La reciente entrada en prisión de un hombre condenado por violencia de género que, tras la sentencia firme, modificó su identidad de género y pasó a llamarse Candy, ha supuesto un alivio para su expareja, Cris, quien asegura haber vivido durante años una situación marcada por el miedo y la inseguridad. La víctima ha calificado el proceso judicial y las denuncias como una cuestión de supervivencia.
El maltratador, además ha sido trasladado a un módulo masculino tras pasar varias horas en una cárcel de mujeres. Después de permanecer dos días en el módulo de ingreso de la prisión, se le llevó al módulo 51, destinado a mujeres y horas después fue trasladada a uno de respeto para hombres, en el que se encuentran presos "de confianza", internos de más edad o agresores sexuales de perfil bajo.
Cris, de origen paraguayo y residente en la localidad sevillana de Camas desde hace más de quince años, ha compartido su experiencia tras conocer la noticia del encarcelamiento. Ha decidido hablar públicamente sin ocultar su rostro, con la intención de dejar de sentirse escondida y reivindicar su derecho a vivir sin temor. A pesar de la detención, reconoce que todavía le cuesta desprenderse de un miedo que describe como irracional.
La agresión sufrida, junto con los años de litigio, han supuesto un periodo prolongado de dificultad y desgaste personal. La víctima relata que ha enfrentado numerosas barreras y recuerda estos años como especialmente duros. Aun así, considera que ha logrado un paso importante hacia su tranquilidad, aunque persiste en ella una tensión que no ha desaparecido del todo.
La detención
El arresto del agresor se produjo de manera fortuita el pasado viernes, cuando fue identificado por agentes de la Policía Nacional en un bar de Espartinas, a escasos doce kilómetros de Camas. El individuo, que ya no tenía vigente una orden de alejamiento tras cambiar su identidad de género en el Registro Civil, intentó eludir su identificación proporcionando los datos de su hermano, alegando no portar documentación.
El reconocimiento y posterior detención fueron posibles gracias a la intervención de los agentes, a quienes la víctima ha expresado su agradecimiento, así como a su abogado, por el acompañamiento y apoyo jurídico recibido durante todo el proceso. Con esta detención se evita, además, que la condena firme prescribiera el próximo mes de noviembre.
Actualmente, Cris trabaja como camarera de piso y ha iniciado los trámites para obtener la nacionalidad española. Su intención es seguir adelante con su vida con la mayor normalidad posible y, al mismo tiempo, alentar a otras mujeres que se encuentren en situaciones similares a denunciar, a pesar del miedo que puedan sentir.
Paralelamente al ingreso en prisión del agresor, permanece abierta otra causa judicial por nuevas agresiones contra la misma víctima. En este procedimiento se solicitan hasta cuatro años de prisión. El juicio ha sido aplazado en dos ocasiones, tras alegaciones del acusado de encontrarse fuera del país, y recientemente se ha reactivado.
