Naranjas pigmentadas en la cooperativa de Sevilla que revoluciona el cítrico sostenible en Europa

Desde Brenes, en plena Vega del Guadalquivir, una sociedad familiar ha logrado conquistar los mercados más exigentes de Europa: prevén producir 50 millones de kilos al año

Rafael Jiménez y María Jiménez, segunda generación de familias de Citrán.
Rafael Jiménez y María Jiménez, segunda generación de familias de Citrán. MAURI BUHIGAS
03 de mayo de 2025 a las 08:44h

En la Vega del Guadalquivir, los campos se extienden como un tapiz fértil que huele a azahar y tierra húmeda, al surco recién abierto y a la savia espesa del naranjo. El río, menos impetuoso que hace unas semanas tras las generosas lluvias de marzo, serpentea entre las parcelas como un testigo antiguo de la fertilidad que durante siglos ha dado sustento a estas tierras.

Allí donde el Guadalquivir se calma, el suelo se vuelve dócil y es en ese equilibrio entre el agua y la paciencia del agricultor donde brota una de las agriculturas más intensas y resilientes de Europa.

De los campos de Brenes a los mercados internacionales 

Citrán SAT, Sociedad Agraria de Transformación número 3719, se constituye en noviembre de 1982 en Brenes, Sevilla, como una iniciativa de nueve familias de agricultores de la Vega del Guadalquivir. Las SAT son figuras jurídicas que permiten a los agricultores organizarse para transformar, distribuir y comercializar sus productos de forma colectiva, con autonomía en la gestión y responsabilidad compartida.

Actualmente, la estructura gestiona aproximadamente 1.300 hectáreas de cultivo, produciendo anualmente cerca de 35 millones de kilos de cítricos. Sus modernas instalaciones, con más de 13.000 m², integran calibradores electrónicos de última generación y capacidad frigorífica para cinco millones de kilos, lo que les permite garantizar la frescura y calidad de sus productos.

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Una iamgen de las tierras de cítricos que gestiona Citrán SAT. MAURI BUHIGAS

Con una plantilla de alrededor de 170 empleados, la entidad se consolida como uno de los actores más sólidos del panorama citrícola andaluz, exportando a destinos tan diversos como Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá o China.

Pedro Rincón Cardoso, COO (Chief Operating Officer) de la organización, explica que el proyecto nace como respuesta a una situación de desigualdad histórica: la pérdida del valor añadido de los cítricos andaluces en beneficio de otras regiones como Valencia. “En aquellos años, los agricultores producen, pero el beneficio económico real se genera lejos de sus tierras”, señala. La creación de una SAT les permite asumir colectivamente la comercialización directa de sus frutos y retener el valor económico en su entorno más próximo.

El primer paso es la inversión en un modesto almacén en Brenes, lo que supone una ruptura con el modelo tradicional de dependencia comercial. Esta instalación se convierte en el punto de partida de un proyecto que, con el paso de los años, se adapta a las exigencias de un mercado cada vez más interconectado.

Como asevera Rincón, el crecimiento de la iniciativa es fruto de una visión empresarial clara, inversiones sostenidas en infraestructuras y una firme apuesta por la capacitación de sus equipos. Así, una agrupación local de agricultores se transforma en un operador clave del mercado europeo de los cítricos.

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Pedro Rincón, directivo de Citrán. MAURI BUHIGAS

Este avance va de la mano de transformaciones profundas en los hábitos de consumo. Rincón subraya que la desaparición progresiva de las fruterías de barrio y la expansión de las grandes cadenas supone un giro radical para el sector. “Hoy, quien no está preparado para trabajar con los grandes distribuidores, queda fuera del mercado”, afirma. La entidad se anticipa a esa transformación dotándose de sistemas de control de calidad, potenciando sus competencias logísticas y desarrollando habilidades técnicas y lingüísticas entre sus profesionales.

La consolidacióninternacional no se explica únicamente por su dimensión económica, sino por una cultura organizativa que conjuga apego al territorio y apertura estratégica. “Siempre tenemos claro que debemos mantener nuestras raíces, pero también abrirnos al mundo”, resume el COO. De esta forma, la estructura consigue que el valor añadido de los cítricos andaluces no solo permanezca en la región, sino que proyecte la excelencia agrícola de la Vega del Guadalquivir hacia los principales mercados de Europa.

