En Los Palacios y Villafranca, dos municipios en uno desde que se unieran en 1836 siguiendo la recomendación gubernamental para muchos ayuntamientos a los que en la práctica les convenía ahorrar, siempre se había dicho que era un pueblo sin Historia, un tanto apesadumbrados por su falta de monumentos significativos y otro tanto orgullosos de que su principal patrimonio fuera su gente. Pero llegó Antonio Cruzado, el maestro de escuela metido a historiador que en paz descansa desde la pasada Navidad, y la percepción de que aquí no había más que una población en constante crecimiento empezó a cambiar más o menos en los años de la Transición.
Cruzado no era del pueblo, sino de Sevilla, como Nino Gañán -el profesor de Bellas Artes de la Hispalense que esta tarde inauguraba el mural cerámico que recrea en grandes dimensiones un mítico grabado de la villa de Los Palacios del último tercio del siglo XVI- pero se quedó aquí para siempre, como Nino Gañán, y a partir de su ingente obra historiográfica los palaciegos empezaron a descubrir que esta localidad tenía más siglos de los que hubieran supuesto los viejos del lugar.
Fue Cruzado el primero en poner la semilla con una decena de libros que abordaron la evolución histórica de un pueblo señorial, Los Palacios, nacido al final de la Edad Media, y el primero en poner el acento en que Villafranca de la Marisma –una villa franca, dependiente del Concejo de Sevilla-, por otro lado, ya desde 1501, había sido la encargada de aportar territorio cultivable alrededor, y mucha más población para que el crecimiento demográfico no tuviera vuelta atrás.
Pero a partir de Cruzado llegaron otros historiadores más jóvenes que han ido poniendo en valor su legado, como Julio Mayo, el también archivero municipal; o Fernando Begines, que debatió con aquel el pasado noviembre en un acto solemne en el teatro municipal sobre la Carta Puebla concedida a Fernán González de Medina por parte del rey castellano Enrique II para que pudiera poblarse este lugar con los 50 primeros vecinos.
Aquel Privilegio real rodado concedido por el monarca castellano a González de Medina tuvo lugar el 15 de junio de 1371, y esa exactitud se descubrió hace muy poco, cuando el pasado 24 de febrero una delegación municipal encabezada oficialmente por el alcalde, Juan Manuel Valle (IP-IU), pero liderada oficiosamente por el historiador Julio Mayo, se plantó en el Archivo Histórico de la Nobleza de Toledo, que custodia entre otros los fondos del Ducado de Arcos, regentado por los Ponce de León, y descubrió allí el manuscrito original más antiguo que se conoce de Los Palacios, una joya documental fechada en 1373 pero que reproducía el privilegio de población de 1371. Ya se sabía que la Carta Puebla databa de 1374 y por eso en 2024 se organizó la efeméride del 650 aniversario de la fundación del pueblo, pero nunca se había visto el documento original de casi un año antes, y tampoco se sabía que ese documento hiciera referencia a la fecha de 15 de junio de 1371.
La intención inicial que había motivado la extraordinaria visita se había visto enriquecida, por tanto, con el inesperado anuncio realizado por la propia directora de aquel Archivo, Aránzazu Lafuente, quien bien emocionada expresó que el técnico encargado del Fondo “Osuna”, sección donde se conserva la documentación histórica de la comarca sevillana, que incluye Los Palacios, había reparado durante aquellos días en los que preparaba y seleccionaba los documentos de esta Carta Puebla, con motivo de la esperada visita precisamente, en la existencia de un documento manuscrito original que, aunque ya se había llegado a registrar en antiguos inventarios de aquel gran Archivo, hasta el momento había pasado bastante inadvertido para investigadores y archiveros. El documento en cuestión solo aparecía identificado en la ficha catalográfica con el nombre de “Palacios”, a secas, por lo que la ambigüedad de su identificación impedía conocer con exactitud qué descifraba concretamente.
Según el archivero municipal, Julio Mayo, “se trata de un manuscrito muy bien iluminado, a distintos colores, que contiene en el centro el escudo real de Enrique II, convirtiéndose así en la primera pieza de nuestro patrimonio documental”. El historiador, especializado por otra parte en religiosidad popular, insistió entonces en que “nuestro pueblo no cuenta en la actualidad con el patrimonio monumental que atesoran pueblos como Osuna, Morón, Écija, Utrera o Carmona. El nuestro fue siempre ha sido un pueblo humilde, plagado de chozas, de gente sencilla, pero ahora, al contar ya con esta Carta de naturaleza, tan antigua, va a terminar convirtiéndose en un pueblo con unos orígenes científicamente documentados”.
Y así ha sido cómo el pueblo que supuestamente no tenía Historia se ha hecho con una fecha exacta que a partir de ahora utilizará con orgullo en su calendario festivo. El alcalde, de hecho, volvió de Toledo aquel 24 de febrero emocionado y con la fecha del 15 de junio en el bolsillo, pensando en la jornada que acaba de terminar con todo el boato que podía presuponérsele a una tarde de domingo casi estival pero con la Corporación en pleno y la banda de música Fernando Guerrero interpretando, en primer lugar, la banda sonora de 1492, la Conquista del Paraíso, de Vangelis. Los músicos, dirigidos por primera vez por su flamante nuevo director, el joven Diego Mayo Santiago, han tenido oportunidad de interpretar asimismo el Himno de la Alegría, de Beethoven, e incluso la obra La Unión que compusiera en 2016 el director y compositor palaciego Manuel Busto, más célebre hoy si cabe no solo por su imparable carrera artística sino por ser una cara conocida desde el programa de Canal Sur Tierra de Talento.
El pueblo, en 'Civitates Orbis Terrarum'
Otra ampliación del famoso paisaje dibujado por Joris Hoefnagel, artista flamenco que recorrió varios países para componer sus vistas y que fueran grabadas en planchas por Franz Hogenberg, es la que preside desde hace décadas la sala principal de la Casa de la Cultura de Los Palacios y Villafranca. Pero ahora esa misma estampa, en azulejos bellamente pintados, presidirá el epicentro mismo del pueblo, junto al desahuciado kiosko de Pepe El Cojo, ahora que ya apenas queda la memoria de su viuda despachando chucherías.
Nino Gañán, que se ha llevado meses ilusionado en su fabricación, tomó esta tarde la palabra, antes que el alcalde, para explicar algunos detalles que no se podían apreciar en las copias de un formato mucho menor del dibujo, y señaló que ahora sí pueden apreciarse detalles curiosísimos como un par de vecinos que se pelean a garrotazos –como en el grabado de Goya-, otros que entran en la Iglesia de Santa María la Blanca o un pastor que cuida su ganado. Gañán recordó que Hoefnagel hizo lo propio, con ojo de lince, en otras localidades de nuestro entorno como Jerez de la Frontera, Lebrija, Setenil de las Bodegas o Conil.
En el mítico dibujo de Los Palacios, ahora representado en cerámica y a varias tintas, se aprecia desde luego la monumentalidad que suponían las murallas de aquellos antiguos “palacios” con sus jardines –ya completamente desaparecidos- en los que la leyenda siempre dictó que venía a cazar Pedro I El Cruel o El Justiciero. Vendría alguna vez desde el Alcázar a lo largo de su corta vida de 34 años, o no. Pero lo cierto es que no fue aquel rey el que concedió la Carta Puebla a esta localidad hace seis siglos y medio, sino precisamente su hermanastro y asesino, Enrique II. Las vueltas que la Historia da.