El Yaki y sus dos hermanos han sido condenados por la Audiencia de Sevilla por su implicación en el asesinato de un hombre que fue tiroteado mientras conducía en dirección contraria en el barrio de Torreblanca, tras una disputa familiar ocurrida en noviembre de 2022. La sentencia impone penas de hasta 22 años de prisión y establece una indemnización total de 990.000 euros para la familia de la víctima.
El principal acusado, único autor confeso del crimen, ha sido condenado a veinte años de prisión por asesinato, además de dos años y tres meses por tenencia ilícita de armas cortas y largas. El tribunal constató que el hombre poseía una pistola y una escopeta con las que disparó a la víctima.
El segundo hermano fue condenado a 18 años de prisión por asesinato y tenencia ilícita de arma corta. Según la sentencia, participó de manera activa en el enfrentamiento, efectuando disparos que podrían no haber alcanzado al hombre, pero contribuyendo de forma decisiva al desenlace violento tras la discusión previa entre las familias.
El tercer hermano, por su parte, fue condenado a siete años y siete meses de prisión como cómplice del asesinato. El tribunal no le atribuyó responsabilidad en la tenencia de armas, aunque sí determinó que colaboró de manera indirecta y avisó de la presencia de la víctima.
La indemnización
Los tres hermanos deberán abonar de manera conjunta y solidaria la indemnización de 990.000 euros a los familiares de la víctima y asumir las costas del procedimiento judicial. La Fiscalía había solicitado inicialmente penas similares, con indemnizaciones de 956.000 euros más cantidades adicionales según la edad de los acusados.
El tribunal contextualizó el crimen en un conflicto surgido por la relación sentimental entre la hija de la víctima y el hijo del principal acusado, que provocó tensiones entre ambas familias. La sentencia señala que la decisión de acabar con la vida del hombre fue planificada, reuniendo los hermanos para llevar a cabo el ataque.
La víctima, de 40 años, recibió múltiples disparos de perdigones en cabeza, rostro, tórax, abdomen y brazos, quedando en estado vegetativo hasta su fallecimiento el 31 de octubre de 2023. El tribunal subrayó que, aunque la muerte final se debió a un cáncer de pulmón, los disparos fueron determinantes, ya que impidieron la detección y tratamiento de la enfermedad.