Competencia global y retos para el cítrico andaluz

En el escenario actual, la citricultura europea enfrenta una competencia cada vez más agresiva desde otras latitudes. Rincón advierte que la entrada masiva de frutas procedentes de Sudáfrica, Egipto, Turquía o Marruecos representa un desafío creciente, sobre todo cuando la producción española se ve condicionada por fenómenos climáticos extremos. “El caso de Egipto es particularmente preocupante —indica— porque su producción coincide temporalmente con la nuestra y su capacidad de expansión es enorme”. Para hacer frente a esta situación, Citrán se orienta hacia la diferenciación a través de la trazabilidad, la seguridad alimentaria y el cumplimiento estricto de los estándares ambientales.

La organización entiende que el cumplimiento riguroso de la normativa europea en materia fitosanitaria no es una carga burocrática, sino una herramienta de legitimidad. “Los clientes europeos valoran enormemente la fiabilidad y seguridad de nuestros productos”, afirma Rincón, quien subraya que la estructura trabaja con certificaciones exigentes y protocolos que garantizan un alto nivel de calidad. Gracias a ello, la naranja andaluza mantiene un prestigio difícil de igualar por producciones de origen menos controlado.

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Las amenazas, no obstante, no se limitan a la competencia internacional. Problemas estructurales como la sequía persistente, el aumento de los costes operativos y una legislación comunitaria cada vez más estricta ponen a prueba la resistencia del sector. Rincón lamenta que “los cambios legislativos se aplican con una velocidad que muchas explotaciones no pueden asumir”, lo que provoca la desaparición progresiva de pequeños y medianos productores. Esta dinámica, alerta, favorece la concentración empresarial y puede desdibujar el modelo europeo de agricultura familiar.

En este contexto, la entidad defiende una visión de futuro basada en la estabilidad, el arraigo y la excelencia productiva. “No queremos ser grandes a cualquier precio”, asegura Rincón. La verdadera fortaleza del proyecto, recalca, reside en su capacidad para crecer sin renunciar a los principios que guían a sus fundadores. Ante un mercado imprevisible y globalizado, la agrupación se mantiene fiel a una citricultura rigurosa, conectada con la tierra y en sintonía con las nuevas exigencias sociales.

Empleo, reconversión agrícola y atracción del talento

La estructura representa hoy uno de los principales motores económicos de Brenes y su entorno, generando empleo directo e indirecto para cientos de personas cada temporada. En los picos de actividad, emplea a unas 170 personas en almacén y a unas 200 en recolección, con una proporción cercana al 70 % de trabajadores locales. Rincón destaca que “el empleo que generamos no solo es cuantitativamente importante, sino que contribuye a fijar población en el entorno rural”, lo que lo convierte en una herramienta efectiva contra la despoblación.

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Naranjos en la vega del Guadalquivir. MAURI BUHIGAS

La reorientación agrícola de la última década tiene también consecuencias positivas en el empleo. El reemplazo progresivo de cultivos de frutas de hueso por cítricos permite ampliar el calendario de trabajo y estabilizar parte de la plantilla bajo la figura del fijo-discontinuo. “Nuestra prioridad es siempre garantizar empleodecalidad a largo plazo”, explica Rincón. Esta apuesta permite reducir la estacionalidad estructural que históricamente lastra al sector agrario.

Pero sin duda uno de los retos más persistentes es la captación de talento joven. “Cuesta mucho que los jóvenes vean el sector agroalimentario como una opción de futuro”, reconoce Rincón. Para revertir esta situación, la organización intensifica la inversión en formación técnica, actualización tecnológica y mejora de las condiciones laborales. Además, promueve una cultura profesional basada en la meritocracia, premiando el compromiso, la excelencia y la cualificación.

La incorporación de tecnología puntera tanto en el campo como en el almacén constituye otro pilar esencial de esta estrategia. La entidad ha introducido maquinaria de última generación que requiere operadores cualificados y una formación continua. “La agricultura del futuro será cada vez más tecnológica, más sostenible y también más atractiva para los jóvenes”, concluye.

