Los pedidos los entregamos en una semana”. Temporada tras temporada El ropero de Pi no falta a citas como Momad Metrópolis los meses de septiembre y febrero que se celebra en Ifema (Madrid) y que reúne a más de 3.000 marcas con lo último en moda, bisutería, calzado, joyería y decoración. Además, presentan cada temporada su colección en la Pasarela Gaudí, esta marca jerezana es la encargada desde hace tres años de inaugurar esta feria con Matilde Cano de Córdoba. “No solo lucen nuestros tocados, también los fajines, las hombreras, los cinturones, los pecherines...”, explica Miranda.

¿Cómo se consigue esto en apenas seis años? “Con mucho trabajo, no sé las horas que pasamos en el taller. Mi madre se emociona cuando salimos fuera, le da mucha pena”. En lo profesional no se queja: “Vamos tirando, y vamos subsistiendo”. María José y su hermana son conscientes del sacrificio que supone, sobre todo, dar a conocer el gran trabajo que hacen fuera. “Comienzan el curso y no podemos llevar a nuestros hijos al colegio, pero es lo que tiene ser profesionales”. Lo son y seguirán luchando por llegar cada vez más alto. El objetivo siempre ha sido llegar a crear una firma que abarque todo tipo de complementos, “de ahí el nombre, El ropero de Pi, porque queremos prosperar y en un ropero entra todo: blusas, bolsos…”. 

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María Luisa Parra

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