El monumento eucarístico "más deslumbrante y colosal de toda la cristiandad" está en Sevilla

El grandioso altar de plata de la Catedral ha sido analizado en su recorrido histórico. Estuvo a punto de desaparecer pero permanece como una de las creaciones "más sobresalientes" de la platería del Barroco

Altar de plata de la Catedral de Sevilla, en una imagen actual.
Altar de plata de la Catedral de Sevilla, en una imagen actual. MAURI BUHIGAS
19 de octubre de 2023 a las 19:30h

En el contexto del Congreso Internacional de Plata en Iberoamérica: de los orígenes al siglo XX, que se ha celebrado en Sevilla, se ha presentado el libro El altar de plata de la Catedral de Sevilla, de Antonio Joaquín Santos, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Esta publicación arroja luz sobre los episodios que superó esta pieza, desde su intento de fundirla -se hizo en parte- hasta la despiadada crítica que recibió por expertos de la época que defendían la nueva tendencia del neoclasicismo. Su autor lo tiene claro, pese a ese recorrido que la hizo peligra, la considera como una de las creaciones “más sobresalientes de la platería sevillana y española del Barroco”.

Detalle de la pieza de su parte posterior.     MAURI BUHIGAS
Detalle de la pieza de su parte posterior.     MAURI BUHIGAS

Se creó con una función litúrgica exclusivamente para las solemnidades más destacadas en la Catedral hispalense, como las octavas del Corpus y la Concepción, así como el triduo de Carnestolendas. Hoy en día también se usa además en celebraciones mayúsculas como el Altar de Jubileo, el del Jueves Santo y en otras celebraciones. El libro trata esta grandiosa pieza desde la evolución histórica de estos cultos, “y el consecuente aparato artístico que siempre fue necesario levantar en la capilla mayor para su desarrollo” y que llevaron a la creación del altar de plata.

Su terminación llevó casi cincuenta años en dos períodos diferentes. Fue diseñado por el pintor Domingo Martínez, el arquitecto más importante de la primera mitad del siglo XVIII, y materializado por los plateros Manuel Guerrero de Alcántara, sobrino del jerezano Juan Laureano de Pina, y Tomás Sánchez, platero que será del rey Felipe V, junto al latonero Andrés Alonso Ximénez entre los años 1.725 y 1.742.

Visión del altar desde otro ángulo.      MAURI BUHIGAS
Visión del altar desde otro ángulo.   MAURI BUHIGAS

Sin embargo, la obra no se terminó hasta 1772 con la intervención del artesano Cayetano Acosta, creando la peana del Santísimo. “No son artesanos, son artistas en mayúsculas, a la altura de los mejores escultores, pintores y arquitectos de la época”, asevera Santos. Durante la invasión francesa, quedó reducido a un solo altar, “peligrando incluso su existencia ante la ‘feroz’ crítica neoclásica”.

El autor detalla, en declaraciones a este medio, que expertos de la época llegaron al extremo de considerar que “el altar valía más por su plata que por su estética”, lo que implicó que "se llegaran a fundir los altares menores, quedando solo el trono sacramental, el monumental ostensorio coronado”. También hubo un intento de suplantarlo por uno neoclásico, “algo que no sucedió porque no había dinero”. La carencia económica del cabildo durante los años posteriores a la invasión francesa, jugó a favor de su conservación.  

Con respecto a su parcial destrucción durante la invasión francesa, el profesor aclara que “se debió a que el Barroco cayó en desgracia a partir de las últimas décadas del siglo XVIII con la introducción del Neoclasicismo”, una corriente de descrédito que corrió “entre las élites intelectuales y culturales de la época que llevó a que el cabildo catedral lo secundara”.

Escena central del impresionante monumento.
Escena central del impresionante monumento.       MAURI BUHIGAS

La Sevilla barroca no pudo con esa tendencia pese a que el gusto por ella seguía teniendo sus adeptos en las élites. Sin embargo, el profesor anota que “durante fines del siglo XVIII y el siglo XIX no lo fue tanto, y de hecho, la prueba la tenemos en la destrucción del gran retablo de Jerónimo Balbás que se levantaba en la capilla mayor de la parroquia del Sagrario, criticada hasta la saciedad por los académicos”. El resurgir del gusto por lo barroco “como algo identitario”, lo sitúa Antonio Joaquín Santos en el Regionalismo y la exposición de 1929, momento en el que se comenzó a poner en valor la creatividad de ese periodo histórico. 

El libro, como se puede concluir por el desarrollo de la investigación plasmada en la obra y según explica el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Sevilla, “es una narración de hechos históricos y sus consecuencias artísticas”, que viene a hacer justicia “con una creación denostada en el pasado y que en la actualidad se le puede considerar como el monumento dedicado a la Eucaristía más deslumbrante y colosal de toda la cristiandad”.

Santos explica el porqué esta pieza merece tan alta consideración: “No se construyó un altar o trono para el Santísimo Sacramento en otro lugar de la cristiandad con estas dimensiones y características, al menos no hay noticias de ello”. El altar ha perdido su vigencia litúrgica en relación con el que tuvo en el pasado. Muchos lo conocen como el monumento del Jueves Santo, “función que tuvo cuando se dejó de montar el gran túmulo renacentista en el trascoro, y luego se convirtió en el altar del Jubileo”.

El altar en toda su extensión, instalado en una nave lateral del templo.
El altar en toda su extensión, instalado en una nave lateral del templo.   MAURI BUHIGAS

Para el profesor universitario es “sin duda, una decisión acertada, ya que ha permitido su exposición y visibilidad para toda Sevilla, convertirse en seña de identidad de la liturgia catedralicia y además un medio de conservación muy efectiva, pues las cosas que están en uso y son necesarias no se pierden”. 

Antonio Joaquín Santos, autor del libro, es profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Sus estudios se han basado fundamentalmente en las artes decorativas y, muy especialmente, en el arte de la platería durante la Edad Moderna en España e Iberoamérica. También ha entrado en otros terrenos artísticos, en el ámbito sevillano, como la escultura y la pintura.

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Kiko Abuín

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