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Imagen de las instalaciones de Citrán. MAURI BUHIGAS

Innovación, agricultura ecológica y variedades estratégicas

La innovación constituye una constante en la trayectoria de esta iniciativa. Hace siete años, la estructura emprende un proceso de reconversión hacia la producción ecológica y biodinámica, anticipándose a las tendencias del consumo europeo. Esta apuesta, según el director de operaciones, “implica riesgos, porque en agricultura los cambios estratégicos tardan años en dar frutos”, pero resulta ser una de las decisiones más acertadas. Actualmente, se producen cerca de cinco millones de kilos de fruta ecológica, y se prevé duplicar esta cifra a medio plazo.

Dentro de este proceso, la agricultura biodinámica adquiere un protagonismo creciente. Certificada bajo el sello Demeter, esta modalidad productiva se basa en el respeto por los ciclos naturales y en una visión holística de la actividad agrícola. Rincón explica que “la biodinámica no es solo técnica, es también una filosofía de trabajo que conecta al agricultor con su entorno”. Aunque aún no todos los socios han adoptado este enfoque, el número de adheridos aumenta cada año gracias al valor añadido que estos productos alcanzan en los mercados internacionales.

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Un camión en la zona de carga y descarga. MAURI BUHIGAS

A los desafíos ambientales se suma la necesidad de diversificar el producto. La agricultura regenerativa, orientada a restaurar la salud del suelo, mejorar la biodiversidad y reducir la dependencia de insumos externos, se consolida como una alternativa viable y responsable. La agrupación ha incorporado estas prácticas como complemento a sus modelos productivos, reforzando así su compromiso ambiental.

La innovación varietal constituye otro eje de desarrollo clave. Ante la caída en el consumo de naranjas convencionales, la entidad apuesta por nuevas variedades, especialmente pigmentadas, algunas de las cuales provienen de mutaciones espontáneas no transgénicas. Estas variedades ofrecen sabores intensos, colores atractivos y un alto contenido antioxidante, cualidades muy apreciadas por el consumidor actual. “Para competir con el mango o el aguacate, necesitamos productos que sorprendan al cliente”, sostiene Rincón.

Hoy, esta estructura cuenta con uno de los catálogos de naranjas pigmentadas más amplios de Europa, lo que le permite diversificar su oferta y adaptarse con rapidez a las nuevas tendencias. Esta capacidad para innovar sin perder el rigor técnico es una de las claves que consolida su posición como actor relevante en la transformación del sector citrícola europeo.

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Naranjas de Citrán para toda Europa. MAURI BUHIGAS

Presente y futuro en un mercado en transformación

En la actualidad, la agrupación se consolida como proveedor de referencia para grandes cadenas como Lidl o Aldi y trabaja para introducir sus productos en mercados escandinavos de alto poder adquisitivo, como Noruega. “En países donde el clima dificulta la producción local, nuestras naranjas son vistas casi como un lujo”, destaca Rincón. Esta diversificación geográfica contribuye a reducir riesgos y ampliar oportunidades. A pesar de estos avances, el futuro del sector se presenta incierto.

La concentración empresarial promovida por fondos de inversión plantea dudas sobre el modelo productivo dominante en los próximos años. Rincón advierte que “estos fondos priorizan el beneficio a corto plazo y desconocen las particularidades del campo”, lo que puede comprometer el equilibrio entre rentabilidad, sostenibilidad y arraigo territorial que define a proyectos como este.

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Cítricos en la cinta. MAURI BUHIGAS

Frente a esta dinámica, la organización reivindica su identidad como proyecto familiar, profundamente vinculado a su tierra y comprometido con el desarrollo local. “El verdadero valor de una empresa no está solo en sus cifras de negocio, sino en su capacidad para generar riqueza sostenible y digna en su entorno”, afirma Rincón. Esta convicción guía las decisiones estratégicas de la agrupación, desde la planificación agrícola hasta la búsqueda de nuevos mercados.

Con una previsión de alcanzar las 1.500 hectáreas de cultivo y superar los 50 millones de kilos de producción anual, la estructura mira al futuro con ambición prudente. Su apuesta por la calidad, la sostenibilidad y el compromiso social representa, en un mercado cada vez más competitivo, una hoja de ruta firme para que la naranja andaluza siga abriéndose camino en el mundo, derribando mitos y sacando pecho sin complejos.

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Ezequiel García Barreda

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