Real Betis-Chelsea, la identidad en el concepto y en el alma

Existe una leyenda negra en torno al Chelsea que no es cierta. Hoy, se le asimila al Manchester City o al PSG como un club de crecimiento artificial. La culpa la tiene Roman Abramovich, un jeque ruso que compró el club en 2003 y lo puso en primera línea de Europa. Tuvo que venderlo precipitadamente por el veto en Europa a las inversiones rusas tras la invasión de Ucrania. Se marchaba poco después de ganar su segunda Champions League.

Y es cierto que el gran paso histórico del conjunto de la zona 'pija' de Londres se da con los millones de Abramovich. Pero no hay que olvidar que el Chelsea es un club fundador de la Premier League, que poco antes de que llegara Abramovich ya tenía en sus vitrinas tres FA Cups (lo que sería aquí la Copa del Rey), una Recopa y una Supercopa de Europa. 

El Chelsea que ha trascendido es el de Drogba o Mourinho. Hoy está en manos de un estadounidense que no tenía claro al llegar que en el fútbol se juega con 11, como ha recordado más de una vez el canal de La Media Inglesa. Que echó al entrenador que le había dado la Champions tras solo seis partidos. Que ha gastado unos 1.400 millones sin criterio, con pifias monumentales como Mudryk, o sobreprecios que rompían el mercado como Enzo Fernández, Moisés Caicedo, Fofana o Cucurella. Jugadores de corte más defensivos que son récord de venta en sus posiciones.

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La plantilla del Chelsea tiene un coste superior a los 900 millones según Transfermarkt. Se han metido en Champions con el exsevillista Enzo Maresca de entrenador, aunque no era ni favorito, porque tiene boquetes en el once incomprensibles, como el cuestionado Robert Sánchez en portería o Madueke en el extremo. En resumen, un equipo sin cabeza.

Al otro lado de las cosas, el Betis

Este miércoles juega contra un Betis cuya plantilla, según el mismo portal especializado, apenas llega a 170 millones de valoración. Su estrella emergente es un cedido, Antony, imposible de retener durante el verano. Con algunas buenas noticias para el futuro, como Cardoso o Jesús Rodríguez, pero en general, si quiere pensar en cotas mayores, con un once veterano, liderado por Isco.

No era imposible que el Betis llegara a esta final de la tercera competición europea. Pero sí que llega sin ser favorito. Las casas de apuesta dan un 66% de probabilidad al Chelsea. Jugador por jugador, el Betis resulta sobre el papel inferior. Tiene dos superestrellas, Antony e Isco, frente a una constelación londinense. No es que el Betis no esté en las dinámicas del fútbol moderno, para nada. Tiene a un entrenador que lo fue de City y Real Madrid. Pero es mucho más modesto y ejemplo de que el fútbol español no hace más que separarse del fútbol inglés como el que más capacidad económica tiene y tendrá.

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Eso sí, son varios los ejemplos de equipos ingleses superados por equipos españoles contra pronóstico. Hay que pensar en ese Villarreal que le ganó la final al United en Europa League, por ejemplo. O a lo que el Real Madrid -en lo económico, el menos español de los equipos españoles- ha ido logrando estos últimos años, superando rondas contra conjuntos británicos sin ser favorito. 

Y es que lo que pretende el Betis esta noche es una victoria de identidad. La de un fútbol hecho a mano, desde la directiva hasta la cantera pasando por la planificación del primer equipo. Un modelo artesanal frente a las cadenas de montaje. David contra Goliat, que suelen decir. La alegría frente a la sosería londinense. Solo había que ver cómo se metieron en Champions el pasado domingo frente al Forest: por uno a cero y cambiando a puntas por defensas. Fútbol útil y aguantando un resultado que el año pasado se les habría escapado, eso sí.

Podrá pasar de todo. Pero mientras el Betis compita, mientras no se deje amedrentar, podrá el beticisimo estar orgulloso de lo logrado. Lástima que a la temporada le haya faltado meterse en Champions. Eso se deja para el futuro.